-Bajamos a desayunar ya todos estaban preparados para ir a pasear por la finca, mi cuñada y mi prima estaban locas por quedarnos a solas, aunque sea unos segundos y lo han logrado, los chicos se fueron a los establos a buscar los caballos, me tiro en unas de las tumbonas que están cerca de la piscina alejándome de ellas para hacerlas sufrir un poco.
- ¿¿A ver Melanie Rodríguez, tu no me vas a dejar con esta intriga, me vas diciendo todo con lujos y detalles? - Beatriz no me dejara en paz.
-Querrás decir, nos vas diciendo. - Contraataca mi queridísima cuñada.
-Veo que ya amaneció mejor tu pie que vas a cabalgar, cuñadita.
-No vas a cambiar el tema, es más, eso ya Máx me lo preguntó en el desayuno y tú sabes muy bien la respuesta, ¿así que vamos desembucha todo lo que pasó con ese bombón, por qué no me vas a decir que volviste a desaprovechar otra vez esa oportunidad?
-Vaya si te escuchara mi primito, la que se te armaría sería una de las buenas.
-Bien, bien, les contare prométanme que no armarán un escándalo y serán muy discretas en todo.
-Prometido. - Dicen las dos en unisonó, comienzo a contarle algunas cosas, otras son muy reservadas para mí, aunque ellas saben que no les estoy diciendo todo se quedan un poco más tranquilas, me arrastran hasta los establos que están los chicos, no entro tengo más de doce años que no monto un caballo y tampoco venía por estos lares, él capataz de mi abuelo se me queda mirando algo intrigado al verme aquí, como siempre tan reservado no dice ni una palabra.
- ¿Cuál es tú caballo, preciosa?
- ¿Mi caballo? - Le digo algo nerviosa, este lugar me pone los nervios de punta.
- ¿Sí, tú caballo? - Todos se me quedan mirando, tantos recuerdos encontrados.
-Por qué no, nos vamos caminando a los miradores. - Nos dice Beatriz tratando de cortar la tensión que hay.
- ¿Caminando estás loca? - Janet a Beatriz, le dice entre dientes.
-Melanie si no quieres, no tienes por qué hacerlo. - Alejandro se acerca, Esteban me observa algo intrigado al verme como estoy.
- ¿Melanie, tú no sabes montar a caballo? - Dice Max curioso.
-Claro que sí, es más, no tengo caballo desde hace mucho tiempo, así que por eso voy a montar el caballo de mi abuelo. - Digo acabando con esta situación tan incomoda.
- ¿Queeeee?. - Gritan mi hermano, mi prima y mi cuñada, el caballo de mi abuelo es uno de los más rebeldes, no se deja montar con más nadie, sino con mi abuelo y yo cuándo lo hacía y como dicen los caballos nunca olvidan, me voy donde está, él siempre se hace sentir nunca está tranquilo y mucho menos cuándo me ve.
-Hola Fuego. - Así se llama, mi abuelo le puso ese nombre por su piel es de color marrón, más bien tiene una tonalidad llegando a anaranjado, decía que ese es el color que da cuándo se quema la madera.
- Melanie estás loca, tienes tantos años que no montas un caballo y ahora vienes como si nada y te quieres ir con fuego, no te dejaré. - Mi hermanito está que me mata, Fuego empieza a mover su cabeza de un lado a otro, mi hermano trató de tocarlo.
- Vamos hermanito, sabes que el conmigo es clase aparte. - Pongo mis manos en Fuego y es como un tranquilizante.
-Vaya, pensé que ese caballo nadie lo montaba, desde que lo vi ayer me pareció un bestia. - Dice Max burlándose, mi mirada se va directa a la de Esteban que no ha dicho ni una palabra, solo me observa.
-Te dije que no Melanie. - Alejandro no deja de insistir.
- Sí, te preocupa que Melanie vaya sola la acompañaré. - Por fin Esteban hablo, mi prima se ríe a carcajadas al escuchar a Esteban que se montara a Fuego.
-No creo que ese animal. te deje montar. - Se burla Beatriz.
- ¿Y por qué no? - Dice Esteban muy serio.
-Porqué desde que sé, ese caballo desde que nació, no se deja montar con más nadie, si no es con mi abuelo y Melanie. - Beatriz monta su caballo.
-Sí él dice que lo montará, te aseguro que lo hará, no hay animal más terco que él y Relámpago. - Nos dice Max.
- ¿Quién es Relámpago? - pregunta Janeth.
-Mi caballo. - Esteban se viene hacía Fuego, él caballo se pone muy inquieto, trato de que se tranquilice para ver qué tan domador es Esteban.
-Vamos tranquilo mi campeón, soy yo, sabes que nunca te pasará nada mientras yo esté contigo. - Le digo a Fuego, se me salen las lágrimas me acuerdo de mi yegua, no sé en qué momento lo hizo, ya Esteban estaba encima de Fuego.
- ¿Vienés? - Estira su mano para que suba también.
- Así que eres todo, una cajita de sorpresa ¿no? - Tomo su mano y me subo al caballo, me siento delante de él, rodea sus manos por mi cintura agarrando la cuerda para guiar al caballo, le ordena que empieza a caminar, todos están a varios pasos delante de nosotros, me da un escalofrío por todo mi cuerpo al sentir otra vez esa sensación de montar un caballo, la brisa, el sol pegando en tu cara, el paisaje de las llanuras, tenía demasiado tiempo que no sentía está sensación de paz de libertad, es como si estuviera en mi sitio de confort, creó que había olvidado está sensación, siento como si estuviera en el limbo.
- ¿Son ideas mías o estás temblando?
- Sí estoy temblando, pero no creas que es porqué estoy contigo. - Me burlo de él.
-Ya que me había hecho ilusiones, porqué te tenía así. - Me dio risa, tanto que hasta él también está riéndose fuerte, mi hermano que está cada rato mirando hacia dónde estamos nosotros algo preocupado, se le ve una mejor cara, no está tan tenso.
- ¿No sabía, que tenías ese don de dominar a los caballos?
- ¿Por qué todos tratan de que no veamos que no te gusta ir a los establos y mucho menos montar a caballo? - Pero como se atreve a eludir la pregunta, ya estamos llegando al mirador.
-Guao, ya decía que te iba a sacar algo sobre ti.
-Todo a su debido tiempo mi niña, ¿ahora dime que es lo que pasa contigo y los caballos? - Dice muy autoritario, me siento algo incomoda, me bajo del caballo como puedo sin decirle una palabra, me voy hasta una loma que está cerca para ver todo el paisaje, es la extensa alfombra verde que cubre todo el llano, los animales salvajes desde los más pequeños hasta los más grandes, las nubes tan blancas como el algodón, el cielo azul claro, con el hermoso y radiante sol que te pega en la piel como si lo único que tienes que sentir es a él. - Siento que huyes de mí. - Me susurra al oído, me giro para verlo cara a cara, envuelvo mis brazos en su cuello.
- ¿Tú quieres que te huya, Esteban de los Ríos? - Coqueteo mordiendo mi labio inferior, mis ojos se van directo a esos labios tan carnosos y provocativos que me provoca es seguir lo que hicimos toda la noche.
-Deberías de hacerlo.
-Vaya, creó que esperaba otra respuesta, sabes eres como un enigma para mí. - Lo que le acabo de decir le dio risa, me alejo un poco de él, siento que ya no lograre nada más que sexo, el día estuvo algo intenso, trate de estar lo más lejos de Esteban de lo que podía, no quiero encapricharme con él, lo más seguro es que mañana sea nuestro último día en vernos....
L. R