A la tarde Bruno se echa una siesta. Al menos ha conseguido no pensar tanto en ella, aunque al despertar se la imagina tumbada a su lado, haciendo todas las cosas que hicieron hace un par de horas.
Pese a que no quiere parecer un tonto, vuelve a llamarla al día siguiente y ella sigue sin contestar. ¡Maldita sea! Más de veinticuatro horas sin saber de ella.
¿Dónde se habrá metido? ¿Estará con algún tipo?
Bruno no entiende lo que le pasa con esa mujer. ¿Por qué piensa tanto en ella? Nunca le había pasado algo similar. ¿Será esa indiferencia lo que lo excita? ¿O es ella? Tantas preguntas sin respuesta lo van a volver loco.
De pronto, el timbre de su departamento suena y se sobresalta. Solo espera que no sea Erika o no sabe de lo que será capaz.
―¿Me vas a dejar aquí? —Bruno respira hondo
