Narra Emma
¿No se supone que el embarazo debería estar bien al principio?
Es decir, no se supone que te sientas súper cansada y dolorida y todo eso tan temprano, ¿verdad?
Entonces ¿por qué soy todas esas cosas y más?
¿Por qué me cuesta tanto esfuerzo terminar mi turno?
Y como nadie lo sabe todavía, no puedo dejar que se note que algo anda mal. Sin mencionar que no quiero que Christopher lo sepa porque entonces intentará decirme otra vez que no debería estar trabajando.
Con un suspiro, tomo mi bandeja y hago mi ronda nuevamente, dejando bebidas y cobrando las propinas que quedan cuando las mesas se vacían o los clientes se dirigen a la pista de baile.
Ahora que Christopher paga todas mis facturas, o mejor dicho, paga las suyas mientras yo disfruto de los beneficios, tengo dinero extra para darles a mamá y a Leyla también. Y es por eso que este fin de semana vamos a ir a la mueblería. Necesitan algunas mejoras y definitivamente las merecen.
Aunque no estoy preparada para que la conversación durante nuestro almuerzo de repente gire hacia mí, Christopher y el bebé.
—Entonces, ¿ya has pensado en los nombres?
—¿Mmm?
—Para el bebé. ¿Qué nombre le pondrás? —pregunta Leyla y mis ojos bien abiertos deben de haberle dado una pista— ¿Ni siquiera lo has pensado? ¿No has elegido nada?
—No… no. No lo hemos hecho— ¿Seré yo quien le ponga nombre al bebé? ¿Christopher planea ponerle nombre al bebé? ¿Deberíamos hablar de algo juntos? Nunca hablamos realmente de todos los detalles que implicaría tener este bebé. Solo que yo iba a tener uno.
Ahora me siento aún más abrumada porque no tengo idea de qué está sucediendo realmente ni cuál es el siguiente paso en este proceso. Tal vez deberíamos sentarnos y hablar de algunas cosas... y probablemente pronto porque estoy segura de que los próximos meses pasarán rápido.
—Bueno, será mejor que te pongas manos a la obra. ¿Y vas a averiguar si es niño o niña?
—Creo que queremos que nos sorprendan—al menos, yo quiero que me sorprendan. Y como Christopher no ha dicho nada, supongo que también está de acuerdo con eso. Pero, repito, no lo hemos hablado realmente.
—¡No puedo creer que voy a ser tía!—grita mientras hunde el dedo en su plato de comida y yo niego con la cabeza riendo.
—Te va a adorar —le respondo y ella sonríe radiante.
—Entonces, ¿conoces a su familia? —pregunta mamá y sé por su tono que está insinuando algo. Probablemente el hecho de que aún no lo han conocido .
—No —respondo con calma—. Todavía no hemos conocido a los padres.
—Mmm —es su única respuesta y sacudo la cabeza—¿Qué clase de familia tiene?
—Una familia estándar. Mamá, papá, hermana.
Todas nos quedamos en silencio pensando que nuestra familia no encaja en ese molde. Aunque también tengo una madre y una hermana. Pero papá…
Desde que nos abandonó cuando Leyla tenía seis años y nos enteramos de sus problemas renales, las cosas han ido mal por aquí. No es que antes fueran geniales, pero al menos sus ingresos ayudaron.
Miro a mi alrededor y veo la casita que Leyla y mamá comparten ahora. Es mucho mejor que cuando papá se fue por primera vez, cuando mamá luchaba por conseguir un trabajo y cuidar de dos niños al mismo tiempo.
Cuando teníamos Navidades en las que solo había una muñeca para Leyla debajo del árbol y nada para mí. No es que me molestara. Siempre le decía a mamá que le comprara un regalo a Leyla y que yo estaba bien. O las cenas que a menudo consistían en fideos ramen o latas de frijoles.
El hecho de que haya camas en ambas habitaciones es un testimonio de lo mucho que hemos avanzado, porque Leyla y yo compartimos una pila de mantas en el suelo durante mucho tiempo.
—Son ricos, ¿verdad?
—¿Qué quieres decir? —pregunto bruscamente, mirando a Leyla.
—Bueno, pagaste las cuentas y nos llevas de compras. Así que, obviamente, el tipo tiene dinero. Y nos trajiste ropa de cama y joyas…
Me sentí un poco mal por traer algunas de las cosas que Christopher me había dejado. Algunas de las lindas sábanas de la habitación que sabía que eran nuevas y que las había comprado solo para mí, pero tengo ropa de cama propia que está bien. Así que traje las cosas nuevas para mamá y Leyla.
