Fuera de Alcance

1690 Words
Eishla había quedado en una pieza al verse cara a cara con Ashton, que de no haber sido por la rapidez del humano, ella habría caído de un muro de unos veinte metros de altura, llevándose, posiblemente, a sus compañeras de aventura consigo en la caída. Con su sólo brazo izquierdo, Ashton levantó a Eishla como si fuera una plumita en el aire. A las otras dos no les quedó más remedio que ir tras ella y subir como ya habían pautado. — Apresen a estas tres vampiras. Probablemente ellas venían a ver cómo nos estábamos comportando creyendo que ellos estaban exentos de su presencia para luego ir a llevarle un informe a sus líderes. — Se pronunció el rey humano. — ¡Pero, señor…! — Gritaba Eishla desesperada mientras era silenciada con un gesto proveniente del rey de los humanos. — No le digas nada a este pedante, querida vampira… Deja que la realidad se le estrelle en la cara y se la rompa por su propio peso. — Espetó Zascha al pensar que las apresaban a las tres injustamente. — Mi rey… Deje que las damas digan lo que tienen que decir, y dependiendo si nos conviene la información, las ejecutamos o no. Además, si mal no acabamos de ver, ellas vinieron por unas flechaduras, lo que indica que fueron sus congéneres los que debieron colocarlas allí. — Solicitó Christopher pasiblemente Por un momento aquellas tres vampiras respiraron profundo de alivio, aunque les volvió la angustia rápidamente, puesto quien podría estar salvándolas propuso su ejecución inminente. Y a pesar que casi abría la boca para mostrar su indignación, Zascha se reservó el derecho de pronunciarse pues Eishla le terminó contando al rey Kiedrik por qué habían llegado hasta allí como lo hicieron. — ¿Entonces esa fue la estrategia desde el principio? — Preguntó Ashton horrorizado y llenó de ira al mismo tiempo. Acto seguido, el rey mandó a que todos vigías estuvieran en guardia revisando cada tramo de la muralla, una que tenía más de dos kilómetros de longitud, pero que de manera bien calculada, no en todos los espacios de los muros había una escalera de sogas apostada por doquier, por lo que se fueron a examinar cada tramo de aquellas gruesas paredes. Aquellos hombres parecían hormiguitas apuradas llevando comida antes que les sobreviniera una lluvia, que para colmo era una que tenían encima, ya que actuaron demasiado tarde, puesto que las tres vampiras que les había ido a llevar el aviso estaban entrando cuando otro grupo de vampiros estaba de camino cuesta arriba. Justo donde había entrado otro grupo, se veía los vestigios de una batalla en la que dos vampiros fueron ultimados por una flecha a la sien a cada uno, pero en el que un oficial había caído, y lo mismo se estaba dando en otras partes de la muralla de Setonia. Por igual se estaban dando una escena de pelea en otro punto de la muralla, pero esta vez era una donde los humanos estaban en desventaja numérica, ya que los vampiros eran diez y los otros eran cinco, aunque los refuerzos llegaron a socorrer a sus congéneres, mas habían perdido a dos de los cinco hombres que estaban allí defendiendo sus vidas. Por supuesto, los ataques se multiplicaron en toda la muralla, y aunque el rey quisiera preverlo, ya había demasiado vampiro por doquier, haciendo que se tuviera que tocar la trompeta de alarma para que el pueblo se dispersara; había gente por todas partes en las plazas públicas y por cada calle adyacente a las de las actividades centrales, que como era de esperarse, nadie estaba pendiente a lo que fuera a pasar a su alrededor. La intención de las chicas al subir hasta la cumbre de la muralla era avisarle a quien fuera que se encontraran, aunque a ninguna de las tres les pasó por la cabeza que sería altas las posibilidades de caer prisioneras, o que el rey en persona las viera en su hazaña de querer convertirse en las heroínas ante la especie humana, demasiada osadía de su parte. No obstante, había una que a pesar de estar de mal humor, era más por disimulo que por el sentimiento mismo, ya que Zascha había hecho contacto visual con Christopher, y ella, que nunca se había dado a la tarea de tan siquiera mirar a los humanos más allá de la simple función de la alimentación, vio a aquel hombre con un sentido más de atracción. — Sería menos incómodo, incluso para nosotras, que dejaras de mirar con tanta lascivia a ese humano… Ya lo has vestido y desvestido… ¿Cuántas veces? — Reclamaba Niurka. — No protestes porque tu apreciado humano no ande merodeando por estos lares. De hecho, podría ser que ni se atreva a subir nunca por esta zona; lo que se debe estar dando por allá abajo, en la zona de la metrópolis, no creo que sea divertido. — Aseveró Zascha. — Estoy de acuerdo con Niurka, Zascha… No estamos en una posición muy ventajosa ahora mismo para que lo quieras poner peor mirando a ningún macho así. Podrán pensar que tu intención es de engullírtelo completo, y