Atinada Puntería

1618 Words
Al que Ashton le había atinado con la flecha comenzó a dar alaridos de dolor cuando recibió la flecha, ya que ésta estaba infestada de aceite de ajo, encima era un proyectil hecho de madera de ciprés. El ungüento le daba más peso a la hora de la proyección, y por miedo a no dar con el blanco en la noche, encendían la saeta que sería lanzada, y como la ballesta era de hierro, no necesariamente se quemaba y tenía mejor precisión que si se hacía con arco. — Sácame esta maldita flecha rápido y llévame a curarme, o no la cuento, hermano. — Reclamaba el vampiro herido. Su compañero no medio palabras con él, sino que se dignó a socorrerlo, aunque sabía que corría el riesgo de no lograr con la encomienda; repuso a sacar la flecha y a proceder con la petición que se le había hecho. Habían unas hierbas que podían repeler un poco el efecto del aceite de ajo en los vampiros si se actuaba a tiempo, sólo que estos dos no tenían ese tiempo, y cuando el compañero del herido quiso actuar, ya era demasiado tarde. >> ¿Cómo le digo a Mitch esta vaina? Si el rey Jensen se entera de esta de baja, me incinera, y no estoy dispuesto a asumir un castigo, por mínimo que sea, por la necia de la princesita esa. — Remilgó el vampiro rastreador que había quedado vivo. Pasaron varios días, cuando por entre los oficiales humanos de toda la ciudad amurallada de Setonia se había regado la voz que el rey Kiedrik había atinado una flecha sin usar ni siquiera la luz de una luciérnaga para que lo alumbrara, creando algunas versiones por lo que aquello pudo haber sucedido, siendo una de esas tantas teorías la que sobresalió entre las otras. — Lo único que explica que el rey haya podido atinar tan asertivamente desde una distancia tan larga y alta es que él tenga alguna vena vampírica en su ADN. He oído decir que ese hombre no es un noble puro, por lo que pudo habérsenos ocultado información valiosa. — Aseveraba uno de los oficiales que sostenía aquella teoría que sobresalía de las otras. — Al parecer no se conforman con que haya sido solamente mordido por alguien de entre nuestros enemigos, y que sólo está esperando el momento preciso para almorzarnos a todos cuando más desprevenidos estemos, cosa que me pareció absurda cuando lo oí la primera vez. Pero que tenga genes vampíricos me suena hasta original esa teoría. — Irrumpió Artemio entre el grupo que estaba formulando mil cien posibilidades. Aquellos hombres sudaron frío de repente, y hubo hasta quienes orinaron sus pantalones al ver que era nada más y nada menos que el segundo oficial al mando de todo el ejército real que estaba interrumpiendo aquella conversación en contra del rey. .— Les diré que es cierto que el rey Kiedrik es capaz de lanzar una flecha sin equivocarse a una distancia exageradamente lejana, sin importar posición o altura, pero la explicación no viene del hecho que él tenga ninguna genética compartida con los vampiros. Eso de que ve en la distancia y aun en la oscuridad viene por otro motivo. — Explicaba Artemio mirando fijamente al oficial que sostuvo enérgicamente desde un principio la teoría aquella en contra de su rey. Comenzó a relatar la verdadera versión de su asombrosa destreza: — Como mucho de ustedes tienen por conocimiento, el padre de nuestro rey era uno de nosotros, es decir, un oficial. Tenía mi posición precisamente, y como había tenido al nieto del rey de ese entonces, se le encargó que entrenara a su hijo como al mejor oficial que pudiera existir en el reino, se le exigía que de ser posible, debía superar a su progenitor. Como era esa la tarea de Alfred Conrad, lo tomó en serio, y comenzó a entrenar a su hijo como si fuera un oficial de alto rango. Lo llevaba como infante a todos lados, y le hacía caminar descalzo, llevando sobre sí las aljabas con las que iban a entrenar. Además de eso le hacía cargar las leñas con las que se calentarían de noche, y a preparar los aceites para la defensa en contra de sus adversarios, esto con sólo diez años. Algunos pusieron caras de espanto al saber que el rey Kiedrik fue llevado al extremo a tan corta edad nada menos que por su propio padre. En ese momento, algunos quisieron justificar que aquel hombre no era tan duro si había sido tratado con tanta severidad desde tan joven. — No se pongan así, compañeros, porque todavía falta por contarles más de lo que era parte del entrenamiento de nuestro querido rey. — Continuó Artemio, — La teoría que ustedes han estado queriendo fomentar no salió más que por esta sencilla razón: Alfred se llevaba a su hijo a que lanzara flechas a diestra