―¿Te espera alguien allá?, ¿por eso estás tan ansiosa por irte? ―curiosea Bruno cuando ya están dentro del avión.
―Sí.
―¿Sí? ¡Qué suerte! ¿Quién te espera? —Bruno no puede evitar preguntar.
―¿Tanto te interesa saber?
―Mucho.
―Mi madre —responde ella—. ¿A ti quién te espera? ¿Tienes pareja?
―Pensé que eso lo tenías claro. La otra noche te dije que no tengo pareja. ¿Tú tienes? ―Chloe sonríe por su respuesta.
—También te dije que no. ¿Recuerdas?
―Quería corroborarlo por segunda vez ―acierta a decir Bruno con una sonrisa de lado.
―Llevo cuatro años soltera ―responde al fin Chloe.
―Será porque quieres.
―Por supuesto. ―Al menos está bien del ego―. La verdad es que prefiero estar sola a tener una relación con un hombre que no me satisfaga.
―¿Qué es exactamente lo que debe tener un hombre para satisfacerte?
―Buena pregunta ―dice ella para ganar tiempo.
Bruno la mira fijamente y la obliga a hablar.
―Ser auténtico, sincero, que se muestre conmigo tal y como es y no una fachada que me desilusione después.
―¡Te conformas con muy poco! ―bromea, él.
―¿Poco? A mí me parece demasiado. La sinceridad es muy valiosa en estos tiempos, pero no quiero aburrirte con mis expectativas del hombre ideal.
―No me aburres, Chloe, al contrario, me interesa saber cómo es tu hombre ideal.
Este juego se le está yendo de las manos a Bruno.
―¿En serio? ―Chloe lo mira entre confundida y divertida.
―Sí ―afirma Bruno.
―¿Por qué te interesa?
―Porque quiero saber si cumplo con todos tus requisitos.
¿Pero qué mierda le sucede? ¿Cómo pudo decir eso? No entiende su comportamiento tan tonto.
―¿Acaso tienes lo que busco? ―pregunta ella, descarada.
―Yo creo que sí. —Bruno sonríe simulando tener todo bajo control.
Después de una hora y veinte minutos de vuelo llegan hasta la capital. El aparcacoches ya está esperando con la puerta de la camioneta de Bruno abierta y el motor arrancado frente al aeropuerto.
—No te he dado mi dirección —dice ella al ver que ya están yendo a alguna parte. Bruno la lleva hasta su nuevo departamento—. ¿Dónde vamos?
―¿Acaso importa? ―Bruno aparta la mirada de la carretera solo unos segundos para mirarla. Conduce más rápido de lo que debería, pero muere por llegar y quitarle la ropa. Solo de imaginarse su cuerpo desnudo ya se pone duro y quiere tenerla por última vez antes de volver a Tulum.
Suben hasta su departamento. Después de ver el nerviosismo de Chloe al contemplar lo lujoso del edificio, le pregunta si está bien y si desea tomar algo, a lo que ella se niega.
La besa con deseo de nuevo. La desviste lentamente hasta dejarla desnuda frente a él. Ella desliza sus manos por su pecho al tiempo que sus lenguas juguetean sin cesar. La polla de Bruno reacciona con entusiasmo a cada estímulo. La tiene dura.
Bruno también se desnuda y ambos se tiran a la cama. Chloe acaricia su cara, su pelo, cuello, hombros, brazos y acaba agarrando con fuerza su m*****o. Bruno cierra los ojos para saborear el momento.
Acaban haciendo el amor de una forma en la que él no recuerda haberlo hecho antes. Chloe es delicada, sensual, perfecta.
—¿Siempre eres así de cariñoso, caballeroso?
―No es algo a lo que estoy acostumbrado ―asegura, Bruno.
―Con tu esposa sí lo eras.
El comentario de Chloe lo molesta. No le gusta que se la recuerde y menos en un momento como este. Está a punto de levantarse de la cama enfadado por su actitud, pero, entonces, algo le dice que está celosa. Sí, eso explicaría su actitud desde la mañana, es probable que crea que Bruno sigue enamorado de esa mujer cuando lo escuchó hablar con ella en la madrugada.
