-Hola. - Esteban se para a mi lado mirando las luces de la ciudad, me limpio las lágrimas, pero aún estoy gimiendo de tanto llorar.
-Hola, no deberías estar aquí te perderás de toda la fiesta. - La verdad no quiero que se vaya, pero es que no quiero que me ve así.
-Para mí ya no es fiesta, si no estás tú. - Dice aún sin mirarme y lo que acaba de decir me encantó, con lágrimas bajando por mi rostro me ha sacado una sonrisa, ahora si me mira a la cara.
- ¿Desde cuándo estás aquí?
- Lo suficiente para saber que eres mucha mujer para ese idiota que no te valora. - Dice con tanta rabia y a la vez no a sonando tan brusco para no asustarme, él se acerca más a mí y seca mis lágrimas, no decimos nada solo nos miramos a los ojos, como si ellos hablaran por nosotros. - ¿Así que ojos bonitos? - Me dice con una media sonrisa ¡Diooos!, Melanie en que te has metido, siento que mi sangre hierve, mis mejillas se sonrojan como un tomate, muerdo mi labio inferior para no reírme, es imposible le doy lo que más le gusta de mí.
-Y tu mi sonrisa que no logro controlar. - Mi actitud es muy coqueta, creó que los dos nos damos cuenta de eso, comenzamos a acercarnos poco a poco, agachó mi mirada, él levanta mi rostro con su mano, nuestros labios están muy cerca, casi puedo sentir el rose, cierro mis ojos, me dejo llevar...
-Pero si aquí estannnn. - Nos grita mi prima saliendo del salón, con Maximiliano, Janeth y mi hermano, Esteban y yo nos separamos tan rápido que no se dieron cuenta, aunque mi
hermano no se le escapa nada y me dio una mirada algo sospechosa, no le doy importancia, Esteban y Maximiliano están hablando entre ellos.
-Espero que no se te ocurra a decirnos que no, porque ya tenemos todo planeado para este fin de semana, ya llamamos a la finca y Nana ya no está esperando. - Beatriz amenazándome.
-Si claro que voy. -Digo sin pensarlo, ellos se quedan sorprendido por mi repuesta, menos
Esteban que sabe lo que me acaba de pasar.
-Ay Dios! ¿creo que tiene fiebre? - Janeth se burla de mí.
-Sí, quiero pasar un fin de semana diferente. - Miro a Esteban que arquea una ceja asumiendo que lo digo por él.
-Bien prima, creó que ya te estamos recuperando. - Beatriz siempre tiene algo que decir, nos encaminamos a buscar los carros.
- ¿Por qué estabas llorando? - pregunta mi hermano.
- ¿Llorando?, no hermanito para nada más bien estaba por cometer un pecadito. - Le digo susurrando su oído.
-Espero que sepas lo que haces hermanita, no quiero después un mar de lágrimas por toda la casa. - Dice dejándome para ir con su amada esposa, parecen dos chiquillos se ven tan enamorados.
-Tú manejas, yo no puedo y mucho menos mi primito. - Dice Beatriz señalándome a mi hermano que tiene a Janeth contra el carro y Beatriz va por Maximiliano que ya le está dando una sonrisa de que no la perdona está noche.
-Bien, si no me queda de otra. - Ella me da la llave y se mete atrás en el auto, me agarran la mano dónde tengo la llave, no sé, en qué momento, pero me tiene contra su cuerpo.
-Yo manejo. - Me ordena Esteban mostrándome las llaves.
- ¡No sabes en dónde es! - Le digo a Esteban tratando de quitarle las llaves, la oculta detrás de su espalda.
-Tú me dirás por dónde ir. - Dice muy cerca de mis labios, cierro mis ojos en espera de ese beso que no llego, porqué se sube al auto dejándome como una tonta, rodeo el carro me subo y los de atrás están muy acaramelados, después de pasar por sus cosas al hotel dónde se hospedan, empezamos el camino, de mi boca lo único que salía era para indicarle por donde debía ir, después de casi cuatro horas de camino en las afuera de la ciudad, llegamos a la finca y ya son las tres de la madrugada, Nana está como si fueran las siete de la mañana esperándonos, salimos del carro somos los últimos, todos se fueron directo a la piscina.
-Holaaa, mi Nana hermosa. - La saludo como siempre con un fuerte abrazo, ella es una mujer pequeña, regordete, morena y su acento es oriental de aquí de Venezuela.
-Mi niña hermosa, tiempo sin verte. - Me da un reguero de beso en mi frente.
-Nana, él es Esteban. - Los presento, él le da un beso en la mano y ella lo lleva a sus brazos dándole un fuerte abrazo.
