Así como lo hizo en Setonia, el mismo Ashton fue a cada ciudad fortificada y hábitat de seres humanos de Vidralia para llevar el mensaje que puso en práctica hacía unos días atrás, que fue el de exponer en las afueras a los funcionarios que habían incidido en la manifestación multitudinaria de los pueblos bajo la corona Kiedrik en la que casi se pierde a la población en general.
No obstante, las pérdidas no fueron tan contundentes, pero si podía hablar de cientos de personas, incluyendo a quienes se fueron a vivir a la parte exterior de las murallas, como fue el caso de Marcos Morelos, por ejemplo, en la que él y sus empleados sucumbieron, o los hombres y mujeres que por más que se les advirtió, prefirieron quedarse fuera de sus casas a expensas de su propia decisión. Salvo esos insensatos, no hubo más que contabilizar.
Sin embargo, el rey humano no estaba del todo conforme con su desempeño frente a todo lo que había sucedido recientemente, que una semana después estaba ejecutando a los hombres del parlamento sin siquiera darles derecho a una explicación de sus acciones, y como él quería saciar su sed de venganza, no escatimó esfuerzos, una actitud en la que estaba el pueblo en todo el país con opiniones contrapuestas al respecto.
— El rey debió abrir un juico en contra de estos hombres, y no mandarlos al vacío a su suerte. — Opinaban de manera concreta algunos.
— El rey hizo bien en juzgar rápidamente a esos hombres; no fueron juicios como los habituales, pero esos tipos obtuvieron su merecido, porque ellos ya estaban acostumbrados a hacer lo mejor les parecía en contra del todo el pueblo atento a poder. — Era de otros su visión de este asunto.
Por otro lado estaban los humanos que habían perdido seres queridos; los que decían que eso era una pérdida de tiempo, ya que su ser amado no volvería aunque se hiciera lo que él rey estuvo haciendo, y otros que sentían que se les había resarcido un poco el dolor de ver morir, o de verse llevar el cuerpo de su persona más preciada sin más.
La verdad era que nadie esperaba ese movimiento de Ashton Kiedrik, el hijo del comandante Conrad, que aunque se habían escuchado relatos sobre su comportamiento, no era lo mismo el cuento que la realidad, pues verlo en acción fue un tanto aterrador aunque placentero para los que estaban de acuerdo, mientras que para los que pensaban lo contrario fue igual de horroroso e impresionante.
Había pasado poco más de una semana desde que se dio los acontecimientos de la emboscada de los vampiros en contra de los humanos, y había una pregunta sin contestar aún, y era cómo se habría enterado los chupasangre de que tendrían alguna manera de aprovecharse del despistaje de los que eran parte de la especie contraria a la de ellos.
Mas eso no era algo que le importaba conocer al rey de los humanos por ahora, pues tenía dos asuntos que atender esperando por él encerrados en los calabozos de su palacio allí en Setonia.
Todavía estaba Jensen pensando en cómo se haría para buscar a Eishla sin que se viera como una afrenta, pues no quería saber que por alguna imprudencia suya terminaran sacrificado a su amada futura reina, y pensó en todas los medios que le pasó por la cabeza, pero ninguna le parecía satisfactoria.
— Yo iré por tu encomienda, hermano. — Se ofreció Jelenia finalmente dejando a más de uno atónito, sobre todo a Jensen y a Mitch.
— Tú… Jelenia Oslen… ¡Ja, ja, ja, ja… Ja!— Sonó la última carcajada con desgano incluso.
— ¿Por qué no, hermano? Todos sabemos lo importante que es para ti que Eishla esté bien, que ella es la única mujer que te parece perfecta para ser tu reina, entonces, ¿Cuál sería el problema que tu mejor guerrera vaya al rescate de tu más preciada mujer? — Contestó Jelenia, oyéndose uno que otro seseo en la sala por parte de algunas de las féminas que conformaban el harem del rey vampiro.
— Algo buscas tú de beneficio, mi querida hermanita, porque también es de conocimiento público tu poco aprecio por mi mujer anhelada, y créeme, no me siento en confianza de entregarte tan sagrada misión. Sería capaz de ir yo por mi propio pie que enviarte a ti. — Declaró Jensen.
— ¡No lo piense, mi señor! Sólo de poner un pie en las fronteras que demarca el perímetro de la ciudad humana de Setonia, y sería hombre muerto. Recomiendo que envíe a la princesa, al fin de cuentas, se supone que él debe tener al menos el mínimo de respeto por los puestos de alcurnia de cualquier reina, sin importar de la especie que a la que nos estemos refiriendo, y sobre todo si este representante va en buena lid ante la presencia de su homologo, señor... — Aconsejó el consejero principal del rey vampiro.
A Mitch le pareció buena la idea de aquel hombre, aunque siempre estaba pendiente de cualquier palabra que pronunciara, pues siempre guardaba alguna intención de doble sentido en los consejos que proporcionaba; se conocía por ser un vampiro más mañoso de la cuenta, y siempre que abría la boca para dar alguna recomendación, se caía de la mata que alguna tajada de beneficio habría para ese hombre.
— No está mal su consejo, concejal Baldemir. Lo analizaré para ver que tanto me conviene, y si es que mi hermana tiene buenas intenciones, realmente. Porque te aseguro, querida Jelenia, que no respondo esta vez si pierdo a Eishla por alguna de tus impertinencias. — Advirtió Jensen a su hermana delante de todos los que estaban en el salón del trono en el castillo vampírico.
Por supuesto que Baldemir había obtenido algo de todo esto, ya que Jelenia le había entregado una porción de diamantes que ella tenía para momentos especiales, unos que consiguió en una mina que pocos conocían en la metrópolis vampírica, y que ella usaba para sus tratos más cotizados, porque esta era la piedra preciosa más cara entre ellos.
— Yo sabía que algo harías para obtener tu boleto directo a ver a ese Conrad con el que estás empecinada. — Se anunció Mitch ante la princesa en secreto después de la reunión en el salón principal del castillo.
— Yo te dije que quería conocer a ese hombre en persona. Me interesa, y ya que tú no has colaborado mucho con mis deseos, yo misma me buscaré complacer en mis caprichos, aunque no me atrevería llamar a este hombre un capricho. — Confirmó la vampira con aires de grandeza.
— Según he oído, no es un hueso tan fácil de roer ni siquiera en el plano amoroso, y viendo que eres una vampira, lo más que podría hacerte si sientes que te le acercas mucho, es cortarte la garganta en una sola incisión.
Jelenia dejó su conversación con Mitch, yéndose de allí dirigiendo sus pasos con garbo, pero más que nada fue para disimular su descontento al aquel hombre descalificarla ante ese humano al que a ella le parecía interesante, y que se creía en la capacidad de conquistar, porque hasta ahora ningún macho, sin importar su especie, se había dado la tarea de rechazar a la princesa Oslen, al menos que quisiera separar su cabeza del resto de su cuerpo, que se diera tal gusto entonces.
Dos días después estaba la princesa Oslen a las afueras de la zona que demarcaba la frontera de las murallas de Setonia con el resto de la provincia, esto para solicitar una audiencia con el rey de los humanos.
— Solicitan una respuesta de usted ante esta petición, rey Kiedrik, sólo que… — Miró Ashton al oficial que le estaba entregando el recado, — Que se presente usted ante la persona solicitante.
A Ashton le pareció tan divertida y tan osada el requerimiento que se le había hecho que se iba a echar a reír a carcajadas en el mismo instante de escuchar la petición, pero reprimió sus deseos cuando vio de quien era la firma de la carta.