Hasta que llegaste tú, capítulo 4

949 Words
Durante todo el día, Bruno está inquieto, demasiado inquieto. Podría simplemente enviarle un mensaje o ir a tocar su puerta para invitarla a pasear por la playa, sería la excusa perfecta para entrar en su habitación, pero no está seguro de que sea buena idea. Luego de mucho pensarlo, se decide a enviarle un mensaje, ya al día siguiente para no parecer desesperado. Si contesta, genial, si no, pues ya sabrá a qué atenerse. B: ¿Cómo sigue tu amiga? ¿Ya se siente mejor? Hoy no te vi en todo el día Envía el mensaje Bruno, con los nervios de punta, esperando que ella conteste. C: Está tan bien que hasta ya salió de rumba. La contestación de Chloe llega al instante, seguida de un emoji de risa. B: Eso es bueno, ¿no? C: Para ella, sí, pero yo me he quedado sola y aburrida. Ni siquiera sé de alguna serie que pueda ver mientras caigo en sueño. B: Yo conozco de muchas series muy buenas, pero las tengo en una app privada, si quieres te comparto mi cuenta. Bruno ruega que ella le pida que vaya hasta su cuarto. C: Pues tendrás que venir a mostrarme cómo usarlo con este televisor, porque yo no entiendo nada. B: ¿Quieres que baje a tu cuarto? Bruno piensa en borrar el mensaje, pero ella está en línea, por lo que ya lo habrá visto. Ni modo. C: Si no estás muy ocupado. No quiero molestarte. B: No es ninguna molestia, bajo ahora mismo. ¿Qué habitación es la tuya? C: Es el 315D. Te espero. Esta es la oportunidad que lleva buscando desde que la vio por primera vez, el objetivo al que quería llegar y, sin embargo, ahora no se siente tan bien como imaginó que se sentiría. Empieza a caminar por la habitación de un lado a otro. Por un momento, se arrepiente de todo, de haber llamado a intimar a la recepcionista para darle su nombre, de haber derramado el café en ella no solo una, sino dos veces, de pensarla tanto y de estar a punto de ir a su habitación con intenciones meramente sexuales. Chloe se ve tan inocente, tan buena, tan maravillosa. No se merece que Bruno juegue con ella. Él no consigue reconocerse, nunca antes había sido tan considerado así con una mujer. No permite que ninguna entre en su corazón y menos debería permitirse pensar en eso ahora, no después de lo ocurrido con Erika. Luego de debatirse internamente por varios minutos, baja. Se planta frente a su puerta y golpea ligeramente un par de veces. Chloe abre de inmediato con una sonrisa de oreja a oreja que le corta la respiración. El tiempo parece detenerse en ese momento. Sus cuerpos están muy próximos y no sabe si es la gravedad de la tierra o él mismo quien provoca este acercamiento que lo está dejando asfixiado. ―Creo que no fue buena idea haber venido. Será mejor que me vaya ―asegura Bruno, demasiado cerca de sus labios, pero atontado y mareado. ―Bruno, ¿de verdad quieres irte? —pregunta ella con la respiración entrecortada. Las partículas que se desprenden de su cuerpo entran en contacto con el olfato de Bruno, dejándolo extasiado. Un aroma dulce y floral que provoca extrañas reacciones en su cerebro. Chloe huele a miel, vainilla y flores de durazno. Lo acecha la tentación de probar sus labios. Son como una droga a la que no se puede resistir. La besa. Chloe le corresponde. Un beso bastante apasionado que los deja suspirando a ambos. Bruno puede percibir cierta inseguridad en ella. Algo en su cabeza le dice que la está forzando a hacer algo de lo que ella no está segura y ese no es su estilo. Tiene que detener esto. ―¿Quieres que me vaya? —pregunta finalmente, Chloe niega. Bruno quiere besar cada centímetro de su cuerpo, pero sus ansias son incontrolables, se muere por devorarla, por estar dentro de ella. No necesitan decirse más, Bruno la despoja de su vestido y se quita su camiseta. Chloe recorre su torso desnudo con sus labios mientras va bajando lentamente. Se arrodilla frente a él y lo mira, ruborizada. El rabo de Bruno bombea ansioso dentro de sus pantalones a la espera de que ella lo introduzca en su boca. Tampoco desea hacerla esperar, por lo que libera rápidamente a su amigo frente a su rostro. Chloe recorre su erección con su lengua, lo hace sufrir hasta que por fin comienza a comérsela. La humedad, el cosquilleo de su lengua jugueteando con su glande, lo ponen aún más duro que antes. Bruno entrelaza sus dedos en su pelo y con suavidad, comienza a follar su boca, consciente de que debe parar para evitar correrse. La ayuda a incorporarse y la besa nuevamente, mientras la lleva hasta la cama, donde la tumba con suavidad. Desliza sus dedos por todo su cuerpo hasta llegar a su entrepierna. Mete dos dedos bajo su tanga y la palpa entre sus pliegues. Está húmeda, muy húmeda. Introduce un dedo, luego otro, y juguetea un poco con su cavidad. Está lista para recibirlo. La despoja de esa única prenda, se aferra con fuerza de sus caderas y la presiona contra su erección. Sin poder aguantar un segundo más, se introduce en su interior completamente. Chloe grita. Bruno masajea sus pechos generosos. La besa y silencia sus gritos mientras la embiste con fuerza. Su cuerpo no resiste más, quiere vaciarse en su interior, lo desea más que nada en el mundo, pero no lo hablaron antes. Se detiene para tranquilizarse, pero ahora es ella quien se mueve, la que quiere más.
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