Los ardientes rayos de sol que se colaban por la ventana dejaban entrever la mañana que transcurría de aquel sábado.
Después de una extraña noche de bajadas y subidas, Aitana no sabía con qué se encontraría cuando Jordi despertara y recordara todo lo que hicieron, se preguntaba cuál será la postura de él.
Indudablemente, estaba a la expectativa, la ansiedad e incertidumbre comenzaba a burbujear en su interior.
Mientras se duchaba, pensaba en qué tipo de palabras usar y qué actitud tomar al respecto, si de algo estaba segura, era de que no quería demostrar que todo estaba bien, así que de inmediato pensó que mostrarse un poco indiferente sería la manera adecuada.
Observando el agua caer sobre su cuerpo, de sus fosas nasales no se esfumaba aquel olor que quedó impregnado en el cuello de Jordi, aquello la tenía más pensativa de lo normal, no la dejaba en paz, sentía deseos de saber de dónde provenía ese olor, pues era un aroma de mujer, y claramente, el perfume de ella no tenía ese olor tan único y extraño, mucho menos el perfume de su esposo.
Los celos crecían en su interior con cada segundo que se torturaba a sí misma pensando hasta en el más mínimo detalle de la noche anterior, de pronto las ganas de revisarle el teléfono y el automóvil a Jordi crecían con el pasar de lo minutos, pues la desconfianza era así, esa semilla de curiosidad y desconfianza crecía y crecía en ella y ahora sería difícil que no echara raíces.
Al salir del baño, se vistió con ropa cómoda, un pequeño short y una blusa blanca de tirantes, tomó sus pantuflas y bajó a la cocina, allí se consiguió con su empleada Cloe, una joven de casa, la cual le servía de ayudante en el hogar y le acompañaba en su soledad en ese gigantesco hogar, a cambio de un excelente sueldo por supuesto.
Era una chica de buenos modales y de una familia de clase media, ella necesitaba pagar sus estudios en una de las mejores universidades del país, así que el trabajo que Aitana le había ofrecido era excelente para ello, el p**o maravilloso le ayudaba a acercarse más a la meta y le quedaba tiempo para estudiar.
― Buen día, Sra. Aitana, un gusto verla esta mañana. Debo decir que se ve usted espléndida. Estaba esperando que despertara para preguntarle si prefería tortillas o hot cakes. ―preguntó Cloe al ver a su jefa entrando a la cocina, mientras preparaba el café y un batido, tal y como Aitana los tomaba cada mañana, de manzana y zanahoria.
Realmente era una joven muy atenta y hermosa, a sus veinte y cuatro años sabía hacer muchas cosas, como cocinar y ser muy servicial, motivo por el que Aitana le ofreció el trabajo.
― Hola, Cloe. Gracias linda, me gustaría sentirme igual. Me encantarían unos hot cakes, y me puedes servir un poco de café, muero por tomar algo amargo que me levante el ánimo hoy, la verdad no estoy tan animada y espléndida como parece, aunque agradezco tus palabras. Y ya te he dicho que puedes tutearme, estamos en confianza. ―Respondió Aitana, esbozando una sonrisa y se sentó en una silla del comedor, a la espera de su café, mientras tanto, tomaba su teléfono y bebía el batido de cada mañana con total tranquilidad, pero por dentro, deseaba revisar sus r************* , para ver si había algo fuera de lo común, era lo que hacía cada mañana.
― ¿Por qué lo dices Sr. Aitana? La verdad creo que tú eres muy afortunada, solo mírate, si me lo permites decirlo, creo que cualquier mujer desearía estar en tu posición. Aquí está tu café, que lo disfrutes. ―Respondió Cloe con una sonrisa que podría contagiar a cualquiera, para ella, aquella vida de Aitana era la vida soñada de muchas jovencitas de su edad, y la verdad sentía gran admiración por su jefa. Dejándole su café a un lado en el tope del bar, continuó preparando el desayuno, aun así, sintió curiosidad por algo que le era inevitable preguntar, pues había visto a alguien más en casa y quería saber por esa persona. ―Sr. Aitana, ¿Qué le preparo al Sr. Jordi y al joven que está en la habitación de huéspedes? ―Preguntó Cloe, mientras ponía los ingredientes del desayuno en un bol de aluminio para mezclar todo, no tenía ni la menor idea de que Aitana no sabía que había un invitado en casa esa mañana, así que lo preguntó con gran normalidad, mientras hacía su trabajo.
El ceño de Aitana se frunció de inmediato y miró a Cloe analizando cada una de sus palabras.
― ¿Invitado? ¿De quién me hablas? ¿Hay alguien en casa? ―Preguntó Aitana completamente confundida, dejando de lado su teléfono.
En su rostro se reflejaba lo desconcertada que estaba con lo que la joven había mencionado, pues no estaba al tanto que había alguien más en casa. Tomó un trago de aquel amargo café y terminó su batido en un santiamén, sin esperar respuesta de una sorprendida Cloe, se levantó de su asiento para ir rápidamente a averiguar de qué joven hablaba Cloe.
