Narra Christopher
Me siento culpable de que esté tan nerviosa. Y de que, obviamente, haya estado así durante tanto tiempo.
La mirada en su rostro ahora es de alivio y quizás algo de confusión mientras le entrego la caja.
—¿Qué es?
—Es un regalo. Ábrelo.
Todavía parece insegura mientras abre la caja y mira el regalo que hay dentro.
—Es… Wow… es hermoso.
No estoy del todo seguro, a juzgar por la expresión de su rostro, pero se queda mirándolo durante un buen rato antes de finalmente mirarme.
—Te lo compré por tu anuncio. Así que no pienses ni por un momento que no estoy contento.
—Bien. Eso es… eso es bueno –ahora hay un alivio definitivo.
—Tenemos que hacer planes para el futuro. Supongo que recién te enteraste, lo que significa que no estás muy avanzada. Pero te pondré en contacto con Kate Ross. Por lo que he descubierto, es la mejor ginecóloga del estado y está cerca.
—¿Ya has elegido un obstetra/ginecóloga?—ella también parece sorprendida por esa noticia, aunque no estoy seguro de por qué. Siempre estoy bien...informado sobre las diferentes tareas que realizo. Y esta no es la excepción.
—¿Ya tenías a alguien?— le pregunto. Quiero que ella vea lo mejor. Pero si ya tiene a alguien con quien se siente cómoda, tal vez tenga que trabajar con ella en esto.
—No. No, no tengo a nadie. Solo que... me sorprende que ya estés tan al tanto de todo. No tenía nada de esto planeado antes de decírtelo.
—Ya lo tenía planeado mucho antes de que me lo dijeras —respondo con frivolidad—. Investigué a la persona más adecuada para el trabajo. La llamaré y concertaré la cita inicial. Tú harás el resto, por supuesto, pero yo me aseguraré de que todo salga bien.
—Quieres asegurarte de que deje todo y acepte aceptarme como paciente —responde ella con una pequeña sonrisa.
—Por si acaso hay alguna confusión—respondo, aunque también sonrío. Sí, sin duda quiero asegurarme de que la Dra. Ross acepte hacerse cargo de Emma. Y con mi apoyo, no debería haber ningún problema con eso.
Al día siguiente, me doy cuenta de que Emma lleva el collar que le regalé y algo parecido al orgullo me invade. No es que no me resulte familiar esa sensación, pero ciertamente no estoy acostumbrado a la forma en que se presenta esta vez, a la sensación de calidez que me invade al pensar en su placer por el regalo.
Y pensar en que ella está embarazada me hace mucho más feliz de lo que esperaba. Había pensado que quedarse embarazada sería simplemente el objetivo final. Pero ahora, cada vez que la miro, pienso en cómo será tener un bebé con ella.
Pero ahora que está embarazada, tampoco estoy seguro de qué significa esto para nuestra relación. Nunca explicamos qué sucedería en ese momento. Con el contrato, el objetivo final era un embarazo. Y lo hemos logrado.
¿Eso significa que ya se ha hecho todo lo demás? ¿El sexo? ¿Es seguro para ella estar embarazada? Debe seguir siendo seguro, ¿no? ¿Las mujeres embarazadas no siguen teniendo relaciones sexuales con sus parejas?
Pero, ¿Emma quiere tener relaciones sexuales ahora? En realidad, no es un requisito del contrato, ya que ella ya está embarazada, y lo último que quiero es que no esté contenta con nuestro acuerdo.
Al mismo tiempo, no la deseo menos ahora que antes. Lo que significa acostarme solo con una erección furiosa mucho más a menudo de lo que me gustaría. Pensar en ella y en todas las veces que la tuve en mi cama. La forma en que gritaba. La forma en que sus dedos se sentían contra mi piel desnuda. La forma en que su cuerpo se sentía bajo mis manos, mi boca.
Gimo al sentir que mi cuerpo responde una vez más, pero no voy a presionarla en esta ocasión. No, necesito simplemente dar un paso atrás y decidir qué sucederá a continuación, lo que también significa aceptar el hecho de que hay una mujer viviendo en mi casa que no puedo tener. O más bien, una que quiero pero no puedo tener.
—¿Tienes hambre?
—¿Mmm? —levanto la vista, sorprendido por las repentinas palabras y me doy cuenta de que Emma está sentada en la silla no muy lejos de mí, mirándome con una expresión extraña en su rostro.
—¿Tienes hambre? Iba a pedir algo.
—Lo que sea que te den está bien —respondo, aunque solo escucho a medias lo que dice. Ella parece reconocerlo porque entrecierra un poco los ojos mientras me mira fijamente.
—Está bien, ¿pasa algo malo?
—No —me las arreglo para decir, aunque hay algo en esa mirada inquisitiva de ella que dice que no se lo cree—. Tengo que hacer algunas llamadas telefónicas. Avísame cuando llegue la comida.
