Capítulo 9

2732 Words
Narra Christopher Todavía me enfurece ver a ese hombre tocar a Emma, ​​y ​​aun así, hasta yo sé que es ridículo. Sé que estoy siendo un tonto. Que este tipo de cosas pasan todo el tiempo aquí y si las chicas no dicen nada, no hacemos ningún escándalo. Estaba claro que a Emma no le importaba, pero en cuanto vi su mano en su trasero me puse colorado y me pareció que alguien o algo más se había apoderado de mi cuerpo. Tenía que detenerlo. Pero por la forma en que me miró en el pasillo, está claro que tampoco le importó del todo mi interferencia. —Entonces, ¿qué pasó ahí abajo? —Ethan irrumpe en la oficina y me vuelvo hacia él con el ceño fruncido. —No sé de qué estás hablando. —¿No? —me mira con una ceja enarcada—. Porque uno de nuestros clientes habituales está ahí abajo quejándose de que lo abordó alguien que se parece mucho a ti. Tuve que invitarlo a una bebida para que dejara de quejarse. —Bueno, si ha dejado de quejarse, no importa, ¿verdad? Pero Ethan no está dispuesto a dejar pasar esta oportunidad. Sigue mirándome fijamente. Sigue esperando una respuesta. —Perdí los estribos. Son cosas que pasan. —Claro, lo he visto pasar. Pero normalmente es cuando hay algo por lo que realmente enfadarse. No porque un cliente habitual le haya dado una palmada en el trasero a una de las chicas y ella ni siquiera se haya quejado. Aprieto los dientes y me vuelvo hacia mi escritorio. —Ya está solucionado, así que déjalo pasar. —¿Qué pasa contigo y esta chica? La he visto muchas veces aquí arriba. ¿Y ahora estás ahí abajo defendiendo su honor cuando ni siquiera es necesario defenderlo? —Es… complicado —respondo, consciente de que ella no quería que Ethan supiera de nuestro acuerdo hasta que fuera absolutamente necesario que lo supiera. —¿Complicado? ¿En serio estás saliendo con una de nuestras chicas? Ethan es socio de este club, pero el hecho de que se refiera a Emma como una de "nuestras chicas" también me pone los pelos de punta, aunque sé que no quiere decir nada con eso. —No te preocupes por eso. —Si lo que está pasando entre ustedes dos hace que actúes como un loco, me preocuparé. No puedes ahuyentar a la clientela. Así que o te tranquilizas con tu comportamiento o tienes que dejarla ir. Porque este tipo de cosas no pueden seguir sucediendo. Se correrá la voz y será malo para el negocio. Por supuesto que tiene razón, pero eso no me hace más feliz. Afortunadamente, parece creer que ha dejado en claro su punto de vista y, en lugar de seguir insistiéndome, sale de la oficina y cierra la puerta detrás de él. Gimo y me acomodo detrás de mi escritorio. Ambos tienen razón, por supuesto. Pero eso no significa que me tenga que gustar. Esa noche, cuando llego a casa, me lleva un largo momento recordar el auto que está estacionado frente a mi casa.. Y cuando lo hago, doy un paseo lento alrededor de ella y frunzo el ceño, sacudiendo la cabeza. Sea lo que sea lo que se supone que es, está claro que ha visto mejores tiempos. Y no me gusta que Emma lo conduzca. Y desde luego no me gusta la idea de que mi hijo lo conduzca. Tendré que hacer algo al respecto también. Al entrar en la casa, puedo oír la televisión encendida en la sala de estar. Así que se ha puesto cómoda aquí, lo cual me complace. Quiero que disfrute de mi casa y no que sea una prisionera en el ala que le he asignado. —Oye, me preguntaba si vendrías a casa esta noche —dice mientras entro en la habitación. —Siempre vuelvo a casa por la noche. —¿Ah, sí? ¿No hay excursiones nocturnas? Levanto una ceja en su dirección. ¿Es esa su manera de preguntar si paso la noche con otras mujeres? —No. No