Capítulo 2 Hoy no era

3217 Words
Primavera New York, 1 de abril del 2024 Dos meses antes del caos. Kathy El despertador suena y me quejo mientras giro para pagarlo, mi cuerpo duele, cada músculo de mi anatomía parece grita en busca de calma, soy apenas consciente de lo que pasa a mi alrededor porque estoy lo suficientemente cansada como para no tener idea de la hora que es, solo un estimativo, ya que si sonó la alarma, quiere decir que debo ir a la universidad, es lo que debería hacer, mi parte responsable dice que sí, sobre todo porque me queda solamente dos años y medio más y me gradúo, es algo así como el pequeño gran esfuerzo para obtener una gran meta. Muchos pequeños gran esfuerzos para mí. Me remuevo en la cama y observo el techo, suspiro largo mientras que estiro los brazos haciendo que al colchón suene y mi gato salte encima de este para comenzar con su llanto matinal en busca de alimento, Tony es lo que se consideraría un gato obeso, según mi veterinario, según yo, solo está rellenito de amor porque lo castre. Su maullido vuelve a sonar y se acerca para refregar su cuerpo contra el mío, encontré al gato hace un año entre medio de la basura de la universidad, estaba flaquito, solo y desamparado –en muchos aspectos me identificaba con él –hacía frío, el invierno estaba cerca y las nevadas comenzaban a hacerse presente. No dude ni un segundo y lo cargué para traerlo a casa, al principio fue complicado, digamos que no estaba acostumbrado a vivir en un hogar y se pasaba marcando territorio por todos lados, hasta que decidí castrarlo. No más pelotas para Tony. Luego de eso simplemente se civilizó y comenzó a usar sus piedritas, además había cambiado el marcar las cosas por simplemente adueñarse de sectores, por ejemplo, el sector izquierdo del sillón era suyo, si te sentabas en él, lo más probable es que se te acostara encima de la cabeza, o alguna parte de tu cuerpo para luego clavar sus uñas hasta que te fueras, yo estaba segura que lo hacía a propósito, pues una vez que te levantabas el desgraciado volví a aquel lugar y seguía durmiendo como si nada. Tony era lo que se conoce como el gato humano manipulador a morir y perezoso como la dueña, con la única diferencia que yo tenía que trabajar para mantenernos a ambos. Suertudo dormilón. Mi amiga Camila decía que yo tenía este tipo de relación con mi gato, porque me sentía identificada con él, le pregunté si se refería a lo vago o al animal en sí, no iba a ser la primera vez que me llamaban gato, raro viniendo de mi amiga, pero aceptable si quería hacerlo en broma, no obstante, ella fue un poco más allá, tocó un tema mucho más sensible, algo de lo que yo no hablaba, mi familia. Si algo teníamos en común mi gato y yo, era que ambos estábamos solos, él porque seguramente su madre se había ido, o quizás algún desgraciado lo había tirado y yo por elección propia, una elección de la que no me arrepentía, pero con la que tenía que lidiar a diario, debido a que no era para nada fácil lo que había elegido. Supongo que primero se debía a que mi madre falleció cuando yo era chica, podría decirse que tenía una familia feliz, no nos faltaba nada, mi padre era dueño en ese momento de un supermercado, supermercado que luego se convirtió en una cadena de ellos y mi mamá docente en un colegio, todo marchaba bien, yo era feliz, ella era feliz y mi padre solía darnos lo mejor que podía, con el tiempo que tenía, ya que al crecer su negocio también creció las horas de trabajo. Pero la vida no siempre es buena, claro que no es buena. Un día mientras estaba en el colegio mi madre se descompensó, ella era maestra en la escuela, estábamos todos en el recreo y de la nada mientras que me columpiaba observé cómo caía al piso. Aquel día mi mundo se destrozó, cada parte de mí lo hizo, yo pensé que se había muerto, no me calmé hasta que se despertó y fue cuando todo comenzó. Llevaron a mi madre directo al hospital, papá estaba trabajando cuando lo llamaron desde el colegio para avisarle lo que había ocurrido, sobre todas las cosas porque tenían que buscarme a mí también y llevarme a casa, fue lo que hizo, llegó, me buscó y seguimos a la ambulancia hasta llegar al hospital donde todo se derrumbó. Aquel 15 de febrero del 2012, a mi madre se le diagnosticó un tumor