— ¡EISHLA! — Gritó Niurka con rabia.
— ¿¡Qué te pasa, niña tormentosa!?
— Estoy tratando de hablar contigo desde hace rato, pero estás más allá del limbo. Tenía que hacerte regresar de alguna manera, tarada. — Rezongó la vampira rellenita.
Eishla seguía adivinando en lo que ella podría creer que tenía pensado Jelenia en contra de Ashton, porque una cosa era segura: Jensen no permitiría que ese hombre siguiera vivo y burlándose de los vampiros como si eso fuera algo de lo que regodearse como hasta ahora lo llevaba haciendo.
Y justamente el rey de los vampiros estaba pensando una y otra vez cómo pondría en jaque su homólogo humano, ya que se le estaba dando como una tarea fácil verle la cara a los de su especie, y eso era algo que lo estaba cansando.
— Mitch… Necesitaré rastreadores sigilosos, unos que no se dejen ver por nadie, y que de ser posible anden en las horas de las mañanas sin dejarse tocar por el sol. ¿Crees que podrías encontrar a uno con tales habilidades?
La petición de Jensen le había puesto a Mitch los pelos de punta. Podría dar con unos rastreadores sumamente sigilosos, pero no que pudieran eludir el sol, al menos que fuera antes de los primeros rayos del astro diurno, o durante el ocaso del día, todo dependería de lo que el rey buscaba.
— Me gustaría saber cuál es tu punto de investigación, Jensen. Me refiero al hecho de que si lo que quieres es saber sus actividades para luego atacar a los humanos a horas del día, cuando ellos no nos estén esperando, estás perdiendo tu tiempo; no tengo que recordarte que sucumbiríamos en algo así. Por otro lado, si lo que quieres es atacarlos de sorpresa, podríamos ver qué hueco hay que pudiéramos aprovechar. — Aconsejó el mano derecha del rey vampiro.
— Me gusta tu segunda propuesta… Que tengamos contacto con el sol sería catastrófico realmente. Sin embargo, mis pensamientos más bien van dirigidos a ver que comunidades están desprovistas de las murallas que rodean a las ciudades fortificadas de los humanos. Sabes que aparece uno que otro humano que osa de la gallardía de sus teneres para pagar grandes sumas de riquezas para aquellos que quieran protegerlos. Como es lógico, un buen rey no puede obligarlos a hacer lo que a este le plazca, y que aquel ricachón caería bajo su propio riesgo… Y es el tipo de pendejo al que debemos aprovechar. Quien quita que al rey le duela ese espécimen y termine con un espíritu altruista de querer darse por los suyos que se suponen están desprotegidos. — Comentó Jensen ya fingiendo una voz de pena y auxilio por aquella especie desamparada.
— Voy a ponerme manos a la obra, Jensen. Creo que puedo encontrarte buenos rastreadores, pero posiblemente no nos salga tan barato como quisiéramos, ya que recuerda lo que pasó la última vez con el rastreador que fue ejecutado.
— Todavía no he digerido ese cuento que me hiciste acerca de cómo se supone que alguien que fue entrenado para cumplir órdenes y saber cuándo arriesgarse o abortar una misión que le significaría peligrosa, fue por su propio pie, amigo mío. Quienquiera que le pagó a ese estúpido será descubierto, y si tengo que despellejarlo vivo yo mismo con mis propias manos, lo haré. Mi prestigio se está viendo afectado por ese afrentoso que fue tras no sé qué cosa ese día.
Mitch dejaba que su rey se desahogara y no le demostraba que sabía las cosas que sucedían y por qué, porque aquel rastreador fue él mismo que le dio la orden de salir a hacer aquella tarea, lo mismo que otras en las que no siempre había buenos resultados, sobre todo rastreos mandados a hacer por el rey en persona, que dicho sea de paso, eran muchos que terminaban en fracaso. Y una vez más había que hacer lo que dijera el jefe, rogándole al universo que todo saliera a pedir de boca, pero, ¿De quién?
Por un momento al hombre de confianza del rey Oslen le llegó ráfagas mentales acerca de una vampira que no solamente era experta en artes marciales, en defensa personal y estrategia militar, sino que también era una tremenda rastreadora, pero por cosas del destino, o por el simple capricho de la princesa, la misma fue expulsada de las fuerzas castrenses en la que estaba tomando entrenamiento.
Era una de las cosas que lamentaba Eishla. Mientras estaba en la academia militar estaba estresada porque no sabía qué rumbo tomaría su carrera soldadesca pues era buena en varios rubros de los que desempeñaba allí, pero con la simple intervención de la princesita Oslen, fue suficiente para ver cómo se iba todo su entrenamiento a la basura, y sobre todo cuando sólo faltaban meses para su graduación.
No sólo había sido la vampira plebeya la que se había frustrado por aquella situación, sino que también lo estaba Jensen, ya que él estaba profundamente enamorado de aquella chica, aunque la intervención de su hermana había opacado todas las intenciones de este vampiro con aquella mujer con la que tanto había soñado y la que tanto le había prometido amor eterno, y la cual quiso creerle ciegamente, pero al verse impotente ante lo que había ocurrido, donde todo parecía indicar que Eishla era la culpable de todo un sabotaje durante una prueba de gran trascendencia en la academia, al mismo rey no le quedó más remedio que aceptar las acusaciones que le imputaban a su amada en secreto.
Eso había hecho que todo lo que había construido Jensen con Eishla se fuera por la borda, un motivo más por el que la vampira plebeya y la vampira noble se quisieran cada vez menos, y por no llevarse bien y estar en franca competencia, siendo que una vez se enteró de que su hermano podría estar apoyando a aquella realenga, la hizo ponerse más agresiva en la rivalidad que la princesa misma había montado en contra de la que pudo haberse convertido en su cuñada.
Aquel hombre estaba desesperado por ser él que diera con Eishla para que fuera ella la asignada para lograr esta nueva encomienda del rey de los vampiros, pero cuando recordaba la relación que una vez hubo y la que aún seguía viva entre la posible rastreadora y su amante, prefería tirar todo por la borda, aunque también le urgía ponerse manos a la obra, porque el reino vampírico de Vidralia se estaba viendo muy afectado a nivel nacional, y todos los demás vampiros de todo el mundo estaban dando muestras muy sutiles de querer destronar a los Oslen por la mala gestión en su territorio asignado.