Aquellas dos vampiras estaban tan empeñadas por destruir la una a la otra que no se estaban dando cuenta que estaba a punto de despuntar el alba, y fue cuando Niurka alertó a Eishla que debía cuidarse de los rayos del sol y sería historia, entonces la joven decidió retirarse, no sin antes dejarle un recuerdo momentáneo a su enemiga.
Una situación entre Eishla y Jelenia solía ser que la noble siempre quería opacar a la huérfana, puesto que en todo era mejor que ella, pero como había una que era rica, eso le daba ventaja para quitarse a su competencia de encima, aunque se terminaba hundiendo en su propio ego, lo cual lograba que se ganara varios enemigos por doquier, pero no podían expresar su aversión.
Eishla le clavó las uñas de la mano izquierda en el hombro derecho de Jelenia de una manera tan rápida que hubo de los que presenciaron aquel modo de ataque tuvieron que taparse la boca para no dejar que escapara tan siquiera un suspiro.
Ya había salido el sol, por lo que las vampiras que quedaban en aquel bosque de cipreses salieron despavoridas con tal de no morir chamuscadas. Aun así, los humanos aun no salían de su asombro al recordar como dos hembras de una misma especie eran capaces de atacarse tan ferozmente.
— Tengo curiosidad de saber que se traían esas dos vampiras. — Expresó Artemio por fin.
— No creo que nada bueno. Al juzgar por la apariencia de una de ellas, su parentesco con el máximo líder de los vampiros, podría asegurar que es una familiar muy cercana de ese tipo, aunque también podría tratarse de su hembra. — Aseveró Ashton.
— No se puede dar por sentada esa teoría, mi rey, aunque con esa especie nunca se sabe, sólo debemos saber cómo movernos, porque de una cosa sí debemos estar seguros, ambas vampiresas andan detrás de nuestras carnes, y aun no sepamos con qué motivo, debemos estar muy alertas. Carinty no está a pocos metros de aquí. — Enfatizó Artemio.
— ¿Ustedes se imaginan que esas hembras estén interesadas en nuestro rey de manera amorosa? Sería el colmo para nosotros los humanos. Es como ser el amante de una mantis; no sabrías cuando te podrían decapitar. — Intervino Omar de buenas a primeras, haciendo que tanto su rey como el herrero retiraran sus brazos de sobre ellos abruptamente.
— No seas absurdo, Omar. ¿Cómo se te ocurre decir tal barbaridad? — Cuestionó Artemio.
— Puedo pensar de tal manera gracias a que vi cómo se te iban los ojos detrás de la vampira rellenita que lanzaba pedradas al aire como si de un arte se tratara.
Omar tocó una fibra sensible de Artemio, algo que había detonado un deseo inmenso de golpear a su compañero, pero Ashton decidió interferir.
— Sería propicio de tu parte, Omar, respetar a tus superiores, y de paso pedirte que ni siquiera te atrevas a bromear con algo tan serio como decir que Artemio vio a esa mujer de manera amorosa, una que cuya especie es nuestra enemiga por tratarnos como si fuéramos parte de su cadena alimenticia, no es muy respetuoso y nos podría convertir en una vergüenza para los nuestros. — Advirtió Ashton.
— En honor a la verdad, a mí las tres me parecieron atractivas, señor. Pero si usted prefiere que no se hable del tema en ese sentido, de mí no volverá a escuchar ni una sola palabra más. — Concluyó Omar.
A diferencia de Omar, quien decía lo que pensara ante el rey, los demás se reservaban sus opiniones, no obstante, así como éste había quedado fascinado por la manera en la que aquellas vampiras estaban peleándose por llegar ante las presas que significaban los humanos, también los otros guerreros se deleitaron y comentaban sobre lo que habían presenciado.
.— Las fosas nasales poco no me servirían, Niuka. — Decía Eishla mientras se aseaba en una cueva cerca del refugio de los humanos. — Aunque no sé para que fuiste hasta el campamento de esos tipos. Se custodian hasta los pensamientos.
— Recuerda que a diferencia de ellos, nosotros tenemos comunicación telepatía, una desventaja muy considerable; yo también optaría por poner mis pensamientos en blanco si estuviera en la misma posición de ellos.
Mientras aquellas mujeres discutían sobre lo que pensaban de los humanos, Jensen estaba maldiciendo el hecho de que Eishla apareció para arruinarlo todo.
— Yo sí iba a ejecutar mi trabajo, pero tu noviecita interfirió… Como si no fuera ya su costumbre. — Se escudaba Jelenia.
— ¡No me vengas con esas pendejadas, Jelenia, carajo! Era el momento perfecto y te lo dejaste quitar de las manos.
