Después de aclarar su garganta, en un intento por que no se notase lo nervioso que lo ponía aquella mujer, el mesero respondió a su pregunta con una ligera sonrisa llena de amabilidad. ― Podría decirse que sí soy nuevo, tengo un par de meses trabajando acá, y respondiendo a su otra pregunta, tengo veinte y seis años, un placer señora, soy Roberto, para servirle. Aunque, quisiera saber por qué le interesa saber mi edad. ―Preguntó el joven haciendo su mayor esfuerzo por no tartamudear, no podía negarse a sí mismo que lograba intimidarlo con solo una mirada. Sin embargo, Roberto no sucumbía a su temor, no solo por el aura de aquella cliente que jamás había visto, sino también porque no quería perder su trabajo que tanto le costó conseguir, y lanzaba una pregunta, in