Kathy
Quizá lo mejor de todo esto hubiera sido que me quedara en mi casa y durmiera, por supuesto que iba a ser la mejor forma de pasar mi día. Lo que yo tendría que haber hecho es quedarme en mi casa y no venir hoy para acá, algo así como descansar de todo el estrés que significaba estar en la universidad, sobre todo porque tenía gente con la cual no me llevaba bien, por ejemplo, la molesta de Ashley, la mejor amiga de mi novio, una mujer que simplemente me aborrecía, era consciente de que de un día para el otro ella simplemente había decidido odiarme, con cada parte de su cuerpo.
Me parecía un poco gracioso que alguien de su tamaño tuviera tanto lugar para odiar a una persona, vamos, que la chica era minúscula, casi inexistente, delgada, cabello castaño oscuro, ojos marrones claros y lengua de serpiente. No obstante, resultaba ser molesta como un gigante, ella literalmente acababa con mi paciencia y cualquier cosa que pudiera pasar por mi cabeza.
Aunque siendo sincera, no era la persona con mayor paciencia del mundo, resultaba ser bastante volátil y tener acciones que en ocasiones podían llegar a ser muy complicadas, sobre todo para quienes no me conocían, mi novio ya se había acostumbrado a ellas o al menos fingía hacerlo –creo que fingía muchas cosas –quizás porque ya estaba cansado de tener que lidiar con ellas la mayor parte del tiempo, era como si hubiera acostumbrado a mis cambios de humor constante.
Ya estaba para psiquiátrico.
Me quedé mirando al enfermero observando cómo curaba mi cuerpo hasta que decidió dejarme ir a casa, no sé si fueron mis contantes resoplidos o la forma en que lo miraba o quizás mi pequeña amenaza cuando tocó la ampolla en uno de mis pechos, seguramente fue lo último, pero en mi defensa, me dolía, estaba sensible y una alumna de esta institución fue la encargada de lastimarme, tenía todo el derecho a odiar a la mitad del lugar.
Estaba lidiando con muchas cosas en un poco tiempo, sobre todo teniendo en cuenta que toda mi aula –además de mi profesor –me vio con poca ropa, me vieron ser humillada y quemada en la cara y cuerpo, no fue una situación agradable, pues ellos me habían visto todo lo que la tonta aquella me había hecho.
Fui eximida de mi examen y me dieron el resto de la tarde libre, tenía al menos veinticuatro horas más para estudiar antes de tener que venir aquí a rendir, resultaba un poco frustrante tener que hacer de nuevo todo el proceso, pero también me daba esperanzas, con todos los turnos que tuve en el club no pude estudiar lo suficiente.
Así que esto era un soplo de aire puro entre treinta cosas malas que acaban de ocurrir, digamos que después de todo solo era medio odiada por la vida, si es que esa palabra era correcta.
La medio odiada, Kathy Evans.
— ¡Kathy! ¡Kathy!
La voz de Camila sonó mi espalda y gire para encontrarme con ella corriendo en mi dirección, sus ojos bajaron a mi remera manchada de café que ahora se traslucía dejando ver parte de brasier y senos, porque sí, no había tenido la posibilidad de pedirle a nadie que me trajera ropa, así que me encontraba camino a mi locker para buscar yo misma las prendas, cambiarme y salir directo a casa.
— Cami ¿Qué ocurre? Pareces un poco alterada, lo cual es ilógico porque soy yo la que acaba de sufrir una quemadura de curso entre medio de todos nuestros campaneros, además de mostrarle los pechos a todo un curso. –hizo una mueca –pero ahora dime ¿Por qué pareces a punto de sufrir un ataque?
— Te estas comportando como una perra –suspire.
— Lo sé, lo siento, quiero llorar y levanto murallas –me sonrió –Dime qué pasa.
— Bueno, verás –carraspeó –hay una foto tuya circulando por facultad, creo… no más bien, alguien aprovechó el momento en que todos estábamos conmocionados por lo que ocurrió contigo para sacar una foto de ti –que no sea lo que creo –sin remera –sí, era eso –en el curso, le pusieron una leyenda interesante, creo que deberías verla.
Saco el teléfono de su bolsillo y me lo pasó con la pantalla desbloqueada, observé la imagen que mostraba mi cuerpo expuesto y la parte roja de la quemadura captaba toda la atención, arriba de la imagen descansada leyendo: “De monja a sexy diablita”, abrí mi boca, sabía que me llamaban así todos en la universidad, ellos decían que yo era una especie de monja en un cuerpo de veinteañera.
Era la única aquí que siempre traía ropas sueltas y nada de maquillaje, no me interesaba estar mostrándome para ninguno de aquí, además tenía que arreglarme todas las noches en el trabajo, no quería hacerlo en el día para la universidad.