me quedo a pasar la noche con ellas—es mi respuesta. —Ah, bueno, supongo que esa es tu prerrogativa —parece un poco incómoda, pero quizá también un poco complacida. —Y nada más —añado—. Este acuerdo entre nosotros es todo lo que tengo ahora mismo. Ante eso, ella definitivamente parece complacida, aunque intenta ocultarlo mirando el libro que tiene en las manos antes de responder. —Bueno, esa también es tu prerrogativa. —¿No tenías nada más que hacer después del trabajo? —pregunto, cambiando ligeramente de tema y ella niega con la cabeza. —No. Mamá y Leyla están ocupadas esta noche—parece que no está contenta consigo misma por haber dicho eso y se apresura a continuar—. Y Becky, mi mejor amiga, está fuera de la ciudad. Por ahora decido dejar pasar las cosas. Si ella no quiere hablar de su familia, me parece bien. No es que yo le haya estado dando mucha información sobre la mía. —¿Qué haces cuando no tienes gente a quien visitar? —Lo estás mirando— responde ella, señalando con su libro el televisor —.Leer un libro. Mirar la televisión. Perder el tiempo. —Hacer cosas que te gusta no es una pérdida de tiempo—le digo. —¿Ah, sí? ¿Y qué te gusta hacer? —Disfruto de mi club. Ella resopla y sacude la cabeza. —¿Disfrutas trabajando? ¿En serio? ¿O tu 'hobby' son las chicas que vienen a tu club? Sólo le doy una pequeña sonrisa y ella pone los ojos en blanco. —Está bien, bueno, cuando no estás trabajando o con alguna chica extraña que trajiste a casa del club, ¿qué sueles hacer por aquí? Me detengo un momento, como si no pudiera pensar en nada, pero ella me devuelve la mirada, esperando. —El gimnasio, por un lado. Y… es muy parecido a lo que estás haciendo en otras cosas. —¿Eres lector? —¿Eso te sorprende? —Un poco—pero puedo decir que ella también está contenta con ello. Nuestros días empiezan a adoptar una especie de rutina. Como el club abre principalmente por la noche, no hay mucho que hacer durante el mediodía. Y es entonces cuando solemos sentarnos juntos en la sala de estar y mirar televisión o hablar de cosas al azar o leer en una especie de silencio agradable. Y cuando vamos al club por la noche… Estoy aprendiendo aún más sobre ella a través de otras personas. Por ejemplo, la forma en que acepta turnos cada vez que alguien se lo pide, lo que al principio pensé que era por el dinero. Después de todo, ella pidió convertirse en bailarina para ganar más dinero. Pero luego comencé a prestar atención a las personas que se lo pedían. Como Sherry, que tiene un pequeño que se enferma mucho, o Jen, que está intentando volver a la escuela y a veces necesita que alguien cubra un turno para poder estudiar. Y siempre que hay un problema, Emma es la que se apresura a solucionarlo. Defiende a las otras chicas, incluso los que son mayores que ella. Y ella es buena para calmar situaciones. En resumen, es exactamente la persona indicada para lo que necesito. Una persona que estoy seguro que será una excelente madre. —Creo que tu chica ha estado aquí todas las noches esta semana— dice Ethan, entrando a la oficina mientras estamos cerrando todo. —¿Qué chica? —pregunto, haciéndome el tonto aunque sé exactamente de quién está hablando. —Oh, no, no. Ese que no puedes dejar de mirar todo el tiempo—se burla de mí y yo solo pongo los ojos en blanco, mirando de nuevo los papeles que estoy guardando. —¿Emma? Tiene una gran ética laboral. —La chica tiene algo, eso es seguro —se hunde en una silla y mira fijamente hacia el suelo por la ventana. —Christopher, ¡oh! —Emma se detiene en seco al ver a Ethan sentado allí conmigo en la oficina—. Lo siento. No me había dado cuenta de que