Bruno se gira con su taza en la mano para mirar el mar, cuando de pronto choca con una chica que lleva un vestido corto rojizo con la espalda al aire. La joven tarda solo unos segundos en girarse. Está a punto de pedirle perdón cuando su penetrante mirada lo cautiva.
―¿¡Tú!? ―reclama, con desprecio, como si la presencia de Bruno le incomodara.
Durante unos segundos él se queda sin palabras, al ver que se trata de Chloe. No sabe qué decir, esta mujer lo intimida.
―Lo siento muchísimo, de verdad ―acierta al decir.
¡Dios, está preciosa! Desde la primera vez que la vio supo que esta mujer era diferente, pero no es hasta ahora que repara en la belleza sobrenatural que la rodea. Toda ella es una preciosidad.
―¿Siempre eres tan torpe? ―pregunta Chloe con descaro.
¿Torpe, Bruno? Esta chica no sabe quién es él.
―No, permíteme que me presente como es debido. Mi nombre es Bruno. Encantado, Chloe. ―Bruno lleva su mano derecha a su espalda desnuda y la acerca para darle dos besos.
La suavidad de su piel lo excita. Puede percibir su fragancia, dulce y tentadora. No puede evitarlo y desliza su mano disimuladamente por su piel desnuda solo un poco.
Chloe le muestra su perfecta y blanca dentadura. Lo está provocando aún más y lo está consiguiendo.
―Un placer conocerte, Bruno ―responde ella.
―Estás hermosa en ese vestido. —Los dedos de Bruno pican por recorrer la delicada piel de su rostro.
―Gracias. ―Chloe se sonroja. Bruno se siente complacido, la ha intimidado también.
―¿Por qué no te sientas a tomar un café conmigo? Tantos choques y malos entendidos deben significar algo ―dice él, seguro de sí mismo.
Esa es su mejor arma, la seguridad, pero con ella le está costando.
Chloe se sienta y Bruno pide un café para ella. La joven da un sorbo y él se fija en sus manos, con sus uñas perfectas. Se imagina esas mismas manos suaves recorriendo todo su cuerpo y sus uñas clavándose en su espalda mientras la embiste con fuerza.
Ella se gira y hace unas señas extrañas a una pareja que se encuentra a unos pasos.
―No sabía que estabas acompañada, disculpa por interrumpirte.
Bruno mira hacia donde Chloe tiene fija la vista. Sonríe y se da media vuelta para ir hasta su piso.
―No.
Ella lo toma del brazo y sentir su delicada piel sobre la suya le provoca un revuelo de sensaciones dentro de su estómago. Se gira hacia ella y se encuentra con su mirada intensa. Las chispas entre los dos son muy evidentes.
―Te presento a mis amigos, son compañeros del curso, con quienes vine de vacaciones —dice ella en tono dulce, mientras los otros se acercan.
Chloe aparta su mano del brazo de Bruno y le presenta a su amigo Julio y a su amiga Betty, quién es muy bonita, rubia, esbelta y elegante en sus movimientos, mientras que Julio parece muy refinado para su gusto.
―¿La están pasando bien por Tulum? ―pregunta él, tratando de ser simpático con sus amigos.
―Mucho, estos días fueron estupendos ―confiesa Julio con ciertos movimientos amanerados.
Sin duda este chico es gay, aunque eso no quiere decir que Chloe no esté en alguna relación con alguien más.
¿En serio está pensando en eso después de lo que le acaba de pasar con Erika?
Tanto Betty como Julio se disculpan y se van a saludar a alguien. Bruno aprovecha para hablar con Chloe e intentar cambiar esa imagen de torpe que tiene frente a ella desde el momento uno que se conocieron.
―¿Noto a tu amiga un poco alicaída? ―dice él para demostrarle que es observador.
―Digamos que este viaje es para olvidar.
―Conozco la sensación ―contesta Bruno rápidamente, porque él está aquí por lo mismo—. ¿Y cuántos días más se quedan? A mí me quedan dos semanas, luego vuelvo a la capital.
―Todo depende de ellos, si desean quedarse más tiempo, me quedo a acompañarlos. Además, Tulum siempre tiene algo sorprendente todos los días —responde Chloe con cierto aire de misterio que a Bruno no le pasa desapercibido.
«¿Será que yo también conseguiré sorprenderla?». Se pregunta internamente, mientras la mira. Las palabras de su hermana Clara vienen a su mente de pronto.
―¿Vienes siempre por aquí en tus vacaciones? ―curiosea Chloe—. ¿O también viajas a otros países?
―Demasiados países, diría yo, pero prefiero nuestra playa. ―Ella sonríe por la respuesta de Bruno―. No quiero aburrirte, seguramente tú tienes tus propias aventuras geniales.
―No vas a hacerlo. Amo escuchar relatos de viajes.
Esta mujer es una caja de sorpresas. A Bruno le resulta muy enigmática e interesante.
Terminan con su café mientras platican de todo un poco. Bruno pide la cuenta y Chloe hace un gesto, como para sacar la cartera de su bolso.
«No pretenderá pagar a medias», se dice, anonadado.
―No voy a permitir que pagues todo ―asegura ella, cuando ve su expresión sorprendida.
―Es lo justo por haberte dañado el vestido con el café la primera vez que nos vimos.
―Mi vestido está perfecto, con un lavado quedó como nuevo. ―Ella saca su cartera de todas formas.
―Por favor, Chloe. ―Bruno pone su mano sobre la suya para detenerla y en ese momento, una corriente recorre todo el cuerpo de ambos.
Chloe lo mira a los ojos. Bruno también lo hace. Hay algo en la mirada de la joven que él no había visto nunca antes en nadie.
Bruno retira su mano de inmediato, sin saber cómo reaccionar a lo que acaba de sentir.
¡¿Qué demonios le pasa?! Él solo desea follársela.
Luego de pagar la cuenta e intercambiar números con ella, caminan juntos hacia el ascensor, ella presiona el botón diez, mientras que Bruno presiona el doce; están solo a dos plantas de distancia.
El ascensor comienza a subir. Estar al lado de ella en un lugar tan pequeño tienta a Bruno. Chloe se humedece el labio inferior mientras lo mira. ¿Acaso quiere que él la bese? Bruno también quiere besarla, arrancarle la ropa allí mismo o llevarla hasta su suite y tener sexo con ella hasta el cansancio.
Las puertas se abren y Chloe sale.
―Nos vemos luego ―se despide, levantando una mano.
Bruno la mira con la esperanza de que vuelva a entrar y suba con él a su habitación, pero no lo hace.
―Descansa, Chloe.
Las puertas del ascensor se cierran y ella desaparece.