Narra Christopher
—Puedo imaginarte metiéndote en todo tipo de problemas cuando eras niño— se ríe y no puedo evitar sonreír.
Ha sido diferente tenerla aquí. Desde el principio fue diferente, por supuesto. No estoy acostumbrado a que mis parejas sexuales vivan en mi casa. Pero estoy aún menos acostumbrado a que vivan en mi casa mujeres con las que no tengo una relación s****l. Sentarme aquí, cenando juntos antes de ir a trabajar, me resulta… cómodo.
—Créame, hubo muchos problemas, pero no fui solo yo. Mi hermana también se metió en muchos problemas
—Esa es Wendy, ¿verdad?
—Claro —concuerdo, aunque me sorprende que recuerde el nombre de mi hermana. Después de todo, apenas se vieron una vez.
—No parecía del tipo que se mete en muchos problemas
Frunzo el ceño y niego con la cabeza.
—Antes no era así, tan presumida y esnob. Eso es nuevo desde que conoció a su marido.
—¿Él es así?
—Lo extraño es que no es así. Es de una familia rica, así que ella cree que tiene que actuar así. Supongo que para presumir ante la gente.
—¿Y qué pasa con el resto de tu familia?
—En realidad no aprueban lo que hago —me encojo de hombros, pero a veces resulta molesto que siempre intenten hacerme cambiar—. Ésa es una de las razones del acuerdo entre nosotros.
—¿Por tu familia?
—Quieren que alguien continúe con el legado, como te dije. Así que les estoy dando lo que quieren— aunque definitivamente no de la manera que ellos quieren. Preferirían que saliera con alguien del mismo ambiente de club de campo en el que Wendy conoció a su esposo. Y luego casarme y tener muchos hijos.
—¿Les has dicho que eso no es lo que quieres?
—Estoy aquí, ¿no? Vamos a continuar con el legado.
—¿Es eso realmente algo que quieres?
—Claro —concuerdo encogiéndome de hombros, pero ella entrecierra los ojos y me mira fijamente durante un largo momento antes de levantarse de la mesa.
—Debería ir a prepararme.
Asiento con la cabeza y me levanto de la mesa, encaminándome a mi oficina en casa para buscar algunas de las cosas que necesito para la noche.
—¿Quieres que vayamos juntos?— pregunto mientras nos dirigimos a la puerta principal.
No es la primera vez que salimos a la misma hora, pero sí es la primera vez que me ofrezco a llevarla y parece sorprendida por ese hecho.
—Oh. ¿Crees que alguien se daría cuenta?
Una sensación incómoda me invade el estómago al pensar que no quiere que la vean conmigo. Pero eso ya me lo ha dicho antes. No quiere que nadie lo sepa. Pensé que tal vez ya habíamos superado eso. Aunque una parte de mí se pregunta por qué.
¿Por qué me importa si ella quiere que la vean conmigo o no?
—Es el estacionamiento. Es difícil decirlo.
—Tal vez… tal vez sea mejor que conduzca yo misma— dice, pero no me mira y sale rápidamente por la puerta sin decir ni una palabra más.
La breve interacción arruinó el buen humor en el que estaba y más tarde, mientras estoy de pie en la ventana de mi oficina viendo a Emma moverse por el piso de abajo, se agrió aún más.
No me gusta que esté trabajando ahí abajo. No me gusta que coquetee con los clientes, aunque sea solo por su trabajo. No me gusta tanto que esté de pie. Ni siquiera está lo suficientemente avanzada como para que se le note todavía, pero aun así... preferiría que se quedara en casa y se cuidara sola.
—La estás vigilando otra vez —dice una voz por encima de mi hombro y decido ignorar a Ethan por completo. No es que se vaya—. Algo está pasando entre ustedes dos. Tendría que ser un tonto para no darme cuenta.
—Entonces, ¿estás diciendo que no eres tonto? —pregunto, volteandome finalmente hacia él.