cerebral, cáncer, aquella maldita enfermedad se la llevó exactamente en seis meses y medio, mi año comenzó con ella y terminó conmigo depresiva y triste, sola en muchos aspectos, abandonada y vacía, siempre vacía. Solo tenía ocho años. Pasaba mucho tiempo sola, al ser solo mi papá y yo, esté había dejado parte de su carga horaria para acompañarme en mis estudios y estar a mi lado, fue así hasta que cumplí quince años, cuando esa fecha llegó, no solo llegó mi cumpleaños también llegó su nueva mujer, aquella novia que consiguió en algún momento, uno donde claramente yo no figuraba. Y con ella mi nuevo hermano, un chico que si bien no me desagradaba, no lo quería en mi vida, porque yo tenía una familia, una familia que había muerto cuando mi mamá murió y no quería saber nada con la nueva relación de mi padre, no importaba que mi hermano me cayera bien, mucho menos que su madre me tratara como si fuese una hija, yo quería mi mamá, no quería que la reemplazará y dejar sus recuerdos atrás, porque fue lo que hicimos, él decidió comenzar de nuevo, vendió todo, me dejó un par de fotos y nos mudamos a otra casa nueva, con su nueva mujer y mi nuevo hermano. Muchas veces las personas no me entienden, la verdad que por ahí yo tampoco lo hacía, su nueva familia no estaba mal, pero yo no me sentía parte de ella y no podía negarle a mi papá a ser feliz, porque eso sería muy egoísta de mi parte. Así que como yo no quería convivir en esa situación, debido a que eso solo hacía que las cosas fueran difíciles para él, para todos, decidí irme. Abandone a mi padre. Con dieciocho años tomé mis cosas, armé las valijas y me fui, básicamente contraté a un camión de mudanza y crucé gran parte del país para estudiar negocios, aquí en New York, en la universidad de Columbia, donde me dirigía ahora. Me remuevo inquieta y junto todas mis fuerzas para levantarme de la cama e ir directo al baño, la vista que me regala el espejo no es la mejor de todas, pero me conforma saber que al menos no es tan desagradable, tengo ojeras, enormes ojeras que adornan toda la parte de abajo de mis ojos y parte de mis pómulos, me siento un trapo, pero tengo examen y debo ir, sí o sí. Tomo mis cosas y comienzo a caminar luego colocarme un jean y mi blusa, afuera la temperatura es agradable, casi tanto como si fuese verano, aunque todavía estamos en primavera. Mi camino es al campus no es muy lejos, me encargue de encontrar mi lugar cerca de este, ahora me encuentro viviendo en uno de los condominios de lujo que se encuentran por el lugar, cabe aclarar que ahora. Bajo por el ascensor hasta llegar a la planta baja y saludar al chico que se encarga de cuidar que ningún extraño llegue o entra. — Kathy dejaron este paquete para ti – estiró la mano y me acerqué para observar con una sonrisa de dónde venía– parece que estuvieras armando tu completo pack de disfraces o es que tienes muchas fiestas– levanté mis ojos hasta él. — De hecho, tengo una en dos días, la gente por aquí tiene una especie de fascinación por las fiestas temáticas, la semana pasada tuve que ir a una que era todo blanco y n***o, eso fue fácil, pero la anterior me tocó una de neón, tuve que colocarme todas esas cosas fucsias que te hacen ver rara –negué con la cabeza. — Estoy seguro que te veías igual de sexy que siempre – ladeo mi rostro y lo miré con una sonrisa. — Otra vez coqueteando conmigo Peter, ya sabes que tengo novio y la última vez lo hiciste delante de él las cosas se pusieron raras, el sujeto piensa que tenemos algo – comienza a reír mostrando sus dientes blancos. — Me encantaría que tuviéramos algo, pero tú decides salir con el chico anticuado y formal, que no pega para nada contigo – muevo el paquete en mi mano y niego mientras que doy la vuelta para salir. James no era anticuado, bueno quizás un poco, pero no de la forma rara, a él le gustaba las cosas a la antigua era de los que te abría la puerta para bajar del auto, acompañaba a la puerta de tu casa para asegurarse que llegaras sana y salva, también era de los que se tomaba su tiempo en eso de las citas y todo lo demás, digamos que tuve que esperar un poco para que me diera un beso. Según él, hacerlo apenas me conocía era faltarme el respeto, yo quería que me faltara el respeto, no me molestaba, sin embargo, tuve bombones, flores