Ciertas Formas de Inflexión

1586 Words
Al ver Eishla que la señora de las hechiceras estaba dispuesta a poner a Zascha en su lugar, aunque lamentaba que iba a necesitar de su colaboración no en la manera que ella lo hubiera querido, pero no le quedaba de otra más que participar. A la hechicera más joven se le notaba los nervios como la traicionaban, ya que sus manos temblaban como si fueran hojas. Deseaba no estar frente a una mujer que con sólo una mirada descubría cualquier solapaba intención que escondiera la persona que ella decidía inquirir. — Entonces, Zascha, según tú, nunca habías usado esa pócima que le facilitaste al enviado de Jelenia, y que decidiste probar sobre una mujer que ella te describió como una usurpadora, exponiendo aquella mujer como un conejillo de indias para tus experimentos. — Montó Az el escenario bajo sus suposiciones. — Digamos que s-ssí, señora. — Contestó Zascha de manera apresurada mientras asentía reiterativamente con la cabeza. — ¿Por qué tengo la sensación de que no te creo del todo, niña? — Preguntó la veterana vampira liego de haberle hecho un alto a Eishla con su brazo izquierdo para que no dijera su opinión. — ¿Cree usted que sería capaz de engañarla, mi señora? — Preguntó Zascha fingiendo estar ofendida por la duda de su superior con mano al pecho y todo. Eishla no evitó reírse por lo bajo y reclinarse hacia atrás al ver la actuación que estaba montando aquella tipa. No era la primera vez que la veía en ese acto, pero en esta ocasión estaba más que presta a ver en que terminaba todo aquello, ya que se sentía en cierto grado vindicada. — Agradezco que esta niña se hubiera arriesgado a venir con su único objetivo de descuartizarte, porque así la pude seguir para evitarle ese trago amargo, porque por una hechicera como tú no vale la pena caer en un juicio como el nuestro, Zascha. — Reiteró Az. Tanto Eishla, como Niurka y hasta la misma Zascha se horrorizaron al escuchar a aquella mujer, ya que se suponía que la tal debía defender a las de su clase, y si ella tuvo la indelicadeza de enunciar esas palabras, era porque había mucho más que no se veía a simple vista. — Zascha… Querida Zascha… Muchas veces les impuse a todas ustedes que no intentaran acercarse a los nobles directos de la familia Oslen, y ustedes conocen por demás las razones. Ellos robaron nuestras artes para preparar a sus propios hechiceros, y éstos ninguno dio la talla como las originales aquí en Vidralia, incluso era de más categoría la más insignificante de nosotras, o hasta hubiera sido mejor buscar a una extranjera. Nos quemaron a vivo sol cuando no sucumbimos a sus peticiones, y mucho más sabes que estas niñas no. Por otro lado, tú has estado estafando a muchos de los clientes de tus compañeras aquí en Setonia como en otras ciudades del país, y hasta te habías ido al extranjero a hacer negocios ilícitos, muchacha. A mí sabes que no me engañas. Y si quisiste venir con el pretexto de que no conocías los efectos de esa pócima que le enviaste al encargo de Jelenia, o fue para congraciarte con esta desgraciada vampira, o porque le pusiste un elemento nuevo que no habías implementado anteriormente. — Expuso la señora de las hechiceras. A Zascha le temblaba un ojo, a Niurka se le había quedado la boca abierta al escuchar cada detalle, pero Eishla estaba petrificada en su asiento, ya que no sabía que fuera tan arpía la mujer a la que una vez consideró su amiga en sus años de academia militar. — ¡Señora, le ruego su perdón! Nunca quise que se viera mi atrevimiento como una sublevación en su contra. Es que ustedes todas me habían dado la espalda, incluso mire las condiciones en las que vivo, debía buscar la manera de sobrevivir, o al menos de surgir de entre el fango en el que ahora estoy sumergida. Debe entender que debía hacer algo por mi cuenta, o me quedaría presa en este lugar y olvidada por las de mi clase. — Reveló Zascha. A la señora de las hechiceras le dio deseos inmensos de levantar la mano para herir a la mujer que le había dado una explicación absurda a su juicio, pero tuvo que contenerse por las dos testigos que había en aquella habitación. — Muy bien sabes porque estás aquí en este pantano. Estás cumpliendo con un castigo por la insolencia que habías cometido hace unos años atrás, y a pesar que te perdonamos la existencia esa vez, fuiste capaz de volver a desobedecer el veredicto que te dimos en el juicio de ese entonces. Aunque te propongo