Y las joyas… me han quedado algunas en las últimas semanas. Me quedé con el collar especial que me compró cuando le dije que estaba embarazada. Pero el resto… ¿para qué necesito todas esas joyas?
Mamá y Leyla pueden venderlo y conseguir algunas de las cosas que pueden usar por aquí. Y se lo dije, aunque no estoy tan segura de que mamá estuviera escuchando realmente. Pareció mirar las joyas durante un largo rato antes de guardarlas sin decir palabra.
—¿Has sacado algo de esas joyas?—pregunto y mamá mira fijamente su plato.
—Eso es especial. Lo compraron para ti. No es correcto que lo usemos para nada.
—Quiero que lo uses. Consigue las cosas que necesitas. No necesito joyas. Tengo cosas que me gustan.
Aun así, me doy cuenta de que va a ser difícil, así que más tarde esa noche llevo a Leyla a un lado y le digo que se ocupe de eso.
—Dice que no se debe tocar.
—Hay cosas que ustedes pueden usar y lo saben. Así que tomen las joyas, empéñenlas y consigan otra cosa. No me importa si compran libros nuevos con ellas, Leyla. Solo quiero que las tengan para cosas que sean más útiles que otro collar más.
Ella duda, pero finalmente asiente con la cabeza.
—A mamá le vendrían bien unas sábanas nuevas. Esas mantas que trajiste son geniales. Pero me las dio y todavía usa las mismas sábanas gastadas de siempre. Y tal vez algunas toallas nuevas.
—Genial. Usa lo que te traigo. Por favor.
Al menos Leyla promete hacer algo y sé que lo hará. Aunque si mamá estará contenta o no, ese es otro tema completamente distinto. Pero al menos usarán el material.
Y no es como si Christopher se diera cuenta de que ya no está. No me pregunta por las joyas que me regaló. Y, desde luego, no me pregunta por la ropa de cama y esas cosas. Dudo que haya visto alguna vez el interior de su lavadero, así que ¿cómo iba a saber lo que estoy poniendo en la lavadora?
Cuando entro por la puerta esa noche, me siento agotada. Tratar con mamá puede ser así a veces. Incluso cuando tiene buenas intenciones, puede ser terca. Y ahora mismo, no está contenta con el hecho de que esté regalando cosas que ella cree que me he ganado.
No importa cuántas veces le diga que no es nada que me haya ganado, son regalos de otras personas que no necesito.
—Emma, tengo algo para ti—levanto la vista, sorprendida por la voz que me saca de mis cavilaciones. Ni siquiera me fijé en el auto de Christopher en la entrada cuando llegué y me sorprende verlo parado frente a mí ahora.
—¿Qué pasa? —me entrega el disfraz de carnaval y no puedo evitar sonreír—. Bueno, ustedes realmente decidieron ir a por todas, ¿no? Menos mal que aún no se nota que estoy embarazada —bromeo y él entrecierra los ojos, escudriñando mi cuerpo.
Me sonrojo y me acaloro de inmediato, pero es difícil saber qué está pensando, porque no habla. Solo sonríe levemente y da un paso atrás. Intento contener un suspiro.
¿De verdad soy tan poco atractiva para él ahora que estoy embarazada? ¿Ve más que yo los cambios en mi cuerpo? ¿Qué va a pasar cuando se me empiecen a notar aún más? ¿Me evitará por completo? No puede despedirme por estar embarazada, pero desde luego no podré recibir las propinas que recibo ahora cuando sea más evidente. En ese momento, puede que me vea obligada a renunciar.
—Tengo algunas cosas que hacer —murmuro vagamente, tomando mi nuevo atuendo y dirigiéndome hacia el pasillo—.Hay algo más en la bolsa también —grita detrás de mí y logro hacer un ligero gesto con la mano mientras me alejo de su campo visual.
Efectivamente, dentro de la bolsa hay otra bolsa. Una bolsa de regalo. Esta está llena de accesorios de spa. Jabones y algún tipo de mascarilla. A Leyla le van a gustar, pienso. Y serán geniales para después de su próximo tratamiento.
Siempre pone algo en mi habitación: velas, mantas. Me quedé con una de las mantas, pero las otras se las dieron a mamá y a Leyla.
Cada vez que me siento culpable, ¿qué se supone que debo hacer? No necesito esas cosas. Y mamá y Leyla pueden usarlas. O pueden usar el dinero que recibo de ellas. Pero aun así, no sé qué pensaría Christopher si le dijera lo que estoy haciendo con los regalos. No es como puedo hacerlo de todos modos. Porque para poder decirle qué estoy haciendo con los regalos tendría que decirle la verdad sobre mi familia y nuestra situación financiera, y eso es algo de lo que no estoy lista para hablar.