y salidas súper románticas, todo lo que una mujer quiere, en el mismo espécimen, sin contar que me ha escuchado siempre, aun cuando la mitad de las cosas que le dije fueron mentiras, él te escuchaba. — Solo fue sexo Peter, supéralo –otra risa ronca parece en sus labios. Yo quizás había sido un poco más salvaje cuando llegué. — El mejor sexo debes decir – una señora pasó y nos miró negando con la cabeza – por cierto, hoy llega el dueño del departamento de al lado de tu casa, te aviso porque seguramente verás a un hombre paseando por ahí, no es ningún extraño, simplemente ha decidido usar su hogar después de todo. –junté mis cejas. — Dime que no es un viejo molesto que no me va a dejar poner música cuando limpio el fin de semana– negó. — Es un jugador, joven, quizás unos veinticinco años –subí mis cejas interesada – Katy, tú tienes novio, si no puedes acostarte conmigo porque tienes novio, no deberías poder acostarte con él –suspiré e hizo un mohín. — Nadie dijo que me iba a acostar con él, pero matas todas las fantasías Peter, eso no puede ser bueno. Salí del lugar riéndome y lo observé haciendo lo mismo mientras que caminaba para buscar mi auto, podría haberlo dejado en el estacionamiento subterráneo, pero anoche llegué tan cansada y un poco alcoholizada que decidí que no iba a intentar hacer esas curvas con mi estado, de hecho, casi ninguna noche lo intentaba, por lo que siempre dejaba mi vehículo en el estacionamiento que estaba frente al edificio. Me subí al coche maldiciendo por la hora, iba tarde, de nuevo, emprendí viaje lo más rápido que pude hasta llegar a mi destino, mis manos golpeaban el volante mientras que escuchaba la nueva canción que había salido de Katy Perry, era movida, pegadiza y seguramente serviría para bailar en algún boliche. Visualizó un montón de personas corriendo dentro del campus, lo más probable es que estén camino a sus clases, tarde, igual que yo, no era la única irresponsable en este lugar. Estaciono donde siempre para encontrarme con Camila que miraba el reloj con insistencia, me bajé sonriendo, dije una disculpa, ella rueda sus ojos mientras que niega y empieza a caminar. — Otra vez llegando tarde, suerte de que la mayoría de los estudiantes parecen no querer entrar, de lo contrario, tendrías otro regaño más, es que parece que no piensas – la miré y comencé a reírme. — Para qué querer madre si te tengo a ti para regañarme todos los días – sonrío de lado y me empujó con su hombro. — Es lo que hacen las amigas cuando sus otras amigas se comportan como idiotas, deberías agradecerme, quizás compensarme con un pote gigante de helado o alguna cosa así, o el almuerzo hoy día, una pizza en la noche – hizo una mueca. — Quedé con Elyan para ver unas películas y comer algo, ya sabes, momento de novios –suspiró. –Por cierto, "sus amigas", tú no puedes tener más amigas, eres mía, de nadie más. — Tengo qué, nunca tienes tiempo de nada, los días libres estas con tu novio –comenzó –lo cual está bien, las mujeres necesitamos follar –un grupo de chicos giro para verla –¿Qué? No son los únicos que pueden –me reí –Es verdad –me miró y palmeó su hombro. — Calma florecita, las mujeres tenemos que tener sexo, yo planeo tenerlo está noche –le sonreí. — ¿Cómo conseguiste el día libre? La realidad era que tuve que pedirlo pues James me había dado como una especie de ultimátum con respecto a nuestra relación, algo así como “nunca tienes tiempo para mí o haces que el tiempo aparezca o nos separamos”, fue bastante convincente, aunque en realidad, estaba enojado porque no pasaba tanto tiempo con él como para afianzar la relación, era verdad, pero joder, necesitaba el dinero. — Básicamente le dije que tenía que trabajar menos días por temas de la facultad, ahora tengo dos días de la semana libre, con los domingos opcionales, puedo o no trabajarlos, pero creo que es lo mejor, en las vacaciones pasadas hice trabajo corrido, aumente las ganancias y logre estabilizarme un poco –me miro. — Vives en la mejor zona de la ciudad, tienes auto y pagas tus estudios, es obvio que te rinde, es más, quizás hasta parece tienes algún Sugar por ahí –negué divertida. — Eso sería más fácil que trabajar. Entramos en la facultad directo a una de las aulas, el profesor todavía no había llegado y el resto de mis