De hecho, así conocí a mi novio James, nos conocimos en la biblioteca, nos habíamos estado mirando de lejos durante varios meses, en algunas ocasiones nos sonreíamos y en otras simplemente guardamos silencio mientras nos miramos desde la distancia y luego nos despedíamos con la mano.
Hasta que un día algo sucedió, él decidió acercarse y comenzamos una especie de charla, sobre lo que estudiábamos, dado que éramos de diferentes carreras, yo estaba en negocio y en el área de tecnología, pero, aun así, descubrimos que podíamos congeniar bastante bien con el otro, teníamos varias cosas en común y nos llevábamos bien.
Él había sido el primer hombre con el que salía desde que me acosté con el odioso, sexy e idiota de Brandon Pride.
En aquel momento acababa de decidir que iría de mi casa y como motivo de eso, aquel día saldría con amigas a despedirme y celebrar mi cumpleaños, mi padre estaba de viaje de placer y negocios, se había ido con su mujer de viaje romántico y para controlar uno de sus negocios, llegaba al otro día en la noche, justo para cuando termina mi cumpleaños.
Me vi tentada a decirle que no viniera, por qué celebrar, él no estaba, mi hermano se había ido con sus amigos, estaba sola, así que simplemente preparé todo y me fui, él no había terminado a tiempo o quizás se cansó, a esa altura yo me encontraba en una etapa complicada, pues estaba en una etapa donde quejarme y mandar a todo el mundo a volar era parte de mi día a día.
Me enoje con el mundo, al único que trataba era a Elyan, me caía bien, jugábamos, veíamos películas, estaba bien.
En fin, salí a bailar a uno de los lugares más conocidos de Seattle y termine encontrándome nada más y nada menos con el motor de mis fantasías, el hombre que había visto en el patio de casa con bañador y gotas de agua, el mismo que había estado en el sillón con sus risas de pasta dental y pequeños hoyuelos formándose en su mejilla.
Había fantaseado tanto tiempo con él que cuando tuve la oportunidad de probarlo, no lo dude, una experiencia que terminó peor de lo que pensaba cuando al acabar me llamó por el nombre de su compañera, seguramente folla amiga, esa noche Brandon decidió que deje de ser Katy para llamarme Gina.
Me había dado cuenta que él estaba bastante pasado de copas y algo drogado, aun cuando él decía que no, lo hizo, se notaba, había experimentado con algunas, no era necesario mentir, no me molestaba, lo que me molesto fue el nombre que dijo.
Quizás si me hubiera llamado por el nombre de otra chica, no me hubiera molestado tanto, pero decido decir el nombre de la mujer que se encargaba de torturarme todos los días durante mi estadía en aquel colegio privado, la chica que no solo me trataba de huérfana y de estorbo, sino que también se encargaba de recordarme que nadie me quería y que estaba sola, además de hacer alusión a que mi hermanastro solo trataba conmigo por pena.
Digamos que en aquella época mi vida no era la mejor de todas, por no decir que era un infierno, había intentado –bueno quizás no intente lo suficiente –pero traté de ser lo más agradable posible con las personas que me estaban brindando un hogar, pero cuando aquellas palabras salieron de la boca de mi peor enemiga, quién resulta que era amiga de ellos, mi mundo se vino –en muchos aspectos –abajo, porque comentarios como “es linda, me agrada, pero no la soporto” salieron por un audio que se encargó de mostrarme.
Y lo peor de todo es que no solamente lo opinado a él, sino todo el grupo de amigos que iba a mi casa.
Quizás por eso había decidido acostarme con su mejor amigo cuando estaba drogado, era la única manera que iba a tener de llegar a algo con él y poder recordarlo el resto de mi vida.
No obstante, mi fatídica primera vez, me marcó hasta el punto de no volver a acostarme con nadie más, decisiones malas que uno toma cuando es joven y tonto.
Quizás si no se hubiera drogado sería distinto.
— Bueno, supongo que no importa si le llega James –eso no sonaba bien –entenderá lo que pasó y no pasara nada, estoy segura de ello, es culpa de su amiga –mi amiga hizo una mueca y me moví con ella al lado para pasar directo a mi locker a buscar la ropa, quería irme.
— Yo no estaría tan segura Kathy, no lo veo tan compresivo cuando se trata de sus celos. –puede que tenga razón, quizás no lo era.
— Puede ser, pero es la situación que tengo hoy en día y tendrá que comprender o hacerse a la idea que ya sucedió y listo, no es como que vaya mostrando mi cuerpo a todo el mundo –me iba a crecer la nariz como a Pinocho.
— Lo sé, solo espero que él lo entienda –tome aire.
— Yo también –suspire –me voy, me dieron el día libre.
