Adeline
Salí tan furiosa de su despacho que la nube negra sobre mi cabeza podía verse desde lejos. Apreté con fuerza el botón para llamar al ascensor mientras iba refunfuñando en mi cabeza:
¿Qué se cree, grandísimo imbécil?, Ahora si que lo haré trizas con la demanda.
Me subí a un taxi y me fui de vuelta a mi despacho.
-¿Cómo le fue jefa?- Ely me interceptó y comenzó a caminar junto a mi
-Ni me lo recuerdes- bramé
Ely se quedó inmediatamente parada en su lugar y dejó de avanzar a mi lado.
-No quiero que nadie me moleste, por favor- dije mientras me encerraba en mi oficina
Me senté sobre mi silla y cerré mi ojos, puse mis manos sobre mi cabeza y comencé a masajearla para buscar la calma, estaba tan ofuscada que mis pensamientos se nublaban.
¡Mabel! pensé.
Cada vez que necesitaba paz o algún consejo llamaba a mi tía Mabel y este era uno de esos momentos en donde requería su auxilio.
Tomé mi celular y marqué, inmediatamente ella me contestó.
-¡Hija!- dijo emocionada
-Mabel- dije de forma plana para luego quedar en silencio.
-¿Qué pasa cariño? ¿algo anda mal?- estábamos a cientos de kilómetros y aún así ella podía interpretar el tono de mi voz.
Su voz hizo que me quebrara de inmediato, no sabía por dónde empezar.
-Esta bien mi amor, a veces hace bien llorar y votar lo que guarda nuestro corazón- dijo sabiamente.
Me dio espacio para que liberará toda la rabia y confusión que tenía anudada en mi garganta.
Cuando porfin ya no tuve nada más acumulado fui capaz de hablar.
-Hoy me pasó algo que me descolocó Mabel.
-¿Tuviste un caso difícil?- respondió rápidamente.
Pensé en que, ojalá solo hubiese sido un caso difícil, pero no estaba ni cerca de sentirme así.
-No precisamente, hoy fui a notificar a un próximo demandado, Malek Al Saud.
-¿Te trató mal?- ella estaba muy intrigada
-No..., bueno si, pero eso no es punto ni el centro de mi angustia- dije algo confundida - la verdad es que no se que es lo que me angustia Mabel y eso me tiene muy confundida- dije quebrando otra vez la voz
-Hija...dime algo...- hizo una pausa pensativa.
-¿Te gustó el señor Al Saud?
-¡Nooooo! ¿cómo se te ocurre? es un hombre detestable- le dije con seguridad
-mmm... eso no es lo que me dice tu voz Ady, además por la televisión se ve guapísimo- dijo divertidamente
-¡Mabel por favor!, cuando lo ví, sentí como si lo conociera de antes, una clase de recuerdo llegó a mi cabeza de forma muy fuerte ¿sabes?
-No tengo respuesta para eso hija, pero a veces el destino es caprichoso y tiene sus enredos- soltó una leve risita
-¡Ay Mabel!, tu sabes que no creo en el destino- dije girando mis ojos
-Pues deberías, no te vayas a sorprender después.
La conversación estaba tomando otro rumbo, mi tía era muy esotérica y creía en las energías y el destino y yo, por mi parte siempre pensé que eso eran puras boberías, para mí si no se podía tocar no era real.
-Gracias tía ya me siento mucho mejor, sabes que tus consejos me tranquilizan. Te quiero mucho- le mandé un beso por el celular.
-Siempre estaré para ti amor, y espero que me vengas a visitar pronto- me respondió el beso y cortó.
*************
Malek
Esa noche volví a soñar con los ojos almendrados, pero esta vez en el cuerpo de la abogada, de la que por cierto aún no conocía ni su nombre.
En mi sueño nos encontrábamos en una especie de banca, y ella me hacía muchas preguntas de los libros que yo leía. No le encontré sentido alguno pero al despertar lo único que reconocí fueron mis ganas incontrolables de verla de nuevo.
Traté de evadir su imagen toda la mañana pero mientras más me esforzaba en hacer otra cosa más la imaginaba.
Me tomé la cabeza con ambas manos y desordené mi cabello bruscamente.
¡Al diablo! pensé
-Susan te necesito aquí- le dije a mi torpe asistente, que si no fuera por la impetuosa abogada estaría de patitas en la calle.
-En seguida jefe- contestó veloz
En medio segundo la tenía temblando frente a mí escritorio y agarrando con ambas manos su tablet.
En ella se dibujaba una sonrisa nerviosa que detestaba y si de mi dependiese se la borraría a gritos.
