—¡No tenías derecho a hacer esto! —Isabella, lo siento mucho. No era mi intención, yo... —Jareth debes dejar de ser tan celoso, esto se te está saliendo de control —Isabella no gritaba,ni su voz tenía enojo, en realidad estaba demasiado triste. —Tienes razón, pero tengo miedo y mucho. —Tú miedo nos está separando, "bebé" —ese era el apodo que Isabella le había colocado a Jareth, lo quería demasiado. —Debo salir un rato y debo reponerme. Jareth se fue del lugar, en el que ahora vivían solos, pues maxi su ex compañero, había partido de Londres con rumbo desconocido, era un alma libre. —No puedes seguir huyendo de... —¡No estoy huyendo, Maldita sea! —el grito fue implacable y casi doloroso. Los ojos de Isabella se cristalizaron por completo y se movió dos pasos hacía atrás para man