-Mi niña, no te lo dije por qué no quería meterme en tú vida privada, pero ese tonto que tenías por novio no me gustaba, él si se ve un buen muchacho. - Dice refunfuñando entrando a la sala, se desaparece por la cocina.
-Le ha caído muy bien. - Digo sarcástica.
-Mi niña ya vez, soy un buen muchacho. - Dice burlándose de mí.
-Haaa, así que, burlándote de mí, no púes espera que te consiga el tuyo. - Salimos a la alberca, ya todos están metidos en la piscina y la ropa está flotando por todos lados, se quedan en ropa interior.
-Vamos, vengan entren. - Nos grita mi hermano.
-Nooo, esa agua debe estar muy fría. - Le gruño.
-Primis, vamos no seas tan aburrida.
-Vale, está bien, pero sí Esteban también se mete al agua. - Él ya se instaló en unas de los tumbones y no parece que quiera ir al agua.
- ¿Queee?, no, no, no. - Dice Esteban, todos comienzan a gritarles que se meta, es imposible, llamo a Beatriz que se acerque para que me ayude y lanzarlo a la piscina.
-Yaaa, déjenlo si no quiere meterse bien, yo si lo haré. - Empieza nuestro ataque, me quedo en la orilla de la piscina en unas de las partes más ondas tratando de bajarme la cremallera, hago como si me fuera imposible, la cremallera la tengo en mi espalda, he pensado para que el me ayude a quitarme el vestido, Beatriz se viene nadando hacía dónde estoy.
-Esteban sé que estás muy cómodo, es que no puedo con la cremallera, ¿me ayudas? - Le digo poniendo mis ojos de niña buena, viene hacía mí, le doy la espalda para que pueda bajarla, él pone una de sus manos en mi hombro donde posan su mano en mi piel, dejando un escalofrió por todo mi cuerpo hasta dejar mi piel de gallina, siento la cremallera bajar lentamente, sus dedos van trazando por toda mi espalda, tengo mis brazos cruzados sosteniendo el vestido para que no caiga al suelo de bruces, me giro para verlo a los ojos.
-Problema solucionado. - Parece un susurro, quito mis manos y el vestido a la final cae al suelo sin importarme a que se arruine, jamás había sido tan atrevida delante de un hombre y mucho menos un desconocido, toda esa magia que sentía en ese momento se acaba, ya que Beatriz está detrás de él esperando a que yo lo abrace y lo empujemos a la piscina, Esteban se ríe y mueve su cabeza a los lados, ya sabe que tramamos, igual no, nos detenemos y lo abrazamos, él se deja caer al agua, porqué un hombre como él, tan musculoso y fuerte que se ve, no se derriba tan fácil, lo soltamos para salir del agua y respirar.
-Siiiii, lo logramos. - Grita mi prima, todos nos reímos a carcajadas.
-Así que no podías con tu cremallera ¿no? - Me dice con un tono sarcástico y entre risas.
-Truquitos que toda niña guarda debajo de su almohada. - Digo como toda una niña coqueta.
-Me gustaría que me enseñara, otros tipos de trucos. - Está acercándose, me alejo de él nadando.
- ¿Por qué huyes cobarde?
- ¿Cobarde yo? Jamás. - Digo ya por fin tocando el fondo de la piscina para poder caminar, me giro para verlo y no está por ningún lado de la piscina, igual sigo y llego una esquina el agua me llega hasta mis pecho, de un lado tengo a mi hermanito y a mi cuñada y del otro a mi primis con Max, no quiere que le diga su nombre completo, dice que así lo llamas las personas que a él le caen bien, he pegado un grito que seguro se escuchó por toda la finca, Esteban apareció de la nada, frente a mí por debajo del agua, él está a carcajadas y yo estoy que él corazón se me sale y todos se dan cuenta de que hay química entre nosotros.
-Sí eres cobarde. - Afirma lo que me acaba de decir hace unos minutos.
-Cobarde es poco, hasta una hormiga la puede asustar. - Dice Janeth.
-Janeth es mejor que vuelvas a meterle la lengua en la boca a mi hermano, si no quieres que te la corte, cuñis. - Le digo.
-Mi hermanita tiene razón, es más, vámonos a la habitación, que te tengo unas ganas. - Le dice mi hermano arrastrándola hasta las escaleras de la piscina llevándosela con ella, mi primis también se escabulle con Máx, con la excusa de que va a enseñarle el rancho, para dejarme sola en la piscina, bueno sola no.
- ¿Ya se van? - Digo sorprendida y creó que algo asustada por quedarme sola, por Dios Melanie no tiene cinco años.
-Sí. - Dice Max....
L. R.