La Señora

1746 Words
La señora de las hechiceras no sabía cómo reaccionar, porque había sido tan clara en reiterarle a las de su clase una y otra vez que no se relacionaran ninguna de ellas con ninguno de los integrantes de la familia Oslen y allegados, puesto que ellos eran muy traicioneros, y así como pretendían de los negocios con cualquiera de esas, si no les parecía o algo no salía al modo que ellos querían, podían prescindir de los servicios y hasta de la existencia de las que practicaban hechizos. Sin embargo, Zascha era demasiado ambiciosa, era capaz de romper cualquier regla y de contravenir cualquier orden con tal de ganarse la vida y obtener ganancias de la mano de quien fuera, y como Jelenia misma se había dado la rarea de buscarla en persona, no tuvo el corazón de negarse a los encantos de las joyas, que encima les habían sido pagadas a tiempo. — Mi señora, disculpe mi atrevimiento, pero necesitaba un poco de revitalización de mis dotes en nuestro oficio, y como nadie estaba buscándome, y la competencia aquí la verdad es que desleal, me tomé la libertad de aceptar las dádivas de la princesa Oslen. Aunque si me permite, decir algo en mi favor, cuando me enteré a quien iba dirigido el brebaje, le dejé una contradicción para repeler el efecto. — Se defendió Zascha con sagacidad. — ¡Casi me matan gracias a ti, gran estúpida! ¿Cómo pretendes que crea que Jelenia venía ante ti de buena lid en mi contra? Tú nunca has medido consecuencias a la hora de las ofertas de la princesita esa. — Espetó Eishla. El escozor en los ojos que sentía Zascha por poco y la traicionaban, pero luego de presionar sus parpados los unos contra los otros, evitó que brotaran las lágrimas, pero no pudo disimular un pesado suspiro que le salió involuntariamente mostrando su descontento ante las acusaciones que ella entendía estaba recibiendo. — Es cierto que me dejé llevar por la loca de Jelenia, pero en ningún momento ella me dijo a quién iba dirigido su ataque. Ella sólo me presentó las circunstancias bajo el alegato que había una mujer que estaba de zalamera con su hombre, por eso le envié lo que al parecer fue para ti, que, si no es mucho pedirte, Eishla, ¿Cuáles fueron tus reacciones? — Preguntó Zascha de una manera que sonó hasta descarada la cuestionante, mas no era más que simple curiosidad. La pregunta de Zascha estuvo muy fuera de lugar, y si no hubiera sido por la distancia que guardaban las mujeres que estaban con la señora de las hechiceras, incluyéndola a ella, por demás decir, todas hubieran estrangulado a la chica que salió con tan desfachatada interrogante. — ¡No, mujeres! ¡No es una pregunta para insultar la inteligencia de ninguna de ustedes! No piensen algo así… Es que nunca la había puesto a prueba esa pócima. — Explicó la joven hechicera con aparente inocencia. La explicación para las que estaban escuchándola fue una que suscitó varias reacciones. La señora de las hechiceras estrujó el abanico de mano que sostenía, Niurka dio una carcajada tal que hasta tosió en el acto, la asistente de hechicera por poco y dejaba caer la bola de cristal, pero Eishla hizo silencio y salió dela habitación donde estaba con las otras mujeres. — ¿Hacia dónde fue tu amiga, niña? — Preguntó la señora de las hechiceras un tanto confundida. — No lo sé, señora, pero créame que ella no va a descansar hasta dar con la loca de Zascha, o con Jelenia en su defecto. — Contestó Niurka. La resolución a la que se suponía había llegado Eishla no era del agrado de la señora de las hechiceras, por lo que de inmediato instó a su asistente que le alistara el caballo más veloz que tenía en su caballeriza. Entendía que debía dar con aquella chica fuese como fuese y evitar una desgracia, porque aunque Zascha había actuado irresponsablemente al usar una pócima experimental, literalmente hablando la justificación que se suponía tenía la vampira plebeya no era un argumento tan sostenible a la hora que las demás de aquella clase le quisieran cobrar su afrenta. Por otro lado estaba el hecho que no se podía atacar a la nobleza de manera impulsiva, lo que significaba que ir tras Jelenia, tras el motivo que fuera, podría hasta costarle la existencia a Eishla. — Señora, ¿Cree que un caballero como este será suficiente para alcanzar a mi amiga? — Preguntó Niurka casi al punto del llanto. — Niña… No sabes realmente quien soy yo. Puedes llamarme Az si gustas. — Contestó la señora de las hechiceras con una sonrisa de medio lado. Niurka no sabía si secarse las lágrimas o cerrar la boca de la impresión. Aquel nombre ella lo había escuchado cientos de veces en cuentos de camino y en lo que ella creía eran fabulas, lo mismo que Eishla, ya que una mujer bajo el seudónimo de “Az” era una que se vinculaba en muchos relatos sobre que había seducido a cientos de humanos, que al enamorarse de ellos los terminaba transformando en vampiros. Con eso en mente, aquella vampira rubia