Le di un beso a la mejilla y abrí la puerta de mi locker, tome el equipo deportivo y me fui a uno de los baños a cambiarme, la imagen de mi cuerpo no salí de mi cabeza, no es que me diera vergüenza verme así, pero no estaba acostumbrada a tener la atención de las personas de la universidad, las que me veían fuera de aquí sabían cómo era mi cuerpo, pero está tratando de pasar lo suficientemente desapercibida en este lugar.
Llegué a casa veinticinco minutos después, salude a Peter antes de subir hasta mi departamento, la música sonaba en el ambiente y supe que mi nuevo vecino había llegado, por suerte no tenía mal gusto con respecto a la música que escuchaba, pero ahora no tenía ganas de escuchar lo mismo que él, solo quería descansar y rogar que no quedara ningún tipo de marca en mi cuerpo, porque tendría que dar explicaciones.
Y eso traería consigo ausencia en mi trabajo, algo que me dejaría sin dinero y no queríamos estar sin dinero.
Pasa a la regadera colocando el agua un poco fría de lo habitual, lavé mi cabeza para sacar el resto del café y luego saqué mi cuerpo adolorido para irme directo a la cama y dormir hasta que llegara mi novio, no me desperté hasta que el ruido del timbre sonó y entre bostezos me dirigía a la puerta.
— Hola amor –estiré mi boca para recibir su beso, pero pasó por mi lado derecho a la casa. –Okay.
Cerre la puerta un poco enojada y me gire para mirarlo, su rostro no tenía ningún tipo de alegría, más bien parecía molesto, lo que significaba algún tipo de pelea, algo que no solíamos hacer porque James era lo suficientemente aburrido para ni siquiera discutir, nosotros nos basamos en la monotonía, quizás por eso es que no me he tomado días libres en mi trabajo.
No lo hacía hasta que él decidía que ya había pasado mucho tiempo sin vernos o tener alguna noche juntos.
— Me quieres explicar ¿Qué es esa foto tuya desnuda? –subí mis cejas y crucé mis brazos.
— Te refieres a las fotos mías, con la piel roja y quemada, gracias a la loca de Ashley, sí puedo explicarte, me tiró un café hirviendo y me saqué la remera para que no se me pegara el líquido caliente al cuerpo –gruñí –más de lo que ya estaba –señalé mi pecho justo en la zona donde me había caído –incluso puedes ver aquí la prueba, en la cara también hay algunas partes rojas, porque también me lo tiró en la cabeza –contesté molesta.
Sus ojos barrieron mi cuerpo de arriba abajo y cruzó sus brazos, aun molesto, como si le estuviera mintiendo, esto parece un chiste de mal gusto.
— Yo te veo lo suficientemente bien, no creo que haya sido necesario sacarte la ropa –esto era un chiste –mostrándole el pecho a todos tus compañeros, la facultad, todo está lleno de tus fotos, todos hablan de tus senos y la forma en que se ven con un corpiño de encaje –me señaló con la mano.
— ¿Es broma? ¿verdad? –me reí con falsedad –es a mí a la que queman y tú eres el que está aquí diciendo algo que parece absurdo, es como si creyeras que me desnude a propósito para que todo el mundo me vea ¿estás loco? Claro porque me encanta mostrar mi cuerpo a mis compañeros.
Al infierno, ahí me iría.
Desde que me fui de casa, no fue fácil, nada lo fue, cuando llegué solo traje para comenzar la universidad, por lo que comencé a dormir en un hostel que compartía con otros chicos que había venido de otros estados, eran agradables, pero en ocasiones tenías que controlar demasiado tus cosas o podían llegar a desaparecer mágicamente.
Tuve que conseguirme un trabajo, comencé a juntar plata porque mi objetivo principal era irme de aquel lugar y lo logre.
Sin embargo, eso no me impidió llevarme un mal recuerdo.
Las malas juntas traen malos hábitos.
— Yo no dije eso, pero siendo sincero, tampoco te veías muy incómoda estando así, lo que llama un poco la atención déjame decirte –apreté mis dientes.
— Esto lo hizo la idiota que tienes como amiga, porque la verdad que el único que puede ser amiga de una persona como Ashley, eres tú. –lo apunté –y ahora esto –negué –Tú eres el único que puede estar cuestionándome de esta manera cuando me han quemado, así que te voy a pedir que te vayas a mi casa, hoy no tengo ganas de estar contigo.
Sus hombros bajaron un poco y tomó aire antes de acercarse a mí despacio y con las manos hacia arriba, lo miré con desconfianza, sabiendo que no quería tener este tipo de charla con él, que no lo quería cerca ahora, él tenía más prejuicios que amor.
