Capítulo 1 El alcohol no es bueno

3364 Words
INVIERNO. Seattle, 20 de diciembre 2022 Brandon La música está en su máximo apogeo, los cuerpos se mueven de un lado al otro sin importar nada, es como si las personas estuvieran dejando todo lo que tenían en este preciso momento, cada uno de ellos se encuentra bailando como si mañana se acabara el mundo, cuando lo único que está por llegar a su fin era el año. No comprendía muy bien cómo podían olvidarse de todo y emborracharse hasta el punto de perder el conocimiento, era como si supieran que iban a vivir un lapso corto de tiempo. Pero todos lo hacíamos. Me encuentro en uno de los clubs de mi cuñada, Luna, estamos en la zona VIP tomando algo con mis compañeros y analizando todo lo que haremos de ahora en adelante, mis ojos se desvían a las mujeres que bailan pegadas al cuerpo de otra u otro, todos se refriegan y mueven al ritmo de la música, me quedo mirando a una chica, la forma en que cada una de ellas te mira resulta interesante, como si fueses el mejor platillo del mundo. Era un simple humano. Mis ojos se desvían de la multitud para ver a mis amigos, Lucas, un castaño de ojos oscuros y piel trigueña está tomando un trago de color raro, es una mezcla de verde con turquesa, parece dulce, demasiado, pero él lo toma como si nada. Frente a mí se encuentra Elyan, mi mejor amigo, el sujeto que conoce cada aspecto de mi vida y al cual mi madre trata como si fuese un hijo más, ese que se ha encargado de llevarme a casa cuando el alcohol se me iba de las manos y al mismo tiempo evitaba que hiciera desastres cuando eso ocurría. A mi derecha, Galo, el rubio de ojos verdes no para de mirar a las mujeres desde donde está sentado, mientras bebe cerveza y pone su pose de cacería, porque sí, estaba convencido de que él adoptaba una postura diferente cuando le interesaba conquistar alguna mujer. — Vamos Pride, cambia esa cara, te estás haciendo viejo –Lucas palmea mi espalda y lo miro. — No se trata de hacerme viejo, tengo que manejar, no puedo simplemente llenarme de alcohol hasta las narices –bebí otro trago de mí cerveza. — Ambos sabemos que le puedes decir a uno de tus guardaespaldas que te lleve en el auto, no es necesario que manejes tú y lo sabes. –en eso tenía razón, pero era mi auto. — No dejo que nadie toque mi auto –sonrió de lado y negó varias veces. — Desde que tu hermana te regaló ese auto, no dejas que nadie lo toque, está bien, es el mejor deportivo que podrías haber encontrado en toda tu vida, de hecho, es la gama alta de la línea de autos que ella tiene, pero –se inclinó hacia adelante –Sigue haciendo un auto Pride, no es nada más que eso, chapa y pintura, quizás algunas tuercas, nafta, aceite –sigue hablando y volvió a beber un trago de su bebida. — ¿Cuánto has bebido? –subió los hombros y se levantó. — Eso qué importa, la vida es corta, la noche es joven, y en unos años nos iremos todos a la universidad, las cosas cambiarán –hizo una mueca con su nariz –Las cosas van a cambiar Brandon, dejaremos de ser niños y nos convertiremos en adultos responsables que tendrán que mantener su casa, su auto, en el mejor de los casos conseguiremos alguna mujer decente que quiera ser nuestra esposa el día de mañana y en el peor de los casos, nos frustraremos mucho con la universidad y terminaremos en nada, quizás pidiendo limosnas entre la cuarta y la sexta –comencé a reírme. — ¿De qué hablas? –la voz de Galo se escuchó fuerte –Brandon es millonario, si no terminara de estudiar seguirá siendo igual millonario, tiene una docena de empresas para trabajar, no es como que va a pasar hambre, tirado en un costado de la calle, su familia literalmente nada en dinero –estiró la mano como si fuese obvio. — Mi familia, son sus empresas, yo no tengo dinero –les aclaré –está bien que me correspondan parte de las acciones que hay y que se han encargado de repartir entre todos nosotros, pero sigue siendo plata de mi familia, si no estudio no puedo manejar las empresas, para mis padres y todos es importante la parte de estudio y ser responsable, forjar un futuro, es lo que mis abuelos siempre han querido –sonreí de lado. — Son como una cosa, perfecta, todos ustedes –Lucas suspiró y se sentó. — ¿De qué hablas? No somos perfectos –todos dejaron lo que están haciendo para mirarme. — Mis padres están envueltos en un matrimonio desastroso donde las peleas comienzan en la mañana y terminan nunca –dijo el castaño mientras se sentaba. — Papá nos abandonó a mi madre y a mí – dijo mi mejor amigo. — Pero consiguió un buen esposo luego –dije