y siniestra en cualquier zona boscosa de cipreses, así los hería y hacía que saliera la resina de los mismos, de forma que se expandiera más el aroma de aquellos colosales. No conforme con eso, lo ponía a acechar animales nocturnos que les sirviera de alimento tanto al muchacho como a su padre. Más de uno se quedó boquiabierto al oír el relato del segundo hombre del ejército, porque ya se había escuchado algunos cuentos del padre del rey, pero no era lo mismo teorizar o imaginar que saber de primera mano de lo que era capaz aquel hombre. — Pero, General Colson, Ese entrenamiento es demasiado fuerte aun para cualquiera de nosotros los que entramos en edad militar a la academia, ¿Cómo pudo ese muchacho soportar tanto? — Cuestionó uno de los hombres que estaba oyendo el relato. — Ashton siempre fue un muchacho que le gustaban los retos fuertes. El mismo era el que se le imponía a su padre aunque éste no quisiera entrenarlo. Dicen las malas lenguas, — Comentaba Artemio mirando a ambos lados, — Que en un invierno de los crudos que tenemos aquí en Setonia, nuestro rey pidió que se le dejara calentar haciendo pesas, que sólo cuando Alfred vio que su hijo iba a caer en estado de hipotermia, paró el experimento de su hijo. — ¡Qué soberbio! ¡Que extremo! — Eran los comentarios que salían de entre los pocos oficiales que estaban escuchando al General Colson atentamente. — Aunque no les he contado lo que hizo Alfred finalmente para llevar a nuestro rey hasta su afinidad para alcanzar grandes distancias con una saeta por más ligera que esta fuera. — Comentó Artemio creando aún más expectativa entre sus interlocutores, — Aquel hombre esperó que su hijo fuera un adolescente, una edad en la que tuviera el suficiente dominio de la flecha y la ballesta, como para tomar con gran agilidad una de la aljaba, y le instigó a que lo persiguiera en plena noche para que lo alcanzara disparando cuantas flechas pudiera en la oscuridad. Si aquellos hombres habían creído que el entrenamiento del General Conrad había sido extremo, esto se lo encontraron inhumano. — ¿Y nunca salió gravemente herido por hacer algo tan descabellado como esto, Artemio? — Inquirió uno de los oficiales sin siquiera haberse percatado que le había faltado al respeto a su general. — No… Realmente… — Pausó Artemio sin intención sembrando duda entre sus muchachos, — Porque al principio del entrenamiento Ashton fallaba mucho, obviamente. Pero conforme iba pasando el tiempo, su puntería mejoraba descomunalmente, y cuando logró su mejor lanzamiento, por poco le traspasaba la frente a su padre, aunque era de esperarse de ese general que era más rápido de que su joven discípulo. Ya todo quedó aclarado después de haber hecho Artemio su relato; a todos se les había olvidado lo de la teoría de que el rey tuviera genética vampírica, aunque ahora el respeto que sus oficiales habían manifestado alguna vez había acrecentado, y hasta había temor entre ellos, porque un hombre que pudiera moverse en la oscuridad sin usar su vista, debió aprender a escuchar hasta el sigiloso y ligero silbido. Ashton quiso molestarse con su mejor amigo al regar la manera en la que había sido entrenado por su padre, pero era eso o debían dejarse los rumores de que el tuviera algún enlace con los vampiros. Ya era demasiado el problema que tanto el rey como su segundo hombre en el ejército tenían que lidiar por haberse enamorado de mujeres de esa especie, por lo que era de sabios evitar que esa palabra tomara relevancia dentro de sus filas. Por otro, a Jensen le estaba costando tragarse el cuento que el rastreador que había sucumbido ante el disparo del rey de los humanos lo había hecho porque éste se fue por cuenta propia a dar vueltas por las murallas de la especie contraria a los vampiros, porque si había uno de los hombres más meticulosos y respetuosos con su trabajo era ese tipo. — Necesito saber, Mitch, que era lo que realmente estaba haciendo ese imbécil por esos lares. Era muy minucioso a la hora de aceptar un trabajo, o incluso de deambular por ahí sin algún rumbo o trabajo asignado. Escuché tu reporte, pero no me lo trago del todo, así que investiga bien lo que sucedió. Mitch era muy bueno disimulando cualquier altercado a su alrededor, y por supuesto que él sabía lo que había acontecido, pero si hablaba, él mismo se vería en peligro gracias a que quiso complacer a Jelenia en sus locuras, la que en ningún momento se mostró por los predios del trono mientras ese suceso fue mencionado, todo porque su amante se lo advirtió.
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