Narra Christopher
Cuando llega la mañana, me levanto y me preparo para el día como siempre lo haría. Pero hoy… hoy será un poco diferente. Porque hoy voy a explicar los términos específicos de mi acuerdo con Emma.
No puedo evitar que se me dibuje una sonrisa en el rostro al recordar la noche pasada y todas las noches que compartiremos en el futuro.
Un bebé no es realmente lo que quiero, pero es un medio para lograr un fin. Y significa que puedo disfrutar de Emma cuando me apetezca. Y eso me alegra mucho.
Estoy dispuesto a esperar a que salga de su habitación, esperando que vuelva a ponerse nerviosa. Pero se aventura a salir de su habitación a tiempo para desayunar, aunque todavía parece bastante nerviosa.
—Tenemos que hablar sobre nuestro acuerdo —le digo y veo cómo traga saliva con fuerza, pero luego parece prepararse para lo que está por venir, asintiendo bruscamente en respuesta.
—Bien. Deberíamos dejar todas las instrucciones.
—Tengo el documento aquí.
—Veámoslo entonces —extiende la mano y yo hago un gesto hacia la sala de estar. Al fin y al cabo, más vale que nos pongamos cómodos.
Una vez que me vuelvo a acomodar en el sofá y ella se ve relativamente cómoda en una silla, se la entrego, aprovechando la oportunidad para mirarla bien mientras lee.
Su cabello cae hacia adelante y le cubre parte del rostro, y ella lo aparta con impaciencia. Sus ojos recorren rápidamente las palabras, aunque de vez en cuando se detienen un momento antes de continuar. Sus labios están ligeramente separados, como si no estuviera muy segura de lo que está leyendo. Pero lo único en lo que puedo pensar es en tener esos labios debajo de los míos...
Y ese cuerpo, lo puedo ver claramente debajo de la camiseta informal y los jeans que lleva puestos hoy. Ropa que definitivamente nunca le había visto usar, pero que le sienta bien.
—Está bien. Bueno, esto es bastante sencillo.
—¿Qué esperabas?—pregunto.
—No lo sé. Nunca había visto un contrato de bebé antes—responde ella y no puedo evitar sonreír. Estoy bastante seguro de que mi abogado también estaba un poco inseguro sobre eso.
–Te quedas con el ala donde estaba tu habitación de anoche. Tus cosas ya están allí. Puedes organizarlas como mejor te parezca. El bebé también tendrá una habitación allí. Pero también podrás usar toda la casa.
—Bueno, ¿y qué pasa con tu personal? Supongo que hay gente que trabaja en esta monstruosidad —mira a su alrededor y yo sonrío en respuesta.
—Hay un puñado de personas trabajando aquí, sí. También estarán disponibles para ti.
—No quiero tener que pedir mi mesada como una niña. Quiero que me la depositen automáticamente en mis cuentas.
Asiento con la cabeza en señal de aceptación. De todos modos, no quiero estar dándole dinero en efectivo todas las semanas. Y configurarlo como una transferencia automática facilita las cosas.
—Y cuando nazca el bebé quiero un aumento.
—Por supuesto —acepto de nuevo—. El bebé también necesitará cosas.
—Y no quiero que nadie en el club sepa esto.
—Quiero que esto también sea discreto.
—¿Ethan? —me mira levantando una ceja.
—¿Qué crees que le diría a Ethan?
—Sé que ustedes dos son muy cercanos. No quiero que nadie sepa nada al respecto. Al menos no hasta que esté embarazada. Y entonces no podremos ocultar mucho.
—No pasará mucho tiempo antes de que te quedes embarazada, cariño —respondo, mirándola con ojos ardientes—. Porque vamos a pasar la noche juntos con frecuencia, hasta que logremos nuestro objetivo.
—Eso también puede que debamos discutirlo —responde, pero la expresión tan inocente de su rostro apenas oculta el calor de sus ojos.
—¿Ah, sí? —sigo el juego con su actitud tímida para ver a dónde va esto y cuando ella mira hacia arriba esos ojos abiertos ciertamente no me engañan.
—Bueno, no estoy segura de cuántas noches deberíamos pasar juntos por semana. Quizás quiera un poco de privacidad de vez en cuando. Un poco de tiempo para mí.
—Ah, tendrás mucho tiempo para eso durante el día. Más aún si aceptas dejar tu trabajo.
—Tendrás que despedirme si quieres que me vaya— replica ella y hay un destello de fuego en sus ojos. Es independiente. Eso me gusta, por mucho que también me frustre.