había alguien aquí. Volveré más tarde. —Ethan ya se iba —respondo. Pero Ethan me mira con una expresión que indica que definitivamente volverá más tarde, antes de saludar a Emma con la cabeza y salir caminando. El hecho de que Emma viniera a verme para algo es un tanto sospechoso. Después de todo, Ethan se encarga de la mayoría de las operaciones diarias, incluido el manejo de cualquier problema que pueda tener el personal. Pero él ya sabía que había algo entre Emma y yo, así que no es como si fuera un gran secreto. —No quise hacer las cosas incómodas. —Que una mujer sexy venga a mi oficina nunca hace que las cosas sean incómodas—le respondo y ella pone los ojos en blanco con una pequeña sonrisa. —¿Tus líneas realmente funcionan con las mujeres? —Bueno, te he tenido en este escritorio más veces de las que puedo contar, así que voy a decir que sí. Ella se sonroja levemente ante eso, pero luego se hunde en la silla frente a mi escritorio. —¿Para qué querías verme? —pregunto y ella se detiene un momento, como si no estuviera muy segura de lo que quiere decir—¿O solo viniste aquí para ver si podía ponerte a cargo de mi escritorio otra vez? —Ya te gustaría —responde ella—. Quería avisarte que voy a hacer otros turnos. No estaré en casa hasta tarde el resto de la semana. Quiero decir, sé que normalmente estás aquí hasta el cierre de todos modos, pero para que lo sepas... —He notado que estás cogiendo muchos turnos. ¿Es eso para que puedas evitarme? —pregunto y sus ojos se abren de sorpresa como si no hubiera pensado en eso. —¿Cuánto tiempo crees que puedo evitar tener sexo contigo y aún así cobrar? —pregunta con una sonrisa y no puedo evitar corresponderla, caminando alrededor del escritorio para poder poner mis manos en los brazos de su silla, inclinándome más cerca. —¿Cuánto tiempo crees que podrás aguantar sin rogarme por ello, cariño? —Estaba bien sin sexo antes de que me llamaras aquí la primera vez. Hasta donde sé, no había pasado mucho tiempo desde la última vez que tuviste sexo cuando me mencionaste. Entonces... ¿quién es el que no puede prescindir de ello? Me gusta su fuego. Me gusta la forma en que da y recibe. Pero también estoy muy interesado en ponerla en su lugar, así que me inclino más cerca, mis labios a menos de una pulgada de los suyos, nuestras respiraciones se mezclan. Pero no la beso. No me inclino hacia adelante un poco más para presionar mis labios contra los suyos. Incluso si quiero hacerlo desesperadamente. Por su parte, ella se queda completamente quieta, esperando, pero sus ojos se cierran y puedo ver cómo su pecho sube y baja rápidamente. Ella también lo desea. Y entonces no estoy seguro de quién se mueve primero, pero de repente ella está en mis brazos y sus labios están sobre los míos. Su sabor envuelve todo lo demás, de modo que no me importa dónde estoy ni lo que sucede a mi alrededor. No me importa la música que se filtra.A través de los altavoces o de los papeles que tenía sobre el escritorio y en los que estaba trabajando. Solo la quiero a ella. Es como cada otra vez que la he tenido, donde se siente casi como si fuera la primera vez. Esta vez simplemente la levanto y la llevo detrás de mi escritorio, sentándome en la silla y tirando de ella para que se siente a horcajadas sobre mi regazo. Es fácil apartar la endeble falda de su uniforme de trabajo para sentirla más cerca, pero aún no lo suficiente. Y ella parece sentir lo mismo porque sus manos están inmediatamente en mi camisa, tirando de ella hacia arriba y pasándola por encima de mi cabeza. Y luego las siento en mi cinturón, tratando de liberar mi pene de los confines