y rellenita se fue tras la mujer que la había invitado a irse detrás de su amiga. Era imperante dar con ella antes que llegara a los pantanos de Setonia, donde residía aquella novata de hechicera, ya que como estaba Eishla, era capaz de descuartizarla sin darle el más mínimo tiempo a siquiera reaccionar. — Sostente fuerte, niña. — Demandó Az una vez que su caballo estaba ensillado y listo para la cabalgata nocturna. El caballo de Az era un ejemplar de color marrón cobrizo, pero cuando adoptaba su versión de pelea, se vestía de color aún más oscuro de forma que se confundía con la noche, y aunque todavía Niurka no lo había visto en acción, ya se sentía impactada con sólo ver al cuadrúpedo. Una vez que ambas estuvieron montadas en el caballo, éste empezó a galopar y en el tropel adoptó una forma que parecía un espectro; apenas se le veían los ojos color rojizo, su cuerpo se había tornado aún más oscuro, colores negros centelleantes salían de sus contornos, y como Niurka todavía no había reparado en mirarse, vio como Az parecía como si fuera parte del animal, más bien como si entre los dos formaran un centauro, lo que no sabía la joven vampira es que era uno de dos torsos. Mientras tanto, el camino que a Eishla le tomó en su forma humana tres noches en recorrer lo había logrado en una sola, estando ya próximo a las inmediaciones de la casa en la que vivía Zascha, en los pantanos de Setonia. La versión vampírica de Eishla consistía en una mujer que adoptaba alas en su forma humana, su rostro se deformaba en lo que parecía un murciélago antropomorfo y sus ojos se tornaban rojizos, y se elevaba del suelo, adquiriendo una velocidad que superaba a su modo vulnerable, como también veían la imagen de la otra especie con la que competían, pero sólo se transformaban de esa manera cuando estaban realmente fúricos, o se sentían acorralados y estaban totalmente solos e indefensos ante el enemigo. Ya en los pantanos, Luci andaba merodeando por los alrededores de la casa de su ama cuando alcanzó a ver que venía un caballo o algo parecido, y a una mujer en su versión vampira acercándose a gran velocidad ambas criaturas. Para la murciélago alertar a su dueña, comenzó a hacer un sonido que fuera lo bastante desagradable para los dos invasores y al mismo tiempo la hechicera a la que le pertenecía se preparara para cualquier defensa que quisiese poner en práctica. Por supuesto que Zascha estaba preparada cuando Luci hizo alarde de sus ondas sonoras naturales. — ¡Carajo…! Pero no estaba tan equivocada cuando vi que cortaron la comunicación de repente… Qué el cielo me ampare, o la macare en esta vuelta. — Murmuraba para sí misma aquella mujer, buscando el pórtico que la llevaba al sótano donde solía guarecerse en caso de ataques extremos. Para nada a Zascha le preocupaba la reacción de Eishla, ya que sabía que con cualquier pócima podría neutralizarla, y si quería la aniquilaba también, ya iba siendo hora que ellas se enfrentaran. Su verdadero miedo radicaba en la señora de las hechiceras, que con nada que ella se fuera a defender, le haría ni el más mínimo rasguño, sobre todo después que tuvo la desfachatez de mencionar el hecho que no estaba del todo segura de lo que le había ofrecido a su última cliente. De repente Zascha escuchó que se produjo un silencio sepulcral cuando hacía poco Luci estaba haciendo sonidos en el espacio del entorno de su vivienda, por lo que entró en pánico al saberse en peligro, y lo peor era que no sabía cuáles de las dos atacantes podría ser la que llegó primero a ajusticiarla. — No te atrevas a usar ese sótano conmigo, niña. Conozco cada rincón de esta choza, así que siéntate tranquila en ese sillón viejo que tienes, prepara un buen té, y explica que fue ese tollo que hiciste en favor de la princesita de nuestro reino. — Exigió Az, esta vez luciendo una piel tan lozana como si tuviera quince años, dejando atónita a Niurka que había llegado con ella. Más atrás llegaba Eishla dispuesta a descuartizar a quien se le pusiera en frente sin medir consecuencias, por lo que la misma señora de las hechiceras se dio a la tarea de interponerse entre la vampira plebeya y la vampira que no estaba segura de sus hechizos. — ¡Mira, niña! No sé qué tipo de trifulcas hayan tenido ustedes en el pasado, y te entiendo que quieras desflecar a la tonta esta, mas necesito saber que carajos fue lo que hizo con la pócima que te probaste, también como debo saber tus reacciones, porque estoy de acuerdo en conocerlos, pero no en que esta estúpida se haya equivocado en el campo de acción, es algo que ella sabe que no tolero. — Sentenció la señora de las hechiceras mirando fijamente a su pupila. Al ver la actitud que traía la señora de las hechiceras, Eishla se trasformó en su modo humano, más que nada porque veía que alguien estaba dispuesta a poner a Zascha en su lugar al fin de cuentas.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD