Rodrig Tarskovsky. Lo vi venir, sin embargo me había tomado el tiempo de desafiarlo, aunque si no hubiera buscado el modo de librarse probablemente entonces su cabeza hubiera sido reducida a un montón de asquerosidad, a mí me daba igual qué opción eligiera. Me había tomado el tiempo necesario sosteniendo aquella barra sólo para que su actitud fuera la respuesta a mi pregunta. Y en efecto, su reacción fue una respuesta que atinó de manera rápida y enojada contra mi pecho, retrocedí un paso, pero no porque su golpe hubiera sido precisamente fuerte como para conseguirlo, sino porque comencé a sentir ligeros mareos y frialdad en los dedos de mis manos. Lo miré caer a un lado luego de zafarse de la embestida del bloque de acero que ruidosamente había regresado al punto muerto en su base origi