La miré, en silencio, mientras no borraba de mi cara una sonrisa de satisfacción a labios cerrados. —Tú sólo conoces la punta del iceberg —musité, cruzando los brazos y echando el peso de mi cuerpo sobre una pierna para estar más cómoda, estaba esperando este momento—. Pero deberías conformarte con saber sólo lo necesario, buscar a más profundidad podría terminar por ahogarte. Pareció titubear y luego buscar la manera más apropiada de decirme algo, yo esperé con toda paciencia. Entonces logró reunir el valor de verme a la cara y pedirme. —Dime eso que debo saber. Sé que sabes algo que necesito saber. ¿Quién es Edrick exactamente? —respiró y sus mejillas se empalidecieron mientras buscaba alguna señal en mis ojos—. Dímelo. —Edrick es un hombre de espíritu libre —expliqué sin problema al