—No soy tan tonto. La miras todo el tiempo, Christopher. Los demás también se darán cuenta en algún momento— sí, lo sé. Pero no puedo evitarlo. Cada vez que me siento en mi escritorio pienso en ella. E incluso cuando logro entrar en ritmo con mi trabajo, algo inevitablemente me la recuerda. No es algo a lo que esté acostumbrado. Esta… obsesión. Porque eso es lo que se siente, una obsesión.
No es solo el sexo. Aunque puedo imaginarme fácilmente su cuerpo desnudo, la forma en que se siente bajo mis dedos... el modo en que huele por todas partes... no, es algo más. Porque también puedo recordar prácticamente cada palabra que me dice. La forma en que sus ojos brillan cuando se ríe, incluso la forma en que dobla las piernas.cuando lee, o cómo se muerde el labio cuando está realmente interesada en lo que está leyendo—.Oye, ¿sigues aquí? —pregunta Ethan y yo le frunzo el ceño.
—¿Qué es lo que quieres?
—Necesitamos tener una reunión de equipo. Hay algunas cosas que discutir antes de la fiesta de la próxima semana.
—Bien. Envíalo al resto del equipo —respondo, sabiendo que no se refiere a una reunión con nuestro personal de planta. No, se trata de los chicos que dirigen todo detrás de escena.
—Bien. Ahora, sobre la chica...
—No es asunto tuyo —le respondo, aunque eso tiene más que ver con mis sentimientos conflictivos que con Ethan.
Aun así, no se ofende, otra razón por la que nos llevamos tan bien. Tiende a reírse de mis cambios de humor más que a enojarse. Probablemente se debe a que nos conocemos desde hace mucho tiempo, a los días de peleas en el patio de recreo y de escaparnos para ir de fiesta con los niños mayores. Fue el comienzo de mucho más. Más fiestas. Más chicas.
Más problemas.
Pero mucho más divertido.
Nuestra primera fiesta fue cuando éramos estudiantes de tercer año de secundaria. Competíamos con una fiesta organizada por el chico más popular de la escuela. Pero logramos hacerlo.
Los niños que no vinieron a nuestra fiesta se pusieron celosos al día siguiente, porque todos los que habían venido hablaban de lo genial que había sido. Y antes de que nos diéramos cuenta estábamos haciendo fiestas todos los fines de semana. Y estaban repletas.
Cuando nos graduamos, no tuvimos ningún problema en abrir un club. Y este lugar… este fue el resultado de todos esos años de trabajo duro. De crear una base de clientes que ya existía cuando abrimos y de asegurarnos de que las cosas siguieran funcionando incluso en algunos momentos difíciles.
—Amigo, sigues en tu pequeño mundo. ¿En qué estabas pensando esta vez?
—El Barrio —respondo con una sonrisa y él niega con la cabeza, prácticamente sonriendo.
—Ese es un nombre que no había escuchado en años. ¿Recuerdas cuando lo creamos?
—No se nos ocurre nada más creativo para nuestras fiestas—me río y él se hunde en la silla frente a mí.
Hombre, hace años que no pienso en cómo empezamos. Pero vaya si nos divertimos, ¿no?
—En aquella época, las cosas eran mucho más sencillas. Los invitados bebían cualquier bebida barata que compráramos. Tocábamos música del reproductor de CD que te habían regalado por tu cumpleaños en la escuela secundaria…
—Y pudimos besarnos con todas las chicas guapas—continúa, y ambos nos reímos.
—Sí. Aquellos eran los tiempos.
—Aunque, para ser justos, creo que todavía nos besamos con todas las chicas guapas—se encoge de hombros como si no fuera gran cosa, pero sé que definitivamente ama las ventajas de este lugar. Y del antiguo.
—Sí, algunas cosas no cambian —pero miro hacia la ventana y desde este ángulo apenas puedo ver a Emma moviéndose por el club. Algunas cosas sí cambian. Y Emma... ella es una de las cosas que ha cambiado por aquí. Definitivamente para mejor.