Aquel grito de profunda angustia alertó a todos los vampiros que estaban reunidos allí, pero ya era demasiado tarde; todos estaban dentro del perímetro infestado de trampas de sogas lo suficientemente finas que activaban un frasco de aceite de ajo, el cual se incineraba una vez que el rociado con el óleo recibía un flechazo encendido.
Viendo cómo se estaba dando la situación, una que estaba en contra de los vampiros y que para colmo no había ni rastro allí de los humanos, Jensen estuvo a punto de entrar en la batalla, pero Jelenia ya se le había adelantado.
Esta había estado observando cómo desde el principio sus congéneres estuvieron perdiendo la paciencia en cada paso que daban. Era como si ellos no supieran lo que estaban haciendo o contra quien estaban luchando, por lo que se dedicó a mirar cada actuación, dándose cuenta que los suyos estaban caminando a la ciega.
Una vez localizado el punto en el que estaban los humanos, Jelenia se fue sola hasta el lugar donde ella presumía estaban, dando con ellos entremetidos en árboles de ciprés, unos que a los de su especie le causaban ciertos estragos, incluidos la muerte si rozaban con ellos, por lo que ella se manejó de manera cautelosa.
— Ahora entiendo por qué se le está haciendo tan difícil a los de mi especie acaban con una tan inferior a la de nosotros. Podría deducir que el nuevo rey humano tiene muy buenos estrategas a su lado o es muy inteligente, ¿Qué debería pensar? — Vociferaba Jelenia cerca del refugio de los hombres apostados entre los árboles, esto sin recibir respuesta.
>> Definitivamente son seres muy interesantes, hermanito. > ¿Desde cuándo esa ridícula tiene esa fuerza? Eso no es bueno… Jensen no puede saber eso… << Pensaba Jelenia cuando fue intervenida telepáticamente.
— ¿Qué no puedo saber, hermanita? ¿Acaso no has sido capaz de conseguir al sarnoso del rey de los humanos? Voy a pensar que realmente eres una incapaz y tendré que aceptar los servicios de Eishla. ¿La recuerdas? — Amenazó Jensen.
— ¡No me menciones a esa escoria, Jensen! ¡Y déjame en paz! Estoy trabajando. — Se refirió Jelenia con furia.
Cuando volvió de su trance, se había dado cuenta la mujer vampira que no sólo se había quedado sin escolta, sino que quien los atacó no estaba en las inmediaciones, y que además el olor a humano había mermado un poco.
Eishla esparció el aroma del ciprés por todo el lugar al cortar uno, y a pesar que le hacía daño a ella también, prefirió arriesgarse.
Los humanos estaban en silencio viendo todo lo que estaba sucediendo, que aunque era de beneficio para ellos que los vampiros se estuvieran atacando entre sí, no estaban entendiendo en lo más mínimo el comportamiento de aquellas mujeres alrededor de ellos. Sin embargo, esto era una zona de guerra, y salir ilesos era lo imperante para ellos sin importar el escenario que tuvieran que enfrentar.
Al ver la zona en la que se estaba dando una lucha un poco fuera de lo habitual, Jensen mismo decidió dejar su punto de refugio y fue a supervisar, dándose cuenta que eran su hermana y una de sus súbditos las que estaban enfrentándose.
— ¡Oh, Eishla! ¡Cuánto tiempo sin verte! Espero que estés aquí por algo bueno, niña. Que yo recuerde, fuiste expulsada de las filas militares por falta de sujeción a la autoridad.
— Si estar por debajo de tu querida hermana es a lo que llamas autoridad, preferiría convivir con cerdos en una pocilga humana. — Pronunció Eishla después de un gruñido.
— Si no fuera porque vamos a exterminarlos a todos los que encontremos aquí, además de hacerlo con todos los que viven en Vidralia y el resto del mundo, te concediera ese privilegio. A veces he pensado que preferirías estar con esos adefesios de la naturaleza que con los de tu propia especie.
— Créeme que ellos son más nobles que nosotros. Al menos luchan para mantenerse con vida, y si sacrifican algo, es para alimentarse, no por pura diversión.
— Niña… Hablas como si estuvieras enamorada de uno de los de la especie humana. ¡Qué mal gusto tienes! — Intervino Jelenia, recibiendo una mirada de pocos amigos por parte de su hermano. — Sin ofender, hermanito… — Se excusó la intrusa tapándose la boca con sonrisa descarada.
— Será mejor que te calles, Jelenia. Siempre estás pensando que todo el mundo está enamorado de su enemigo aquí. Si este fuera el caso con Eishla, eso la llevaría a la tumba, y con mis propias manos ejecutaría ese deseo, ya que eso serpia lo que ella estuviera pidiendo. Porque no estás enamorada de ningún humano asqueroso, amada mía… — Se acercó Jensen lo suficiente a la última aludida como para darle un beso.
En eso llegó una pedrada hasta la cabeza de Jensen por mano de Niurka.
— ¡Ay, Jensen! No te vi… ¡Je, je! Pensé que querían atacar a mi amiga.
— A veces me preguntó por qué el cielo nos castigó con alguien tan torpe cómo tú entre nosotros. Debiste nacer entre los humanos. — Lamentó Jensen, dejando aquel lugar molesto.
Niurka casi se ponía a llorar por las palabras que le dijeron, pero el ánimo pronto de su amiga no la dejó caer tal como ella quería.
— ¡Retirada, vampiros! Nuestra misión fue saboteada esta noche. — Vociferó Jensen con profundo pesar, llevándose a su hermana casi a rastras.
A todo esto, ninguno de los humanos que estaban escondidos por allí se había dispuesto a aparecerse en escena, más bien decidieron observar todo lo que estaba pasando, aunque hubo un reacción inesperada.
— ¿Con qué aquí es que se están escondiendo? — Dijo en voz baja Jelenia.
— Ellos son mi presa, bruja de inframundo. — Aseveró Eishla entre dientes.
Y como si fueran las peores enemigas, ambas empezaron a arañarse como animales feroces, destrozándose la piel la una contra la otra a zarpazos con las uñas. Y mientras esto acontecía, algunos de los humanos que estaban allí se iban a disponer a atacar, pero Niurka se los impidió a punta de pedradas, todo para evitar que tan siquiera hirieran a su amiga.