algo, serás la albacea de estas dos niñas; no podrás perderle ni pie ni pisada, y… — Levantó la señora su dedo índice derecho cerrando sus ojos en el acto para callar los remilgos que Zascha pretendía proferir. — Si me das un mínimo remilgo antes de terminarte de plantear mi plan, te voy a herir con oro o con ciprés, lo que me llegue primero a la mano aunque me la queme en el proceso. Las dos vampiras más jóvenes estaban estupefactas al escuchar aquella conversación; no sabían si sentir pena por Zascha o satisfacción por como la estaba tratando su superior, pero se veía que aquella hechicera vampira no la estaba pasando muy bien que digamos. — Pues me permito proseguir, — Anunció la señora, — Vas a ser la hechicera que le asignaremos a estas damitas, porque veo que estás dispuesta a trabajar para mantenerte, y podría decir que como quieres salir de este chiquero, vas a someterte a lo que te diga de ahora en adelante. — Culminó Az de establecer su propuesta. No era que Zascha estuviera obligada a decir que sí, pero tampoco tenía muchas opciones a elegir un no o un tal vez, por lo que estaba claro que lo que le quedaba por admitir era que podría optar por elegir el tiempo en el que se mudaría. — Te doy una semana para que recojas tus cosas y tus brebajes, por supuesto, y para que desaparezcas tu rastro por aquí, Zascha. Espero que manejes el tiempo de manera prudente pero rápida y efectivamente también. — Sentenció Az. — ¡Señora de las hechiceras! — Llamó Eishla la atención de las presentes repentina y abruptamente. — Az, querida, puedes llamarme Az. — Sí, ¡Az! ¿Por qué le da un castigo a esta pendeja de manera bilateral? Me refiero al hecho de que no lo consultó conmigo ni con Niurka, además nosotras no es que vivimos en un palacio, ni siquiera en una mansión, ni siquiera en una casa en medio del pueblo. Vivimos en una cueva en medio del bosque, amiga… — Aseveró Eishla. — Lo sé, querida… — Reconoció Az, poniéndole su mano derecha sobre el hombro izquierdo de la joven que le había dirigido la palabra. El ambiente en aquella habitación no era la más relajada se podría decir, más que nada porque Zascha sabía que no podía contradecir a su superior en ninguna de las órdenes que le dio previamente. Y si lo pensaba mejor, era una sentencia mucho más placentera de la que esperaba; pudo ser diferente, como bañarla con aceite de ajo, por ejemplo, y que el mismo le comiera la piel desollándola viva. Ya la palabra de Az había sido dada y la decisión tomada, aunque las involucradas no estuvieran de acuerdo, mas todas sabían que debían acatar órdenes, aun dos de ellas no comprendieran en lo más mínimo por qué debían aceptar lo que se les estaba imponiendo. Mientras tanto, los hombres ya estaban en casa, protegidos dentro de las murallas de Setonia. Por supuesto el rey estaba recogiendo los reportes de la defensa de la ciudad en su ausencia, sabiendo que había dejado a soldados competentes para que cuidaran de la ciudadanía de la capital. — Es una ventaja que estemos detrás de estos muros, así podremos hacer uso de nuestros recursos, y los que hemos estado implementando últimamente, aún mejores. — Acotó el padre de Artemio. — Me agrada escuchar eso, General Colton. No podría esperar menos de su familia, señor. — Saludó Ashton al padre de su mejor amigo. Luego de haber recogido los reportes y de hacer un sondeo por todo lo que constituía la parte superior de las murallas, Ashton se dispuso a darse un baño para descansar después de tan larga jornada. Sin embargo, por más que quisiera llamarse al descanso, había algo en su mente que le retumbaba a voces. Sabía que Christopher tenía razón en todo lo que le había planteado y tenía que dejarse de sandeces al darse el gusto de andar de faldero detrás de una enemiga natural como lo era una vampira. Por supuesto tenía otra cosa en mente, y era abrir por fin aquel encargo por el que él y sus hombres habían arriesgado sus vidas para obtenerlo de vuelta a la ciudad donde se trabajaría los nuevos trajes de protección de la guardia real, así como también estaba el hecho que debía preparar el juicio del cual era objeto Deon Lietnal, quien había sido pedido en libertad por su padre Donald Lietnal, y a quien el rey Kiedrik gustosamente le negó rotundamente dicho privilegio, saliendo éste de la presencia de su soberano echando pestes en contra de la corona vidraliana que éste representaba.
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