y pasó la mano por su rostro. — Pero su hija nos odia –hice una mueca –Adoro a Kathy, la quiero como una hermana, pero ella es hermética, no hay forma de pasar sus barreras –ese era Elyan. Comparado con mis amigos mi vida no era mala, tenía unos padres que se amaban con locura y hermanos maravillosos, todos nos encontrábamos aquí en Seattle. Era la única vida que conocía, teníamos un lema, “la familia lo era todo”, el amor, generosidad, cada una de esas cosas marcan nuestros pasos para poder llegar a ser algo en un futuro, no nos separamos, excepto quizás esa vez que Hil se fue a vivir a San Francisco para estar con su ahora esposo Jared, fue la única que pasó varios años viviendo en otra ciudad, mi hermana lo hizo en grande. Sam lo hizo, mi hermano Ben también, pero solamente mientras que estuvieron estudiando, luego de eso, volvieron a casa para estar con nosotros. Éramos una familia numerosa, las mesas en navidad y los cumpleaños solían ser enormes tablones llenos de platos y miles de sillas, las casas de todos eran lo suficientemente grande para recibir a los integrantes de la familia, siempre pensábamos en el conjunto, nunca por separado, pero no éramos perfectos, cometíamos errores, arruinamos las cosas, siempre teníamos algo que complicaba todo. Los chicos siguieron hablando de la hermana de mi amigo, no paraban de comentar lo que el pequeño diablito hacía, porque sí, resultaba ser un poco insoportable cuando se lo proponía, sin embargo, era una belleza. Elyan y Kathy tenían prácticamente la misma edad, él solo le llevaba un año y medio de diferencia, aunque si la veías no parecía ser tan chica. Era bajita de estatura, sí, pero tenía el cuerpo de una mujer completamente desarrollada, lo sé, porque me había encargado de verla al menos una docena de veces, además de jugar en una ocasión con ella y unas amigas en la piscina de su casa. Kathy, tenía una cintura pequeña –todo su cuerpo era bastante pequeño –uno diría que a raíz de eso lo demás sería igual, sin embargo, no era así, la pequeña hermanita de mi mejor amigo, estaba mejor que los postres de mi madre, sus pechos eran grandes y rellenos, un culo perfecto y los labios, dios esos labios invitaban a cualquiera a pecar. Pero, tenía un problema, su carácter, la chica había perdido a su madre y no estaba nada contenta con el hecho de que su padre hubiera formado familia de nuevo, no la culpaba, en mi casa creíamos en el amor para toda la vida y quizás ella quería que su padre pensara lo mismo, yo esperaría lo mismo si fuese alguno de mis padres. Debió ser muy duro para ella perder a su madre, ellas son el pilar de todo, la que te dan aquellas charlas sentimentales que necesitas cuando las cosas se salen de control, sobre todo siendo mujer, en mi caso, creo que no podría vivir sin ninguno de los dos, mis padres se complementan, ellos tienen las palabras justas para todo, ahora ya no estaban tan jóvenes, lo sabía, pero todavía me quedaba tiempo para pasar con ellos. En fin, su hermana se encargaba todo el tiempo de decir alguna que otra tontera para molestarlo, ella no paraba, que Elyan se enojara era difícil, él solía llevar siempre una gran sonrisa y carácter increíble, pero llevaba un largo tiempo intentándose llevarse bien con ella, se cansaba, pero aun así terminaba resistiéndose a cualquier tipo de reacción, lo admiraba. — ¡Pride! Tierra llamando a Brandon Pride –miré a mi amigo Galo pasando la mano por mi rostro antes de sonreír, estiro la mano con un vaso que terminó por pasarme. — Vamos, un trago –Elyan levantó la copa que tenía en su mano –por nosotros, por nuestros estudios, porque cada uno se reciba y encuentra el camino que merece en esta vida, porque no se desaparezcan y nos mantengamos en contacto siempre –apuntó a Lucas y Galo –sobre todo ustedes que son los que se van ahora, debemos mantenernos juntos a pesar de la distancia, ya saben, ser amigos por toda la eternidad –los cuatro nos reímos con sus palabras. — ¿Cuánto alcohol has tomado? –subió sus hombros y negó antes de comenzar a reír. — Lo suficiente para no acordarme mañana de nada –lo llevo de vuelta hacia adelante y todos chocamos nuestras copas con él –Hasta el fondo chicos, por más años de amistad. Y lo hice, me tomé ese líquido dulzón hasta el fondo para luego hacer una mueca de asco, Lucas se levantó y se fue bailando solo hasta llegar con una chica e invitarla a bailar, la muchacha sonrió y las amigas miraron en nuestra dirección, Elyan y Galo me observaron buscando alguna negativa de mi parte, pero solo les hice