Bruno podría desmentirlo, pero tendría que dar demasiadas explicaciones que no quiere dar.
―Ella ya no me importa. Tengo toda mi atención puesta en otra persona ahora mismo.
¿Por qué dijo eso? No puede hacerle creer que le dará algo que no va a suceder. Bruno no quiere compromisos.
―¿Yo?
Sin saber cómo escapar de esta situación en la que él se metió solito, silencia la conversación con un beso, lo que los lleva a otro y a otro, sin poder parar. Y acaban haciéndose el amor con mimo y delicia. Chloe saca cosas de Bruno que él no conocía.
―¿Estás bien? ―pregunta él, aún con la respiración agitada.
―Estoy bien. —En el rostro de Chloe aparece un ápice de tristeza al contestar. Se levanta de la cama y camina hasta el sanitario.
Bruno se queda confundido. Quiere hablar con ella, pero lo mejor es que ella vea todo como lo que es: sexo y diversión.
Haciendo caso omiso a su propio instinto, también va al baño y abre la mampara de la ducha. Entra y se aferra a su cintura. Ella posa su cabeza en su pecho.
La abraza. No sabe por qué lo hace, pero sentir el contacto de su piel le da paz. Pasan unos minutos sumidos en este reconfortante abrazo bajo el agua.
Cuando Bruno se da cuenta de lo que está sucediendo, se preocupa. Es la primera vez que está en la ducha con una mujer sin estar follando, la primera vez que...no sabe cómo explicarlo.
Atormentado, coloca sus brazos a la altura de sus hombros. Con la ayuda de sus piernas abre las suyas y su erección queda en su entrada. La roza, siente la humedad de su sexo en su glande y se excita de nuevo. Introduce la punta de su polla en su v****a y percibe ese calor que tanto le gusta, pero se resiste. Disfruta de su cuerpo ansioso por acogerlo.
Cuando ya no puede más, la penetra. Ella gime y mueve las caderas al compás que las suyas. Bruno se mueve deleitándose al sentir sus labios interiores alrededor de su polla. La penetra cada vez con mayor intensidad. Es capaz de ver el placer en la boca de Chloe, en sus ojos, en sus gemidos.
―Córrete para mí, preciosa ―le pide, con la voz ronca a consecuencia del placer en el que se halla inmerso.
Ella se tensa y grita cuando el orgasmo estalla en su cuerpo.
Luego de un maratón de sexo, Bruno la lleva hasta su casa. Quiso llegar a conocer a su madre, pero ella se negó rotundamente, alegando que estaba en su trabajo.
Mientras Bruno vuelve a su departamento, piensa en el comportamiento de Chloe. ¿Por qué se ha puesto tan nerviosa? ¿Serán solo cosas suyas?
Ya en su cuarto, se quita la ropa, quedándose únicamente en bóxer. Se tumba en la cama, trata de despejarse, sin embargo, no consigue quitarse a Chloe de la cabeza.
Necesita aclarar sus pensamientos. Tal vez es mejor cancelar de una buena vez sus vacaciones, total, ella ya no está allí y eso lo desanima. Hay algo en esa mujer que lo atrapa, pero tiene que ser sincero con ella y decirle que con él no tendrá nada más que solo sexo. Sin embargo, la sola idea de renunciar a ella lo inquieta.
Toma su celular y de un impulso, le escribe un mensaje.
Lo borra y lo reescribe. Le da a enviar.
B: Deseando volver a verte.
La contestación de Chloe nunca llega, por lo que luego de unas horas, la llama. Un tono, dos, tres, cuatro. Luego el contestador.
Pone algún programa en el televisor mientras ella le devuelve la llamada, pero nada consigue sacarle la ansiedad. Saca el último libro que compró y se tumba en la cama. Al cabo de unos minutos cierra el libro. Es incapaz de concentrarse.
Toma de nuevo el celular y vuelve a llamar. Un tono, dos, tres, cuatro. Contestador otra vez. ¡Mierda!
Cuelga y vuelve a intentarlo una vez más, pero obtiene el mismo resultado.
Sin poder resignarse, le envía un mensaje.
B: ¡Llámame!
¿Dónde se habrá metido Chloe? ¿Por qué no responde a sus llamadas?