—Desperté después, en una camilla, con soluciones intravenosas siendo aplicadas a mi organismo mediante… una aguja. Y allí estabas tú —habló, mirando a todas partes menos a mi cara. Resopló una risita y meneó la cabeza, sonrojándose—. Pensé que eras algún empleado. Y comencé a hablar tonterías que ya ni recuerdo. Para luego enterarme por tus propias palabras que resultabas ser hermano de Élan y Rodrig, que por esta razón eras nada menos que el tercer jefe que tenía yo —se rió más cómodamente, todavía sin mirarme a la cara—. Me sentí taaaan estúpida. Allí sí quise morirme de verdad. Sobre todo cuando descubrí que había manchado una parte en tu traje de diseñador con mí… sangre —eso último lo dijo un poco más seria. Ambos mantuvimos silencio, ella miraba su plato vacío y yo la miraba a ella