compañeros estaba empezando a entrar en el lugar, me concentré en sacar mis apuntes cuando una mano se colocó encima de mi hoja, observé la manicura francesa recién hecha y los anillos de oro, en oportunidades como esta me gustaría decirles que quizás soy igual de rica que ella, la diferencia de que yo me lo gano. Aunque claramente con lo que gana yo no soy igual de rica que ella, pero mi padre sí es rico, jodidamente rico, lo que me hace a mí una niña ricachona, pero la víbora que tengo frente a mis ojos, no puede saber eso, ella no merece tanta información sobre todo porque saber eso nos pondría en cierta forma al mismo nivel. Y yo no estaba en su nivel. — Camarera, me trajiste el café –la risa de las tontas de sus amigas sonó detrás. Ashley Bailey, era la típica chica rica que se cree más que los demás y pensaba que se podía meter conmigo, con la diferencia que yo no era como las demás personas, no le tenía miedo. — Sabes que gracias a las camareras puedes sentarte a comer en algún lugar –la mire –a ellas le pagan por eso –mire su mano –y veo que tú no tienes dinero, así que no, discúlpame, no estoy en mi horario laboral, acá no se me obliga a atender zorras –le sonreí. La mano de su amiga se movió y las volví a ignorar, para darme vuelta y sacar mis cosas, algo que quedó a medio camino cuando líquido caliente toco mi piel quemando todo a su paso. Me quejé de dolor e hice lo único que se me ocurrió en ese momento, mis manos tomaron la sudadera que tenía y la saqué para secarme el líquido que parecía pegarse mi piel. Camila jadeo a mi lado y el lugar se quedó en silencio, comencé a secarme el café mientras veía como mi piel se ponía roja, joder, tenía que estar frente al público, esto no podía pasarme, no podía tener quemaduras de grado. — Kathy – mi amiga me hablo y la mire –estamos en el aula –junte mis cejas y señalo mi cuerpo –con todos. Levanté mi rostro observando a todos mis compañeros mirarme, inclusive la tonta que estaba frente a mí parecía estar observándome con la boca abierta, me enderecé sabiendo que ahora tenía todo mi pecho descubierto y tapado con un brasier de encaje rosado. No era de venir muy vistosa la facultad, de hecho, siempre traía remeras sueltas y grandes con unos jeans y ya, nunca he dejado estas partes de mi cuerpo a la vista, lo más osado que usé fue, hace mucho, una remera de tiras, solo una vez y luego nunca más, trato de mantener mi cuerpo oculto de las vistas. — Todo el mundo fuera del aula –la voz del profesor me alertó y empecé a transpirar frío. –Usted no señorita Bailey –mis ojos se centraron en el profesor que caminaba hasta mí. –Usted pasa directo a buscar su castigo, veamos cuantos puntos le restan por quemar una compañera –se paró frente a ella con los ojos llenos de furia. — Se me cayó accidentalmente –ladeo el rostro. — Justo en su cabeza y cuerpo, claro –vaya él sabía ser agresivo –Me molesta mucho las mujeres que intentan molestar a otra por ser más linda. Abrí la boca, yo era la linda, joder este adonis creía que era linda, lástima que estaba casado, y yo en pareja. — Evans –se sacó el saco y me lo paso –por favor tapate –sus ojos se desviaron a mis pechos dos segundos –y ve a la enfermería. — Sí señor –la voz me salió rara, y algo irrespetuosa, lo estaba tratando de mandón. — Evans… –advirtió y mordí mi labio –sigue sin vestirse. Parpadeo dos veces y solté mi remera para pasar al saco por mis brazos y cubrirme, no me pasó desapercibido que miró de reojo, quizás en otro momento me hubiera molestado, pero no con este profesor, este profesor era de aquellos que te invitaba fantasía, el único porque el resto de ellos eran grandes y arrugados. — Marchen señoritas, me asegurare que lleguen donde deben. Mi día había empezado y no de la mejor forma, yo sabía que no tenía que venir a clases, sabía que tenía que quedarme en mi casa y no levantarme, tenía que haber dormido con Tony, tenía que volver a casa. — Me la pagaras, zorra – Ashley hablo bajo y una de las secretarias apareció. — Señora Cooper, la señorita Bailey, quemo a la señorita Evans –me señalo. — Por dios –jadeo –¿Estas bien mi niña? –me miro – Ve a la enfermería, eso está muy rojo. –mire a Ashley furiosa. Me iba a vengar de esto, lo haría.
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