—Por la noche serás mía. El objetivo final es dejarte embarazada, después de todo— y a pesar de mí, la idea de eso parece tener efectos sobre mi cuerpo. O tal vez sea solo la idea de poder follarla de nuevo.
—¿Y qué crees que vas a hacer para mantenerme interesada todas las noches en el futuro cercano? —le responde ella.
—Creo que he demostrado ser más que capaz de mantenerte… interesada.
—Mmm, tal vez —está jugando conmigo y lo noto. Pero eso no me impide sentir su desafío a través de cada fibra de mi ser.
Camino a grandes zancadas hacia su silla, inclinándome para estar a su altura, mi mano se extiende para agarrar su cabello y tirarlo hacia atrás ligeramente para que se vea obligada a mirarme. Y puedo ver el calor en sus ojos, puedo sentir su respiración un poco más superficial en mi rostro. La forma en que sus labios se abren automáticamente.
—Lo deseas con todas tus fuerzas, ¿no es cierto, cariño? Deseas lo que yo pueda hacerte sentir.
—Quiero a alguien que pueda seguirme el ritmo —es su respuesta y mis labios se estrellan contra los suyos, reclamando su boca y disfrutando de su sabor. La sensación de esos labios, el suave sonido que sale de ella mientras tiro un poco más fuerte de su cabello.
—Puedo seguirte el ritmo perfectamente. Serás tú quien tendrá que seguirme el ritmo a mí. Y quizá sea mejor que termines de leer ese contrato antes de que empiece a mostrarte exactamente lo que voy a esperar de ti todas y cada una de las noches—acentúo mis palabras con besos en el costado de su cuello, haciéndola jadear.
Por un momento creo que va a decir algo más, pero luego parece cambiar de opinión: —¿Esta cifra, para la asignación, es por mes?
—Por semana —respondo mientras vuelvo a mi lugar en el sofá. Ella abre aún más los ojos, pero esta vez con sorpresa.
—Esto es mucho dinero.
Me encojo de hombros.
—Quiero que te cuiden bien y asegurarme de que tengas todo lo que necesitas—parece que va a protestar, pero luego se lo piensa mejor. Y, en realidad, ¿quién protestaría por recibir más dinero del que espera por un contrato?—¿Hay algo más?
Tras una breve vacilación, niega con la cabeza.
—No.
—Ya firmé la última página —le digo, señalando el documento que tiene en la mano. Ella lo hojea y recorre con la mirada mi firma como si no estuviera muy segura de qué hacer. Pero espero.
Ella lo firmará.
Ella no llegó hasta aquí para cambiar de opinión ahora.
Y ella parece darse cuenta de eso también.
Puedo ver el momento exacto en que sus hombros se retraen levemente y sus labios se aprietan un poco más.
—Necesito un bolígrafo.
—Aquí tienes —respondo, acercándome, invadiendo su espacio, queriendo estar lo más cerca posible de ella.
Pero esta vez no parece que eso la afecte. Me mira con esa expresión tranquila y me quita el bolígrafo de la mano. Y entonces la veo firmar en la línea de puntos y convertirse en mía.
—Listo.
—Ah, no lo consideres una transacción comercial. Quiero que esto sea divertido —murmuro, inclinándome para besarla detrás de la oreja, lo que hace que otro escalofrío la recorra.
—¿Diversión? Mmm, bueno, supongo que podríamos intentarlo—ella se está burlando de mí y lo sé. Después de todo lo que ya hemos hecho juntas, la idea de que ella honestamente no crea que nos divertiremos con el sexo es ridícula.
—Te haré gritar por ello todas las noches. A partir de ahora —le prometo y puedo ver cómo se le encienden los ojos.
Ella definitivamente lo quiere. Y mi cuerpo duro como una roca me dice que yo también lo quiero.
Me acerco para besarla de nuevo y de repente ella se desliza hacia afuera.
—Lo siento, tengo que irme. Tengo trabajo hoy y mi jefe puede ser un verdadero idiota cuando la gente llega tarde.
Vuelve a aparecer ese brillo en sus ojos y siento que mi cuerpo responde de inmediato.
–Tal vez deberías dejarlo.
—Creo que eso le daría demasiado placer. Y prefiero que sude para que se lo quite—me da una pequeña sonrisa y me saluda con la mano y así, sin más, se va por la puerta. Me deja con una erección y sin una buena manera de deshacerme de ella.
—Maldita sea esa chica —prácticamente me gruño a mí mismo sacudiendo la cabeza y volviendo a mi habitación. Pero recojo el contrato en el camino y miro su firma en la última página.
La conseguiré esta noche. Y esta noche planeo hacerla rogar por ello.