demasiado apretados de mis jeans. —Oh, hola, Wendy, ¿qué estás haciendo aquí? —la voz demasiado fuerte de Ethan entra en mi subconsciente, pero las palabras tardan un momento en procesarse. —Mierda —gruño y Emma levanta la mirada, sorprendida, y deja de hacer lo que está haciendo de inmediato—. Mi hermana —le explico, y sus ojos se abren de par en par. Ella se baja rápidamente de mi regazo, se arregla el uniforme y no puedo evitar sonreír, incluso mientras me esfuerzo por arreglarme la ropa. Normalmente no me molestaría en armar un escándalo por Wendy, pero no cerramos la puerta con llave. Y no quiero que vea a Emma así. No cuando más tarde la presentaré como la madre de mi hijo. La puerta se abre justo cuando Emma apenas logra volver a la silla detrás del escritorio y, de alguna manera, pone una mirada completamente profesional en su rostro. Una mirada que se convierte en sorpresa al ver a la mujer parada frente a ella. —¿Quién es entonces? —pregunta Wendy, mirando a Emma de arriba abajo. —Wendy, es una de nuestras camareras. Estoy atendiendo un asunto de negocios. ¿Qué quieres? Se queda mirando a Emma por otro momento y puedo ver la forma en que la desestima. No hace mucho tiempo que Wendy bromeaba sobre conseguir un trabajo aquí y cómo mamá se asustaría al verla con uno de esos uniformes. Pero ahora actúa como si estuviera por encima de todo eso. —Vine a decirte que el recital de baile de Margie es este fin de semana. Y luego saldremos a cenar. —Podrías haberme enviado un mensaje con eso. –Pensé en entregarte la información en persona. Me pareció más personal. —¿Eso es todo? ¿O querías echarle otro vistazo a este lugar porque lo extrañas? Relacionarse con la élite del club de campo resulta bastante aburrido, ¿no? Ella me mira con el ceño fruncido y rápidamente se da vuelta y sale de la habitación, pero me pregunto si no estaré en lo cierto. Ella ha estado aquí dos veces en varios meses. Y aunque nunca se queda abajo (hasta donde yo sé), al menos tiene que atravesar el lugar para llegar a mi oficina, ¿no? —Debería volver a trabajar —dice Emma, ​​poniéndose de pie rápidamente una vez que Wendy se va y apenas logro asentir antes de que ella también salga por la puerta y baje apresuradamente las escaleras. Pero no estoy listo para dejar pasar esta oportunidad. De hecho, estoy listo para retomar las cosas justo donde las dejamos, que es exactamente lo que hago cuando ella entra por la puerta esa noche; la agarro y la atraigo hacia mis brazos. —¡Oh! Mis manos se deslizan inmediatamente hacia arriba, debajo de la falda del uniforme que todavía lleva puesto, agarrando los costados de sus bragas y bajándolas con un movimiento suave. Porque no puedo esperar a tocarla. A disfrutarla. Su sorpresa parece durar relativamente poco y rápidamente agarra mi camisa, dejándola atrás de mí e inmediatamente alcanza mis pantalones. Y luego volvemos a donde estábamos.En la oficina. La llevo al sofá para poder sentarla en mi regazo y sentir su cuerpo mojado presionado contra mi pene palpitante. —Diablos —la maldición sale de mí y la atraigo hacia mi cuerpo, disfrutando la sensación de tenerla rodeándome. Ella se agarra al sofá detrás de mí, agarrándose a él con fuerza mientras me cabalga con fuerza y ​​los gemidos que salen de ella sin duda me vuelven igualmente loco. Pero incluso cuando se corre, cuando ambos hemos sucumbido al calor que ha estado ardiendo todo el día, no he terminado con ella. En lugar de eso, la levanto de nuevo y la llevo arriba, a mi habitación, donde planeo que la segunda ronda dure aún más.
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