Rodrig Tarskovsky. Era grácil. Ágil como un gato, flexible como un contorsionista y ligero como una hoja de papel. Era un ser bastante peculiar, sus colmillos como trozos de hielo seco permanecían bajo sus labios que torcidos estaban en una mueca simple. En el momento en que el descontrol intentó consumirme desde adentro, opté por tomarlo de los tobillos con la intención de sacudírselo al piso y cumplir mi deseo de romperle un hueso, pero resultó no lastimarse, ingeniándoselas de una manera casi teatral, para levantarse y encararme de nuevo. Muchas cosas estaban pasando en un corto lapso de tiempo, cosas bastante importantes, pero él no había abierto la boca sino para deducirme demente y afirmar que yo asesiné a su hermana. Supongo que se refería a Lillith, quien fue mi asistente. Fu