Elondi era en Vidralia la ciudad más famosa por las tener las mujeres más exquisitas de todo el país, y no sólo eras humanas que contaban con ese título, también lo hacían las vampiras, por lo que cualquier hombre en el mundo que venía hasta esta ciudad podría caer en la tentación de llevarse a una especie creyendo que era la otra.
Ya el General Bridges tenía todo preparado para recibir a sus invitados, desde la más suculenta, hecha con lo mejor de la cosecha de aquellas tierras, hasta un harem de mujeres que había provisto para atender a los caballeros que llegaban hasta su muelle, y para el prisionero, la mejor celda que pudiera ofrecer para que se sintiera incómodo y presto de acuerdo a su condición.
Ashton se hizo el desentendido desde que vio el cortejo que venía hacia él con el General Bridges a la cabeza. Le urgía conversar con aquella delgada mujer de la que se había enamorado, porque el día que ella lo había atacado notó que ella no estaba en sus cabales. Era eso o exponerla para que sus guardias la asesinasen.
Lo que había hecho Ashton en ese instante fue una clara declaración de guerra por parte de él para Eishla. ¿Cómo se atrevía a darle la espalda de ese modo sin siquiera dirigirle una mirada desaprobatoria? ¿Acaso iba a ignorarla eternamente?
Esa vampira no estaba entendiendo la posición en la que ella estaba; si el rey se acercaba tan siquiera a ella, o era para él terminar con ella el trabajo que la susodicha había empezado, o sus mismos oficiales la ultimaban al reconocerla. Mas a ella eso poco le importaba en esos instantes, su corazón estaba pensando por ella, y hablaba demasiado fuerte en realidad.
— A veces pienso que no tienes sesos en ese cráneo, Eishla… ¿Cómo se te ocurre quererte exponer entre soldados humanos así no más, cuando tú misma me contaste que crees que atacaste a su rey? Te irán encima y te volverán carne molida, descerebrada. Tranquilízate, y luego pensemos en un plan para que tanto tú como yo podremos ver a esos hombres que tanto nos atraen. — Propuso Niurka después de la retahíla de cosas que le expuso a su amiga.
El oxígeno le volvió al cerebro a Eishla después de escuchar a su amiga. Realmente se había cegado al ver que Ashton se retiraba sin siquiera mirarla, y además de irse acompalado de varias mujeres, y de gancho, como si ella no estuviera viéndolo. Fue una afrenta en su cara, y ella estaba dispuesta a cobrársela de alguna manera a ese rey insolente, pensaba la vampira plebeya.
Durante la cena que el General bridges había preparado para el rey y sus oficiales, aquellos hombres se dieron tremendo banquete, y no sólo de comestibles, ya que estando acompañados de féminas de todo tipo, aquellos cabaleros se sentían más que complacidos, y más cuando bebieron toda clase de bebidas, de las cuales se restringieron Ashton, Artemio, Christopher y unos cinco soldados más.
— No es bueno ponerse hasta el tope, soldados. Aún no hemos llegado a nuestro destino a pesar de estar tan cerca, pero hasta casa como tal no hemos llegado. — Aconsejó Christopher siendo desaprobado por sus compañeros.
Todos se alinearon cuando escucharon el carraspeo que provenía de donde se encontraba el rey sentado, por lo que ahí mismo todo el que estaba llevándose un trago de licor a la boca se lo retiró, pero por supuesto todos esos hombres les rogaron a su comandante con la mirada que al menos les dejara disfrutar de los placeres de una grata compañía femenina, él por supuesto les indicó con un ademán con su mano izquierda que tenían permiso, retirándose rápidamente a sus habitaciones.
Lo mismo hicieron el rey, el segundo y tercer máximo líder del ejército humano. Los tres se fueron solos, como tenían su costumbre, pero todas las chicas estaban la expectativa, ya que estos solían hacer eso, pero en plena madrugada, cuando ya todos estaban cansados de sus quehaceres de alcoba, entonces ellos arremetían como si fuera una competencia. Una rutina silente y extraña entre esos tres.
No obstante, ni Ashton ni Artemio se sentían de ánimos de llamar ninguna chica elondiana esa noche, más bien estaban dándole vueltas a sus pensamientos tratando de ver cómo se hacían para ver a esas mujeres con las que estaban soñándose constantemente en estos últimos días, a pesar de que uno se prometió que volvería a saber de ella, y el otro a sabiendas que su nueva conquista se llevaba su cabeza entre las uñas al saborearlo con sus ponzoñosos colmillos.
Igualmente estaban aquellas féminas al no saber lo que estaba pasando en los pasillos que albergaban a sus hombres dentro de aquellas habitaciones a las que ellas no tenían acceso.
— Créeme, Niurka, que voy a entrar a esas habitaciones aunque tenga que cargarme todo el ejército que anda con Ashton, Conrad, y cómo se llame. No me quedaré en ascuas esperando que otra disfrute de mi hombre como si yo estuviera pintada. ¡No, señorita! Eso no lo verás suceder.