Motivaciones Impuestas

1684 Words
Leonard Dotoief, primer ministro y encargado de asuntos exteriores de Vidralia para el reino humano había gestionado un barco para que su rey y su ejército, así como el ex gobernador de Carinty, el General Deon Lietnal, abandonara la ciudad. También se encargó de hacer un reporte de la relación diplomática que estableció éste con Comordia mientras estuvo en su cargo. Para el único que no fue una sorpresa nada de lo reportado había sido para Artemio, el herrero estrella del reino humano en Vidralia, segundo hombre al mando del ejército palaciego y mejor amigo del rey, ya que éste venía advirtiéndole a su soberano que se cuidara de la gestión de ese otro general, puesto que no le daba buena espina, pero por cuestiones familiares y convenios entre nobles, Ashton Conrad Kiedrik debía respetar todo lo que lo que su abuelo había convenido con Donald Lietnal, todo por ostentar su último apellido y ser el representante de la corona vidraliana. — Leonard, dime que todo lo que escribiste es un chiste de muy mal gusto. — Sugirió Ashton. — Lo siento, rey Kiedrik, pero todo lo que acaba de escuchar es la manera en la que se manejó el General Lietnal en esta última gestión. Incluso soy testigo que quiso robarse aquella mercancía que dejó bajo el cuidado del señor Fardfud. — Aseveró Dotoief. A pesar de que su tez de color de piel era un tanto oscura, ésta no ocultó por mucho el ligero tono carmesí que adquirió Ashton cuando escuchaba todo lo que se le había reportado. Por supuesto fue todo delante de Deon que se reportó todo, de forma que no alegara ignorancia a la hora de ser interrogado, así su rey tendría más base para acusarlo. Pese a ese proceso, habría un juicio para juzgar al Genera Deon Lietnal por todas las acusaciones, que no sólo pesaban contra él por cómo se había manejado en Carinty, sino en todas las ciudades y localidades en todo Vidralia, poniendo en tela de juicio el tino del soberano humano de aquellas tierras, ya que cada vez daba que desear lo que se reportaba de aquel muchacho. Se confirmó una vez más que Deon Lietnal estaba realmente atentando contra las pertenencias que el rey había mandado a importar desde Comordia y que había puesto bajo custodia especial. Se suponía que el deber del gobernador de Carinty era la de enviar de manera pronta a su líder inmediato aquel encargo una vez pisara tierras carintias, o si no podía pasarlas por vía terrestre, que la pasara por vía marítima. Ashton no quería admitir que se había equivocado, pero uno tras otro de cada reporte que recibía del manejo de Deon. Era como escuchar una historia de terror en cada cosa que leía o escuchaba; cosas como que la población de una aldea equis había mermado un treinta por ciento gracias a las hordas invasivas de vampiros que se había desatado allí, los recursos del poblado ye había decrecido un tanto por ciento más, o que no había hacia donde esconderse o a quien acudir, ya que las relaciones diplomáticas con los vecinos era deplorable y los militares que estaban bajo el cargo del General Lietnal tenían que buscarse otro oficio puesto que no era efectivo el pago de parte de su gestión. Esas y otras atrocidades tuvo que leer Ashton en más de una ocasión, pero no se atrevía hacerle frente, todo por el respeto que tenía por su abuelo, uno que no valió la pena al final de cuentas, ya que Deon nunca tuvo decoro por lo que se suponía que debía guardar por aquel pacto que se había hecho entre los Kiedrik y los Lietnal. — ¡CARAJO! ¿Es que acaso los Lietnal son tan desleales que su actual representante ha tenido un desempeño por demás deshonroso como para poner su nombre en una posición como esta? ¡Y encima me están destruyendo en reino por dondequiera que ha habido uno de ellos! — Despotricaba Ashton mientras estrellaba los documentos que tenía en las manos en ese momento delante de Artemio. — Siempre te lo advertí, pero nunca me pusiste atención, hermano. — Comentó su segundo hombre mientras que Christopher, quien también estaba presente, asentía tranquila pero reiterativamente. Aquel hombre se daba de cabezazos en las paredes tratando de entender por qué Deon había sido tan déspota con el gobierno humano durante tdo su desempeño, que al decir verdad no era el único Lietnal que daba mucho de que hablar por su bajo rendimiento, mas tenía el peor record de todos los de su familia a la hora de mencionarlos. No obstante, eso tenía una razón de ser, al menos eso era lo que quería justificar Deon, puesto que él tenía una situación pendiente, no con Ashton, sino con su padre, Donald Lietnal, quien no tuvo más remedio que apoyar todas las sandeces que estaba llevando a cabo su preciado hijo. — Si ese niño sigue así, va a llevar a nuestra familia a la quiebra, hermano, y