Jordi no le mencionó en ningún momento que traía invitados, así que la curiosidad no tardó en aparecer.
Los apresurados pero silenciosos pasos de Aitana, se detuvieron en el fondo del pasillo donde estaban un par de habitaciones de huéspedes, no le hizo faltaba echar un vistazo en cada una, pues una de las puertas estaba entreabierta y no pudo pasar desapercibido un desconocido aroma a perfume de caballero, mezclado con el intenso olor a licor.
No pudo evitar sentirse molesta con Jordi por no respetar su hogar.
Dejando el malhumor a un lado, echó un vistazo a la habitación y sus ojos se detuvieron en un hombre con el torso desnudo, quien dormía profundamente en la cama.
Su curiosidad por saber a quien trajo su esposo a casa, la condujo a entrar a la habitación haciendo el menor ruido, al mirar los tatuajes que adornaban el brazo y parte de su muy bien trabajado cuerpo, supo de quien se trataba.
Gavi, el hermano menor de Jordi, no esperaba verlo allí y mucho menos en ese estado, pues los hermanos Torres no suelen compartir mucho.
Se llevan siete años de diferencia, tal vez por eso Gavi no suele ser muy cercano a Jordi, ya que son muy diferentes en todo sentido. A Jordi siempre le interesaron más los negocios, pero a Gavi parecía importarle más la ciencia y la tecnología, lo único que compartían era el apellido y un mínimo parecido físico, de resto era como si se tratase de dos extraños, y verle allí, era intrigante.
¿De cuándo a acá se la pasaba con su hermano bebiendo alcohol?
― Oye, despierta. ¿Estás vivo? ―Preguntó Aitana mientras movía con su mano el hombro de Gavi, pues él ni siquiera se movía.
Aceptaba que era raro verlo allí, pero eso la hizo sentir más aliviada, pues al parecer, Jordi no estaba con otra mujer sino con su hermano, y sin buscar respuestas, las había obtenido.
Aunque una cosa era lo que ella pensaba y otra lo que podría haber sucedido esa noche.
El cuerpo de Gavi se movió ligeramente al sentir que lo sacudían.
― ¿Dónde estoy? ―fue lo primero que preguntó Gavi al no reconocer el lugar en el que había despertado, con su mano se tallaba los ojos para adaptarse a la luz, parecía estar desconcertado, sin recordar cómo había llegado allí, pero al ver a la hermosa mujer de piel blanca como la nieve frente a él, comprendió. Estaba en casa de su cuñada, Aitana. ―Oh, por dios, perdón Aitana. Supongo que Jordi no te dijo que yo estaba acá, ¿cierto? ―Preguntó un avergonzado Gavi, mientras se sentaba en la cama, aunque parecía que estaba un poco mareado y perdido aún.
Tal vez el alcohol aun no abandonaba su cuerpo del todo, y la resaca era más que evidente en su rostro, ni él mismo lo podía ocultar, era más su rostro de la cruda, que de vergüenza al ver a Aitana frente a él.
Aitana sintió pena por el estado en el que estaba el menor de los Torres y le regaló una cálida sonrisa para que no se preocupara.
― Tranquilo, no hay problema. Solo quería asegurarme que estuvieras vivo. ¿Quieres algo? Cloe está preparando desayuno, creo que comer y ducharte te ayudaría un poco, ya luego puedes seguir durmiendo, no tengo problema con eso, al contrario, es un placer verte luego de tanto tiempo, a decir verdad, no esperaba verte aquí. ―Respondió Aitana sin borrar la sonrisa.
La verdad, ver al hermano de su esposo la calmaba, todas aquellas dudas empezaban a disiparse, y para Jordi, su hermano había sido su salvación.
Aitana quería dar una buena impresión a Gavi, pues era muy extraña la vez que lo veía, a pesar de eso, lo apreciaba como si fuera su propio hermano.
— Me da mucha vergüenza, Aitana, no creo que… —Gavi se negaba, sintiéndose avergonzado por la amabilidad de su cuñada aun cuando él estaba en ese estado en su casa.
No obstante, Aitana elevó una mano en el aire, callando las palabras que salían de la boca de Gavi y sin mediar palabra, salió de la habitación dejándolo completamente solo y trató de actuar como si todo estuviera bien y muy normal.
― Cloe, al terminar en la cocina, ¿puedes llevarle una toalla a Gavi? Por cierto, él es el hermano de Jordi, no debes asustarte, es de confianza. Y por favor, le sirves algo de desayunar, creo que le caería bien algo de comer, parece que los caballeros bebieron más de lo que podían. ―bromeó Aitana, mientras le daba órdenes a Cloe, la cual no titubeaba y corría de inmediato a hacer lo que su jefa le pedía.
Aitana, por su parte, buscó su taza de café y sintiéndose más aliviada, se dirigió al jardín para tomar un poco de sol, pues necesitaba sentirse viva después de tantos tropiezos, sonrió avergonzada consigo misma por haber desconfiado de su esposo.
“Solo fueron suposiciones.”