Era una de las razones por las cuales nunca he terminado de contarle sobre mi vida, no necesitaba un hombre que estuviera juzgándome ni mucho menos, de hecho, él pensaba que había perdido mi virginidad con un novio de años en nuestra despedida por venir acá.
Usé palabras como gran amor, relación seria y momentos de tristeza cuando partí, era una gran farsa, toda mi vida lo es, pero no tenía por qué enterarse de ella, no tenía por qué decirle que había pasado con mi vida en todo este tiempo, yo no necesitaba alguien más juzgándome, demasiado tenía con mi mente y con todo lo que me pasaba por ella a diario como para también estar lidiando con los prejuicios de mi novio.
Porque todo se resumía a eso, a los prejuiciosos que tenía y cómo lo resultaba más fácil señalarme con un dedo antes que escucharme.
— Lo siento nena –tome aire –sí resulte un poco celoso e intenso –me abrazo –perdí la razón al verte por todos los teléfonos, cuando soy el único que puede ver eso –levanto mi mentón –¿No?
— Claro.
— Me enoje sobre todo cuando escuche los comentarios de la mayoría de nuestros compañeros –tomo aire –ya me calmé, está todo bien, lo entiendo, te tiraron un café y lastimaron, no es culpa tuya, es culpa de aquella chica –lo interrumpió.
— Ashley, es culpa de Ashley, tu amiga, tu mejor amiga, tu compañera de infancia o como quieras decirle, fue ella la que se encargó de llenarme de café y no te veo molesto con ella, sino más bien te veo molesto conmigo, así que sería mejor que te vayas.
Me alejo mientras que se acercaba de nuevo a mí, quería gritar, patalear, luego golpear su rostro, tenía la necesidad de alejarlo, necesitaba que me dejara un poco de espacio para poder pensar en lo que quería hacer.
Quizás hasta volver al trabajo y olvidar esto de tomarme el día libre, claramente no merecía mi tiempo ni mucho menos así que, que mejor que irme.
— Lo siento, bien, los celos me están volviendo loco, dijeron tantas cosas que simplemente no pensé, no quiero que sientas que te juzgo, sé que pasas todo el tiempo con ropas holgadas y decentes, pero nena entiéndeme a mí, vengo de una relación complicada, donde siempre me mentía.
Ya estás en otra, amigo.
— Bien, pero yo no soy como el resto de tus ex, eres la primera persona con la que forma una relación después de haber venido de casa, pero eso no parece importante, pues no tardas mucho tiempo en juzgarme, así que supongo que no hay confianza entre nosotros y si no hay confianza, creo que no deberíamos tener una relación. –sus ojos abrieron llenos de pánico.
— No puedes decir eso, Kathy, yo te amo y sé que tú me amas a mí, solo a mí, solo son peleas, peleas que tenemos como cualquier persona y pareja normal, no puede ser que la primera tú ya quieras separarte.
Eso era verdad, nunca peleamos, supongo que también se debía que nunca nos veíamos, pero la realidad es que yo no quería comenzar con esto, él nunca se metía mucho en mi vida, y esperaba que no lo hiciera porque de hacerlo, tendría que dejarlo, lo dejaría.
— Lo siento bebé, me dejé llevar, pero bueno Kathy te amo, ¿Cómo estás de esa lastimadura? –estaba loco, como cambiaba tanto de tema –voy a hablar con Ashley para que no vuelva a suceder algo así, pues podría haberte hecho daño hoy, no queremos eso, además se tienen que empezar a llevar bien para cuando nosotros vivamos juntos, es mi amiga y pasó tiempo con ella. –abrí mi boca grande.
— ¿Para cuándo qué? –dio unos pasos atrás liberándome de sus brazos. –nosotros nos vamos a vivir juntos, no en un futuro cercano – arqueo una ceja.
— ¿De qué estás hablando Katy? Nosotros hablamos de tener un futuro juntos
Sí, sé que hablamos de un futuro juntos, quizás en unos diez años, cuando me recibiera y tuviera un trabajo, estabilidad económica como para no tener que andar mintiendo a dónde salía la noche, no ahora que seguía teniendo mi trabajo normal y llegaba a horas alarmante, sin contarte mi pequeño tema de ropa.
— Entonces, yo no entiendo, hablas de tener una relación a futuro, pero tienes aquel cuarto raro donde escondes vaya a saber qué, porque no puedo entrar ni abrir la puerta –otra vez lo mismo –Ya que tienes una llave, una llave que está oculta, que nunca he visto y mira que la ha buscado –junte mis cejas –y aun así planeo vivir contigo, pero no puedo pasar por tu trabajo a esperarte y buscarte, no puedo saber que hay en esa habitación, tú simplemente guardas cosas. –tomo aire. –Así que dime Kathy, ¿Qué tanto ocultas?
Bueno, lo intentamos.