no será otro más que tú el culpable. Siempre viste que a él no le gustaba la milicia, incluso a sus hermanas les agrada más, pero tú y tus estupideces de que las mujeres no son buenas para desempeñar funciones castrenses nos ha llevado a esta situación, Donald. — Reclamaba Gaston, el hermano mayor del aludido. Donald sí tenía aquella teoría de que las mujeres no tenían dotes para la milicia, y siempre dio aquella estúpida razón, pero la verdad era que sus hijas no se dejaban manipular por él, mientras que Deon corrió con la mala suerte de servirle de títere, que cuando quiso zafarse de ese estilo de vida, ya era demasiado tarde y estaba en la posición que requería su progenitor. Donald tenía una fijación en contra de los Kiedrik, no por ser ellos, porque realmente a él le interesaba ser parte de esa familia, tanto que quiso enamorar a Amelia Kiedrik, la hija de Jerome Kiedrik, el rey antecesor de Ashton. Pero como ella nunca le prestó atención, y encima se involucró sentimentalmente con otro militar de baja ralea, teniendo en el proceso un hijo bastardo. Aquel otro militar de apellido Lietnal se puso la meta de destruir a Alfred Conrad, el culpable de que él no pudiera adherirse a la familia Kiedrik como tanto soñaba, por lo que cuando vio que su rival murió se sintió vindicado, pero nunca había calculado que el fruto de aquella mujer que siempre le había interesado podría ocupar un cargo al cual el militar siempre aspiró. Por eso, desde que tuvo la oportunidad, echaba a perder todos los proyectos en los que incursionaba, aunque de manera sutil, hasta que no le quedó de otra a Jerome que hacer un pacto de no agresión con Donald. — No vamos a ser destituidos ninguno de los Lietnal de nuestros cargos, militares o civiles, y sabes que nos corresponde, Jerome. Nosotros somos una familia noble, y encima estamos en la lista de la realeza, por tanto nos debes esos honores, además, te recuerdo que Amelia era mi futura prometida y no hiciste nada para que ese mequetrefe de Aslfred se interpusiera entre nosotros. — Reclamó Donald un derecho real que le merecía a su apellido. Jerome estaba atado de pies y manos pues sabía que todo lo que le había planteado Donald era cierto, que aunque la situación a la que lo llevó Amelia era incómoda por demás, muy en el fondo de su corazón se alegraba que ella hubiera dado ese paso tan riesgoso para ella en su posición de princesa de la corona, cediéndole la sucesión a un hombre que no tenía nombre. Deon tuvo que cargar con la constante frustración de su padre de no haber escalado a la posición que de veras deseaba, pero también tuvo que vivir los incesantes rechazos y desplantes a los que era sometida su madre, todo porque no le quedó de otra por ser la próxima dentro de los intereses económicos de los Lietnal. El constante maltrato emocional de su padre hacia su madre y la imposición a carabina a la que le tocó adoptar lo que su padre decidió en la vida de Deon Lietnal, pero se prometió a sí mismo que eso sería algo que su progenitor pagaría caro, sobre todo porque su progenitora murió a causa de la depresión que le provocó el sufrir tanto al lado de su esposo, cosa por la que todos los que lo rodeaban al joven eran culpables, aún Ashton, quien terminó siendo rey en lugar de Donald. — Me siento terriblemente culpable de aceptar todo lo que está pasando justo ahora, Artie. Se supone que como el rey de Vidralia debo defender los intereses de mis súbditos, no los intereses de la nobleza de este país, que de seguir como íbamos con Deon Lietnal, perdería la mitad del reino. — Lamentó Ashton delante de sus hombres de confianza. — Señor… No debe lamentarse. Usted puso a alguien como sus ojos en cada provincia, en el caso particular de Carinty puso a ese tipo, por las razones que fueran. Pero algún día debía darse cuenta y entrar en conflicto con él por la forma en la que estaba operando, mejor que fue ahora que estamos a tiempo de subsanar la situación. — Ponderó Christopher, mostrándose Artemio de acuerdo con aquella elocución. — Estuviera de acuerdo al cien por ciento contigo, joven Christopher, si el único pueblo que le entregué a Deon Lietnal fuera Carinty, que si miramos bien las estadísticas, fueron ocho provincias por las que pasó ese tipo, ¡Y en todos! — Señaló con su dedo índice izquierdo al aire dando una vuelta con la mano, —Tuvimos pérdidas significativas, muchacho. — Lamentó Ashton soltando un suspiro profundo en el proceso. En eso entró Omar junto con Leonard a aquella oficina para informar que el barco que se dirigiría a Setonia zarpaba a la mañana siguiente, tal y como el rey lo había solicitado, dando las gracias con la cabeza, moviéndola suavemente para dar su aprobación.
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