Dicho esto, salgo rápidamente de la habitación y me dirijo a mi oficina en casa, pero lo único que hago es hundirme en la silla detrás de mi escritorio y pensar más profundamente en lo que está sucediendo aquí.
¿De verdad voy a vivir con Emma a partir de ahora sin llevarla a mi cama? ¿Qué pasará después de que nazca el bebé? ¿Es este el fin de nuestra relación s****l? Realmente debería haber pensado en todo esto antes de redactar el contrato, porque ahora me pregunto si esto es una laguna jurídica que nunca preví.
Aunque Emma también parecía disfrutar de nuestra relación s****l; ciertamente ella seguía volviendo y la forma en que me respondía cada vez que estábamos juntos…
Sin embargo, a medida que pasan los días, mi deseo por ella no se alivia, sino que parece empeorarlo aún más. Tal vez porque en realidad no estoy obteniendo ningún nivel de satisfacción.
Sin embargo, hemos caído en una rutina. Vemos la televisión por la noche y trato desesperadamente de no pensar en ese cuerpo debajo de la ropa informal que esté usando. Porque cuando permito que mi mente la imagine desnuda, tirada en mi cama, solo me vuelve loco desearla. Y luego tengo que sufrir el resto de la tarde y la noche pensando en tenerla.
Por su parte, sin embargo, parece que está bien. Se sienta allí en la sala de estar todas las noches como si nada. Sobrevive a sus días en el trabajo sin problemas. Actúa como si todo fuera normal. Y tal vez para ella lo sea. Aparte de la parte del embarazo, obviamente.
—Hoy fui a mi primera cita—dice una tarde, mirando el libro que tenía en las manos en lugar de mirarme a mí.
—¿Y?
–Está todo bien. Dice que es demasiado pronto para hacerme algo más que un chequeo general, pero verificó el embarazo y dijo que, en general, parezco tener buena salud.
—Bien. Eso es bueno—me alegro de que las cosas hayan empezado bien. Y saber que el médico ha confirmado que Emma está embarazada me hace sentir aún más aliviado.
—No vuelvo hasta dentro de un par de semanas. Luego volverá a examinarlo y podremos contarte más cosas sobre el bebé
—Me lo harás saber, ¿verdad?
—Por supuesto, te mantendré informado de todo—acepta, y solo me lanza una mirada rápida antes de volver a bajar la mirada.
—¿Estás triste por el bebé? —le pregunto, y ella me mira con los ojos muy abiertos.
—No, claro que no.
—Pareces… infeliz.
—No, no me siento triste. Solo que... estoy tratando de averiguar cómo contárselo a algunas personas, eso es todo.
—¿Quién?
—Mi madre y mi hermana–ella frunce el ceño ante eso y me pregunto qué está pasando en su relación con su familia. ¿Por qué no quiere decirles que está embarazada? ¿O es que no quiere hablarles de mí? Por otra parte, nuestra relación es definitivamente complicada. Todavía estoy pensando cómo voy a contarle a mi familia todo esto.
—¿No tienes a nadie con quien hayas hablado sobre tu embarazo?
–No he estado embarazada durante tanto tiempo—responde. Sin duda, siento que ha pasado mucho tiempo. Pero tal vez sea porque estoy deseando desesperadamente poder llevármela a la cama y hacer lo que quiera con ella.
—Aun así, necesitas a alguien, ¿no?
—Por ahora creo que es mejor así.
Ella quería mantener todo entre nosotros en secreto desde el principio, así que ¿por qué debería sorprenderme que también quiera mantener en secreto lo del bebé por ahora? Aun así, me gustaría que tuviera alguien con quien hablar. Alguien que no fuera yo. Ella lo necesita.
—¿Eres cercana a tu familia?
—Sí—no hay duda alguna. Solo una respuesta rápida y firme y me pregunto cómo pudo estar tan cerca de la gente y no decirles al menos algo sobre lo que está pasando aquí. Especialmente sabiendo a dónde irá.
Ella sabía que iba a quedar embarazada y tener un bebé mío. ¿Por qué no empezó diciéndoles que tenía una relación conmigo?
Pero, ¿qué sé yo de la relación que tiene con su familia? Y, en realidad, no sé si no les ha hablado de mí. Estoy bastante seguro de que va a verlos con frecuencia. Va mucho por las mañanas y yo suelo verla sobre todo por las tardes o a última hora de la noche, después de que cierra el club y ambos necesitamos un poco de tiempo para relajarnos antes de irnos a dormir.
—¿Estarán presentes con mucha frecuencia una vez que nazca el bebé?
—Seguro que quieren serlo —responde, pero lo hace con cautela, como si estuviera intentando ocultar algo. ¿Qué tiene su familia que la hace tan reservada?
—¿No quieres que lo sean?
—No es eso— pero no ofrece más información y su postura, con los hombros encorvados, indica que ya no está interesada en hablar de ello.
—¿Te gusta la doctora Ross? —le pregunto, y ella asiente.
—Ella es buena y responde a todas mis preguntas.
—Bien. Eso es lo que necesitas.