— ¡Ah! Y si era el momento perfecto, ¿por qué no aprovechaste tú y ejecutaste la cacería?
Jelenia dejó el salón imperial sumamente molesta con su hermano por un reclamo que a ella le pareció fuera de lugar. Además pensaba en el hecho que de que su querida y siempre irrespetada enemiga estaba cada vez que iba a lograr algo de mérito por sí misma para arruinárselo. ¡Linda forma de venganza!
>> Quisiera darte donde más te duele, maldita callejera, pero no tienes nada más que a tu perrita faldera… Eso y nada me parece lo mismo. Tendré que buscarte un punto, o una persona que te haga débil. << Remilgaba la joven vampira rica en sus adentros.
Durante aquella noche, la estrategia que puso en práctica el rey y sus hombres fue tirarse al suelo y cubrirse con el manto que cada uno posee, uno confeccionado en tejido de lana, o también de lino, este después se empapado en el aceite de la predilección del guerrero; bien podría ser de ciprés o de ajo. Aunque en el caso en particular, todos optaron por la primera fragancia.
— Debemos continuar nuestro recorrido ahora que está temprano, señores. Debemos atravesar el valle de las sombras cuando el sol esté en su punto más alto, o de lo contrario tendremos que quedarnos fuera. Eso nos podría quitar la ventaja en nuestro avance de camino a Carinty. — Avizoraba Ashton a su ejército.
— Mi rey… — Llamó Artemio a Ashton aparte, — ¿Crees que realmente se me notó demasiado mi admiración por la vampira que estaba defendiendo a la flaca rubia? — Preguntó él con atisbos de timidez.
— Se notó la fascinación que te causó, pero puedes usarlo a tu favor y decir que al igual que a los demás, a ti también te llamó la atención con la destreza que maneja su estilo de lanzamiento, sin armas de por medio, por lo que no tienes que sentirte intimidado.
Era motivos de nervios que tanto el rey de los humanos como su escudero y herrero estrella estuvieran pensando en dos mujeres que podrían significar el fin de la humanidad en Setonia, o ¿Por qué no? En todo Vidralia. Y era eso o saber que debían desistir a su absurda idea del enamoramiento con el enemigo.
Para Eishla estaba siendo difícil manejar la situación de que estaba enamorada de un humano que encima era el rey de los humanos, pero también estaba consciente de que no quería que sus congéneres lo atacaran a él y los suyos, pero estaba en una incógnita puesto que ella sabía que era una constante la guerra entre ambas especies.
— ¿Vamos a defender a los humanos todo el tiempo que a Jensen se le ocurra atacarlos, Eishla? — Preguntó Niurka un poco fastidiada.
— ¿Puedo saber qué te pasa, niña?
— Estoy de muy mal humor, me imagino que lo notas.
— Lo sé, tarada, por eso es que te estoy cuestionando.
— Tú te sentirás cómoda con la idea de estar con un humano, pero el olor de la piel de ellos, de su sangre… — Pausó Niurka al mismo tiempo que se estremecía, — Pero sobre todo ese hedor de la testosterona… ¡Eso fue intenso, Eishla! No sé cómo me vieron, pero sus hormonas eran demasiado pesadas para mí, en especial las de uno de ellos en particular.
Eishla estaba confundida, porque ella apenas si sintió la presencia de Ashton, por lo que percibir a otros no le importaba, aparte del hedor del aceite de ciprés que era casi nauseabundo para ella.
— ¿Cómo es que no te afectó el intenso hedor del aceite de ciprés?
— El olor a macho de ese hombre me entretuvo al grado sumo, tarada. Espero no volver a verlo en lo que le quede de vida.
Niurka puso los ojos en blanco en el mismo instante que decía esas palabras, recibiendo a su vez una mirada de pena por parte de Eishla, era como si lamentara su situación y deseara no ver a su amiga en su posición.
En otro escenario…
— ¡Necesito arrancarle la cabeza a alguien, y quiero un nombre que llene mis ansias! — Vociferó Jensen tan alto que se escuchó en todo el salón imperial de su castillo.
— La huérfana de Eishla y su amiguita, la pulguita. — Propuso Jelenia, recibiendo una mirada color carmesí de su hermano.
— ¿No te cansas de buscar culpables para tu ineptitud, y buscas a Eishla para culparla de tus errores? Ella no sabía nada de nuestra expedición, Jelenia. Confié en ti porque te creía capaz de cumplir con esta misión, pero me decepcionaste, nuevamente… — Lamentó Jensen esta vez con una voz más calmada.
— Siempre estás a favor de esa percusia, hermanito. Pero esta vez te voy demostrar de lo que soy capaz, y ya verás que ella no es tan talentosa como crees. — Profirió la joven levantándose abrupta pero elegantemente del sillón en el que estaba sentada.