señales para que se fueran, terminaron de beber su copa y se levantaron para ir con las mujeres. Me quedo observándolos en silencio y riéndome por las payasadas que hacían, mi amigo no paraba de mover su cuerpo de un lado al otro mientras que una chica se reía, me levanté de mi lugar y comencé a caminar para ir al baño. La gente golpeaba mi cuerpo mientras que se balanceaban, algo que me desestabilizaba más, estaba un poco mareado y no tenía idea de por qué, no había tomado tanto, solo un poco, lo suficiente como para mantenerme algo contento, pero no para marearme. Entré en el baño e hice mis necesidades. Algunos de sujetos que entraban hablaban de las mujeres que se estaban encontrando por el lugar, otros simplemente peleaban por mantenerse en pie, terminé de hacer lo mío y comencé a caminar de nuevo a la salida. Mientras que iba por el pasillo mi cuerpo se estrelló contra el de otra persona, mis manos sostuvieron sus brazos evitando que se cayera y ella se aferró a mi camisa mientras que gritaba una maldición. — Joder mira por dónde vas –sonreí. — Lo siento nena, creo que me he pasado con las copas –mira hacia abajo para encontrarme con dos faroles verdes –vaya, eres bonita ¿Nos conocemos? Te me haces conocida. Se quedó mirándome un momento para luego negar y tratar de pasar por mi lado, la detuve colocando mi mano en su brazo y llevé la otra a su cintura para traerla de nuevo hacia mí, sus manos se plantaron en el pecho deteniendo el contacto, estaba seguro que me merecía una cachetada, pero no hizo nada de eso. — Estás muy ebrio y creo que drogado –negué. — No, yo no me drogo –la voz me salió ronca y algo seca. — Mira galán, eres lindo, pero solo me quedaré contigo si me follas, de lo contrario déjame ir, así puedo encontrar a alguien que sí lo hago. Con dificultad afirmé como un idiota, no estaba seguro de que responder a eso, sin embargo, no iba a rechazar la oferta bajo ningún concepto, la chica que se encontraba frente a mí lleva un top blanco que dejaba ver sus enormes pechos, y un pantalón de cuero pegado a sus piernas, su cabello estaba suelto y sombra negra ocupada sus párpados resaltando aún más sus ojos claros, la miré, estaba seguro que la conocía, pero por alguna razón mis neuronas no funcionaban adecuadamente. — ¿Vamos a la universidad juntos? –sonrió y quiso irse de nuevo. -No, no, no, no te vas, nosotros tenemos una follada pendiente, así que no te puedo ir. –se acercó a mí y subió sus brazos rodeando mi cuello. — Hasta que decides Pride –su voz se coló por mis oídos. — Kathy –susurre y trata de alejarme. –No, no, eres hermana de Elyan, no… Mis palabras se quedaron a mitad de camino cuando su boca se apoderó de la mía con fuerza, la debería alejar, pero mis manos se aferraron a sus caderas para luego pegarla más contra mi cuerpo y girar para dejarla contra la pared. El pequeño demonio sabía gloria y menta, no sabía cómo, pero Kathy me estaba llevando a un punto bastante jodido, pues la erección entre medio de mis piernas comenzaba a notarse. — ¿Por qué no nos vamos aquí? –habló contra mis labios y afirmé como un imbécil. — Sí, claro, mejor. Sabía que estaba pésimo lo que estaba haciendo, también sabía de qué, ahora no estaba pensando ni siquiera con mi cabeza, al menos no con la de arriba, pero mi pequeño diablito parecía fascinarla a mi cuerpo. La forma en que se movía, cómo me sonreía en este momento, me tenían un trance, un jodido bucle donde lo único que pensaba era fundirme en ella, en una pequeña diabla que no era nada más ni nada menos que la hermana de mi mejor amigo. Mejor dicho, la hermanastra, hay una gran diferencia, no estoy rompiendo el código de forma tan explícita, más bien es medio código. — ¡Brandon! ¿Sigues aquí? –la miro. — Sí, claro –se acerca de nuevo para pasar la lengua por mi labio inferior. — Entonces vamos, no queremos perder el tiempo y quiero mi regalo de cumpleaños –la mire sorprendido. — ¿Es tu cumpleaños? –afirma despacio. — Y mi última noche aquí –subí mis cejas –Vamos Brandon, quiero mi despedida. Su mano tiró de la mía y la seguí como un idiota a donde sea que quisiera ir, cuando salimos me preguntó si estaba en mi auto, así que señale el lugar por donde se encontraba, apenas podía caminar bien, por lo que le pasé la llave para que manejara, me miró con sorpresa y luego negó antes de subirse en el vehículo y dirigirse directo a nuestro destino. No tardé mucho tiempo en estar de vuelta metiendo mi lengua en su boca, fue un poco después, justo cuando entrabamos en una habitación que comencé a sacarle