Los centinelas que custodiaban las murallas habían acatado la orden del rey porque sabían que no les quedaba de otra que cumplir con sus responsabilidades, pero para ellos era un absurdo encender la alarma de prevención en contra de cualquier ataque vampiro.
La cuarta noche ya estaba en su apogeo toda clase de casetas y pequeños festivales que a los humanos les encantaba disfrutar durante ciertas festividades, y que sólo en las horas de pleno sol podían darse; desde ponerle la cola al burro, lazar hombres al agua y demás formas de entretenimiento se habían montado por doquier, y como si se hubiera empezado a preparar con antelación y se hubiera enviado un comunicado en todo Vidralia, cada ciudad amurallada se había puesto de acuerdo para hacer lo mismo.
Además de Setonia, en Maledia, Yordia, Onderia, Jilmadiel, Elondi y Uraltiel celebraban la cuarta noche de luna llena como si no habría mañana. Sólo Kabridia y Carinty se habían cohibido de celebrar nada por miedo a que pudiera manifestarse algún ataque vampiro si ellos se daban el lujo de estar desprevenidos.
En Carinty tenían la dificultad que debía enfrentar Omar de reconstruir las murallas de la ciudad, unas que se habían quemado y desplomado, y que por mandato del rey se estaban restituyendo, y que estaban siendo amenazados los trabajos por el señor Fradfurd y otros señores que tenían buenas posiciones y posesiones, pero la mayoría del pueblo estaba colaborando, así como caballeros que poseían riquezas y podían competir con los otros caballeros, mas el trabajo estaba prosperando. En el caso de Kabridia, nadie sabía quién era vampiro o no allí, por los que todos se cuidaban de todos, y aunque formaban grupos sociales, cada quien solía cuidarse para no caer en un error que fácilmente les costare la vida por tan sólo abrir la boca.
— Los centinelas me infirman que se ven luces encendidas en medio desde dentro de la ciudad amurallada más cercana de aquí, General Patrick. Si ese es el caso, podría ser que nuestro rey nos ha permitido celebrar durante esta luna llena sin tapujos. — Refirió el señor Fradfurd.
— Debió ser demasiado insistente usted para convencer a nuestro centinela, o cuidado y fue que usted mismo fue a cerciorarse que todo estaba en total apogeo para venir a dar un mal informe, señor. — Pausó de golpe Omar en su elocución, y luego de un suspiro, continuó, — Podría ser cierto que en las demás provincias todos estén celebrando dentro de las murallas la luna llena, pero por si no lo ha notado, aquí en Carinty estamos prácticamente a la intemperie, y como fui encomendado por el rey Kiedrik, no cometeré la imprudencia de exponernos ante nuestros enemigos, señor Fradfurd. A veces pienso que usted trabaja en favor de los vampiros con el fin de quedarse a cargo de esta ciudad, señor. — Cambió el general el rumbo de la conversación de repente.
El semblante del señor Fradfurd cambió de pronto cuando Omar hizo aquella referencia, comenzando a gaguear para defenderse.
— ¿Co-cómo se atreve a-a aseverar una a-cusa-ción tan grave como esa, G-general Patrick? Me está llamando traidor en mi cara, ¡Y en contra de mis congéneres, general! ¡Espero que se retracte de sus palabras! — Espetó finalmente aquel hombre.
El señor Fradfurd azotó la puerta de la oficina de Omar con fuerza, algo que era catalogado como un acto de irrespeto, pero el general prefirió no hacer nada para amedrentar a aquel tipo; había cosas más importantes en las que ocuparse, puesto que él había cada cosa fuera de lugar.
— ¿Qué quería Fradfurd ahora, Omar? — Se escuchó una voz femenina que venía de la habitación detrás de la oficina, que era la del aludido.
— Lo mismo de siempre, Tricia… Persuadirme de dejar que nuestros compueblanos se expongan ante las miradas lascivas de los vampiros.
— ¿No piensan apresarlo nunca a ese tipo, acaso? — Preguntó la mujer indignada.
— Si tú que siempre has estado aquí no has encontrado ninguna prueba en su contra, a mí sólo me queda investigar a profundidad sus implicaciones con los vampiros para acusarlo formalmente ante el rey. — Evidenció el joven general interino haciendo que su amante guardara silencio. — Aunque ahora tengo otras preocupaciones en las cuales concentrarme, Tris.
Tricia frunció el ceño pues no entendía a lo que Omar se refería, ya que todo estaba marchando bien en la ciudad, y ellos no estaban siendo atacados, más que nada en aquellos días de luna llena.
— Nosotros estamos detrás de estas paredes que no son más que el santuario de la ciudad, que hasta ahora nos están sirviendo de fortaleza, por lo que no podemos estar dando tumbos así porque sí en medio de las calles durante las noches. Pero desde hace días los centinelas me han estado informando que se ve algarabía en otras ciudades vecinas durante las noches, a pesar que el rey mandó a encender llamas de alerta. — Compartió Omar su preocupación frente a la chica con la que estaba.
Aquella mujer no supo que decir acerca de lo que estaba escuchando, pues no tenía sentido que el mismo rey en cuestión estuviera apoyando la actitud masiva en la que había caído la gente vidraliana, porque se suponía que nadie se debía exponer durante la noche, que toda feria o fiesta, o cosa parecida a una reunión nocturna estaba fuera de discusión a celebrarse en las horas nocturnas para cuidarse de los chupasangre.
Sin embargo, lo que nadie sabía era que Ashton había estaba anunciando durante el tercer día que no se permitía ninguna manifestación festiva en las noches de allí en adelante, ya que los vampiros, que aún no habían dado señales de vida, podrían aparecerse en el momento y atacar y hasta mermar a toda una población por su indiscreción.
No obstante, los esfuerzos de la corona fue en vano, ya que personas como Donald Lietnal y otros hombres ricos de Setonia, buscaron la manera de imponerse sobre el rey, ya que aquel hombre específicamente estaba buscando la manera de romper el orden que el joven Kiedrik estaba tratando de crear, y si perder a una buena parte de la población era una de las vías que debían ponerse en práctica, pues se aferraría a ello con tal de echar por tierra el nombre de aquella familia.
Nadie estaba pendiente de tomar en consideración las precauciones del rey Kiedrik, y como estaban apoyados por parte de los parlamentarios de la corona humana vidraliana, se dispusieron a una para celebrar sus fiestas nocturnas como nunca se había dado en aquel país.
— El cuarto día parece ser un perfecto caos desde el lado humano, señoritas… Si sus hombres no son lo suficientemente astutos, se quedarán sin población a la cual liderar si esto sigue como va. — Vaticinó Zascha ante sus dos anfitrionas.
No tenían por qué estarlo, pero tanto Eishla como Niurka estaban nerviosas de lo que podría pasar con la población humana si seguían creyéndose el cuento que los vampiros no tenían intenciones de atacarlos. Justamente esa era la estrategia que estaban implementando, y por lo visto, estaba dando resultados, porque desde la g****a en las montañas en la que aquellas tres estaban refugiadas, se veía como que los seres humanos estaban celebrando en cada rincón del país como si estuvieran solos en aquellas tierras.