Jordi se sentó en la cama sin apartar la mirada de Aitana, quien ni siquiera posó sus ojos en él cuando buscó el libro que leería. ― Aitana, amor. Yo sé que ayer estuve mal, te pido perdón, pude haberte avisado por lo menos a donde iba, me molesté sin razón alguna, lo que dijiste me cayó pésimo, sabes lo mucho que dependo de esa ayuda, y la verdad no supe procesar aquello, preferí irme y evitar más. No te das una idea de lo arrepentido que estoy, sobre todo porque fui el causante de tus lágrimas y odio verte llorar. ―dijo Jordi con voz suave, mientras tomaba su cabeza con ambas manos, por su expresión se veía arrepentido, o era eso lo que quería hacer creer a Aitana. Lo cierto es que Aitana, luego de escuchar las inesperadas y dulces palabras de Jordi, dejó caer tod