Aclaré mi garganta antes de hablar, no quería sonar como si tuviese una doble intención.
-La torpe abogada de ayer...¿sabes...- volvi a aclarar mi garganta No acostumbraba a averiguar de las personas que había echado de mis despacho.
-sabes su?...- me pasé las manos por mi cabello y aflojé el nudo de mi costosa corbata, me costaba un mundo decirlo. Estúpido ego.
-¿Su número?- me interrumpió dudosa mi asistente
-¡Si! su número- dije fingiendo calma
-Está en sus mails, ¿necesita que la contacte?- dijo como leyendo mi mente
-Si necesito una reunión con ella ahora mismo- espeté con apuro
-Correcto señor, ¿algo más?- dijo un tanto más calmada
-Si, deja de sonreír tan bobamente- le dije con el tono más frío que encontré.
Ella bajó inmediatamente lo hombros y bajo la cabeza, para luego volver a su puesto de trabajo.
Me provocaba gracia ser tan duro y petulante, me divertía ver el rostro descolocado de mis subalternos cuando yo ponía en la mesa mi poder y mis caprichos.
Para eso les p**o, pensé.
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Adeline
Llegué temprano por la mañana, me recosté sobre mi silla de escritorio y traté de pensar en mi siguiente jugada, no podía dejar que el billonario se saliera con la suya, necesitaba de alguna forma conseguir sus expedientes, ya fuera por la razón o por la fuerza.
Me imaginé miles de situaciones incluso reviví en mi mente una escena de "Misión imposible" como una de las opciones.
Escuché un leve toque en mi puerta que me trajo de vuelta al tiempo real.
-Adelante- dije
Era Ely con una gran sonrisa en el rostro...¿a caso se había ganado la lotería? pensé.
-Jefa, ¿no sabe lo que acaba de ocurrir?
-¿Cómo lo sabré si no me lo dices Ely?- fijé incorporandome sobre la silla.
-Adivine ¿quién acaba de llamar?- dijo juntando sus manos al frente de su pecho como si estuviese rezando
-¿tu madre?- dije de forma irónica
-Vamos jefa- me respondió poniendo los ojos en blanco
-Vamos...dímelo ya, no estoy para bromas- ella puso su rostro serio y casi pude leer sus pensamientos: que aburrida
-Me acaba de llamar la asistente del señor Al Saud, quiere verla ahora- dijo dibujando nuevamente una gran sonrisa en su cara.
Me sorprendí tanto que casi me caigo de la silla.
-Espera, ¿oí bien?, ¿verme ahora?- hice una pause y llevé mi mano hacia mi mentón- ¡no, no, no! el tango no se baila a su ritmo- dije cruzandome de brazos.
-Pero jefa no sea obstinada, nos costó tanto tener esta reunión- dijo Ely soltando un puchero.
Me quedé en mi misma posición por unos segundos, no quería asumir que mi asistente tenía razón.
-Esta bien, iré. Confirma entonces que estaré allá en 30 minutos- dije desarmando el nudo de mis brazos.
-Ok jefa- se dio media vuelta y corrió a dar aviso.
Hice el mismo recorrido del buffet hacia AS Oíl Enterprise, me fui todo el camino hablándome a mi misma; esta vez sería diferente nuestro encuentro porque debía ser implacable y no podía mostrar debilidad alguna.
Sin embargo todo el intento de mostrarme firme se desvanecieron al recordar a Malek, ¿porque se me hacia familiar?, a pesar de ser un déspota su presencia me agradaba de alguna forma que no podía descifrar.
Esta vez no tuve que mentir para ingresar al edificio, mi nombre estaba estaba la lista de autorizados, me pasaron una credencial de visitas que colgué en mi cuello y subí por el ascensor.
Al llegar frente a la puerta del CEO me recibió su joven asistente con una gran sonrisa, esta vez tenía otra actitud.
Me alegró de verla ahí y no en la calle buscando trabajo. Le devolví la sonrisa.
- Buenos días srta. Jensen, mi jefe la espera- dijo acercándose a la puerta
Inspiré profundamente, pero mis piernas me temblaban ¿que diablos me pasaba?
La asistente golpeó suavemente la puerta y se pudo escuchar inmediatamente un:
-Adelante-
La chica me guiñó un ojo y abrió para darme paso.
********
Malek
Apreté fuertemente el bolígrafo que tenía entre mis manos cuando sentí los tres golpes en mi puerta.
Me acomodé el cabello y ordené mi corbata antes de dar la entrada.