todo, era jodidamente exquisita, no podía creer que había pasado tanto tiempo sin siquiera acercarme de esta forma. Su perfume se coló por mi sistema, parecía ser caramelo, ella olía a caramelo. Sus labios bajaron por mi cuerpo, pero yo estaba jodidamente excitado como para hacer todo el jugueteo previo, no quería pasar más tiempo fuera de ella, por lo que simplemente la tiré en la cama y volví a atacar sus labios para luego bajar por su cuerpo directamente a su abdomen. Mi lengua trazo un círculo por su piel y siguió su camino hasta llegar justo donde una pequeña braga descansaba, mi mano tomó la tira y la rompió de un solo tirón haciendo que un jadeo de asombro saliera de su boca y luego una risa apareciera. Estaba aturdido, con mi mente pasando por mil escenarios mientras que mi boca comenzaba a lamer sus muslos con insistencia para luego subir directo a sus pliegues completamente depilados. No podía creer que ella estuviera tan dispuesta para estar conmigo, para hacer esto, tomé aire y la miré para luego sacar mi lengua y pasarla por entre medio de sus pliegues. Un gemido ronco abandonó sus labios mientras que llevaba su mano a mi cabello y tiraba suavemente, pero no alejándome sino pegándome más contra su intimidad, seguí lamiendo y chupando su botón hinchado mientras gemidos bajos salían de su boca, era como una melodía. Una que quería seguir escuchando por más tiempo. Me asegure de que estuviera lo suficientemente húmeda antes de volver a subir con besos por su cuerpo hasta llegar a su boca, la bese con fuerza, mi lengua toco la suya en un baile frenético para luego alejarme unos minutos y tomar el preservativo que estaba en mi cartera. Sus piernas se abrieron grandes de nuevo mientras que yo me colocaba el preservativo, sus ojos bajaron hasta mi un pene y relamió sus labios, le guiñe un ojo haciendo que se ría. Las ganas de hacer que se ría de nuevo llegaron. Me volví a subir a la cama y mi boca fue a la suya, quería seguir torturándola, pero en este momento me apetecía más meterme dentro de ella y volverme completamente loco. Sus manos rodean mi cuello con fuerza mientras que mis caderas se restringa contra su centro provocando de vuelta aquellos dulces gemidos. Me volví a mover un poco más para luego adentrarme de lleno en su intimidad, se quejó de dolor y me paralicé cuando su cuerpo se tensó, una lágrima abandono su ojo y rodó por su mejilla. — Jodida mierda, eres virgen –sus paredes me apretaron –Demonios, ¿Por qué no me dijiste? –tomo aire. — No lo ibas a querer hacer –eso era verdad –le estas dando más importancia de la que tiene –suspire y apoye mi frente en ella. — Lamento si te hice daño –se removió y gemí –Demonios estas muy apretada. — Solo muévete Pride, estoy lista. Le hice caso, comencé a moverme, solo que esta vez lo hice despacio, lo suficientemente despacio como para no lastimarla ni que se sintiera adolorida, su gesto de dolor continuado por unos minutos más para luego convertirse en gemidos contra mis labios. Sus uñas se clavaron en mi espalda y mis caderas se movieron a un ritmo constante mientras que me perdía las sensaciones que me estaba provocando, era la primera vez que sentía tanto placer junto, la primera vez que no sabía que tocar porque quería abarcarlo todo, su cuerpo tembló y al mío la siguió al ver cómo me apretaban sus paredes. No tarde mucho en llegar al orgasmo haciendo que mi garganta expulsara un gemido ronco y profundo, sus piernas temblaron y las mías decidieron mientras que escondía mi cabeza en su cuello. — Eso fue jodidamente bueno Gina –sus manos me empujaron y me salí. — Voy a lavarme. Me quedé acostado en la cama mientras que me sacaba el preservativo, lo anude y tire a un lado, apoyé mi brazo sobre mis ojos intentando recuperar la sensación de huesos en mi cuerpo, necesitaba repetir esto. Abrí mis ojos mientras que el dolor de cabeza golpeaba mi psiquis, jadee entre quejidos y me senté, no tenía ni idea donde estaba, pero me encontraba acostado, desnudo y solo, mire a un lado y observe unos billetes en la mesa donde descansaba la lámpara, Tome la plata y la nota, eran veinte dólares. Mire el papel en mi mano con la vista cansada. "Gracias por tus servicios, te dejaría más, pero creo que no lo vale" Subí mis cejas y miré hacia un costado donde una mancha de sangre descansaba. — ¿Me acosté con una chica virgen? –miré de nuevo la nota –Y me pagó veinte dólares, –era un prostituto y ni siquiera recordaba con quién me había acostado. –Jodida mierda.
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