en caso que sólo quieras transformarlo en uno de nosotros, también estás en la cuerda floja con tan pretenciosa idea. — Decía Eishla. — Aunque también hay que señalar que ahora mismo ninguno de los soldados de esta ciudad está pendiente de nosotras, porque si tres vampiras que no suponen un peligro para los humanos, pudieron subir hasta aquí sin hacer el menor ruido, imagínense los que sí son de peligro público. Nos podríamos escapar en pestañeo, de no ser por estos mugrosos grilletes. — Agregó la vampira rubia más delgada mientras forcejeaba por zafarse de las muñecas. Realmente la situación en Setonia se había recrudecido, porque no habían sido pocos los vampiros que habían trepado por las flechadoras, eran cientos de ellos que habían aprovechado que la mayoría de los humanos estuvieran inmersos en sus fiestas de feria para entonces interceptarlos, aunque los oficiales arqueros, comandados por Christopher, estaban lanzando de manera certera a sus enemigos, y los de caballería, dirigidos por Artemio, estaban dando la pelea cuerpo a cuerpo, quemándole los ojos a sus contendientes con el contacto visual con el oro, aunque no era tan efectivo con el efecto de las antorchas que con las del sol. Había diversos cuerpos diseminados por todas partes, algunos con fluidos rojos brotando de sus seres inertes, otros que eran vampiros que eran atravesados por flechas de ciprés infestadas de aceite de ajo para que les hiciera un efecto más rápido a la hora de traspasarles, sobre todo el corazón, pero eso no quitaba de la vista las pérdidas humanas que estaban produciéndose. Había gente desaparecida por todas partes, y hasta se podía palpar el pánico en el que estaban las ciudades de Vidralia, desde Setonia, la capital del país, hasta Onderia, la que quedaba contraria. Sólo Carinty y Kabridia se habían salvado de la masacre que había estado preparada para los humanos esa noche, que no fue tan grande como los chupasangre esperaba que fuera, porque el número de víctimas que habían estimado era mayor que las capturadas, y porque se suponía que los de especie inferior a la de ellos no estaban tan preparados para replegarlos. Sin embargo, la vertiginosa respuesta recibida por los vampiros de parte de los humanos, fue más rápida de las que ellos habían previsto, al grado que hubo confusión a la hora de ellos actuar, y no sólo fue la capital la que desafió los pronósticos de los chupasangre, también así sucedió en las otras provincias vidralianas, y muy chocante fue la sorpresa de encontrarse con una Carinty totalmente resguardada, pero de esta era de esperarse por su condición y su falta de muros en algunas partes de la ciudad para estar fortificada, pero no era el caso de Kabridia, pues aquella población estaba tras sus propias murallas, aunque había una ruidosa armonía entre las dos especies, una desconocida por los humanos fuera de allí, y muy repudiada por los vampiros que no vivían en aquella comunidad, sobre todo por Jensen. — ¿Puedo saber por qué el reporte de la captura de víctimas fue tan mínima, Mitch? Se supone que estábamos esperando más humanos para que pudiéramos abastecer a nuestros congéneres calmados, y de paso demostrar que no somos tan débiles como las demás naciones piensan de nosotros. — Refería Jensen. — No es de sorprenderse que el número de víctimas hubiera bajado de acuerdo al cálculo que teníamos, pero si lo ves de otro modo, Jensen, fue muy buena la estrategia utilizada. — Pero conociendo lo hábil que es ese maldito de Conrad, buscará la manera de contrarrestar nuestra estrategia porque ya se la hemos revelado. El punto de vista de Jensen había hecho pensar a Mitch que su rey tenía un punto lógico en lo que estaba argumentando, pero no podía decaer, al menos si quería partir de allí para bloquear a Conrad, por lo que subir los ánimos era necesario. Mitch siguió animando a su rey a que viera las cosas desde otra óptica, considerando el hecho que aquella estrategia implementada por parte de los vampiros, aprovechando la sed de riquezas de los humanos, había favorecido bastante a su causa, y a pesar que estaba logrando su cometido, de pronto todo cambió en su contra. — ¡Rey Oslen! — Vociferó un guardia de la corte del vampiro. — Tiene que ser muy bueno el motivo de tu interrupción, para venir a derribar puertas así, crápula. — ¡Sí, señor! — Hizo reverencia el subalterno. — El rastreador que designó para encontrar a Eishla la encontró en las murallas de la ciudad de Setonia, pero no pudo recuperarla… — ¿Cómo qué recuperarla? — Interrumpió el rey vampiro abruptamente, parándose de su trono. — Ella, y dos más que la seguían, fueron hechas prisioneras. Los ojos del rey Oslen se tornaron rojos y sus colmillos crecieron vertiginosamente de repente, y así se fue al caño el trabajo de concientización que había logrado Mitch hasta aquel momento.
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