Jamás me había sentido tan nervioso, había enfrentado a los personas más grandes e influyentes de la industria petrolera y siempre había sido implacable, pero esta chica desordenaba todo lo que estaba acostumbrado a sentir, y frente a ella quedaba totalmente en blanco.
-Adelante- dije.
Me levanté de mi silla para esperarla de pie, eso me hacía sentir algo más seguro, ser más alto que ella me daba otro gargo, aunque por dentro fuera un atado de nervios.
Ella ingresó y el tiempo se detuvo su presencia era tal que enmudecí, ella venía cabeza agacha y yo lo único que necesitaba era ver otra vez esos ojos.
-Buenos días- dije para hacer que ella me mirara.
Levantó tu cabeza y ahí estaban sus ojos almendrados entregandome la mirada más hermosa que alguna vez vi.
-Buenos días señor Al Saud- dijo seriamente
Quise preguntarle algo más, pero la barrera que ella me impuso con su actitud me frenó.
-Por favor, tomé asiento- fue lo primero que se me ocurrió decir.
Ella se acercó a mí escritorio y se sentó obvedientemente.
-La escucho- mi actitud era más serena que el día anterior, no quería espantarla, si no todo lo contrario mantenerla lo más posible cerca mío
-Gracias por recibirme- dijo mientras abría una carpeta que llevaba consigo
-Verá, como le comenté ayer mi buffet lo va a demandar, hemos tomado a todos los clientes que alguna vez su empresa afectó y haremos una demanda colectiva- dijo firmemente pero sin hacer contacto visual conmigo. Estaba nerviosa.
Yo entrelacé mis manos por delante de mi pecho y me recosté levemente en mi berger.
Al notar que yo no respondí a lo que acababa de decir, levantó su vista para encontrar la mía.
Sostuvimos la mirada fija por unos segundos, y volví a sentir esa sensación que me daban los sueños, de completa paz, de armonía. Algo que no tenía en mi vida diaria.
Sentimientos totalmente opuestos a mi forma de ser.
-Entonces...- dijo rompiendo el hechizo
-Necesito reunirme con usted y sus abogados, para recopilar algunos antecedentes y presentarles nuestras demandas. Quizás podríamos llegar algún acuerdo compensatorio antes de ir más lejos- estaba persuadiendome.
En otra circunstancia ya la habría echado de mi despacho para luego demoler a su buffet y hundirla como abogado.
Pero no, quería seguir viéndola y algo dentro de mi necesitaba ir más allá para lograr descifrar que era lo que me provocaba esa linda abogada.
-¿Señor Al Saud, me escuchó?- dijo trayéndome de vuelta
-Si claro- dije firmemente.
Me levanté de mi silla y dirigí mi vista al gran ventanal, dándole la espalda.
Estaba pensando.
-Bien, ¿le parece si agendamos una reunión diaria de trabajo?.
Me importaban una flauta sus demandas, sus leyes y su buffet. Yo solo quería tenerla cerca.
Estaba hechizado por sus ojos, su belleza y ahora por su mente.
-No me lo esperaba, con una reunión formal bastará- dijo como zafándose de mi
-Señorita, si ustedes tiene todas las demandas de los afectados, me imagino que serán miles, ¿no?. Con una reunión no bastará, quiero oírlas una a una- se me ocurrió una estupidez, pero al menos eso me daría muchos días cerca de ella.
-Bueno, si es lo que desea. Lo único que tengo que decirle es que no puedo extender mi estadía más de 2 meses aquí.
¿Cómo?, ¿ella no era de aquí?
No quise averiguar más, no por ahora.
-Correcto, comenzamos estaba misma tarde- dije tajante.
-No, desde mañana- dijo llevándome la contraria.
Me llevé las manos a mi bolsillo y apreté duramente unas monedas, la abogada me estaba volviendo loco, sentí ganas de castigarla ante su terquedad.
Tome aire y respondí.
-Ok, mañana a las 09 am en mi despacho.
Ella asintió y se levantó.
-Hasta mañana señor Al Saud- se despidió sin voltear.
-¡Susan!- grité
-Jefe- llegó corriendo
-Cancela todas mis citas de mañana AM, quiero privacidad.
-Si jefe- dijo mientras sujetaba su tablet.
-¿Eso es todo?- dijo nerviosa
-¿Cuál es el nombre de aquella abogada?- respondí volteandome otra vez al ventanal, no quería mostrarme más interesado de lo normal.
-Adeline Jensen- me respondió
-Ok, eso es todo.
Adeline....me gustaba como sonaba la D en mis labios.