1. JUNTOS OTRA VEZ.
Marco caminaba en círculos por la sala del pequeño apartamento de Isabella, el mismo apartamento donde su madre vivió casi toda su juventud, el mismo lugar en el que su madre y su padre se habían enamorado, cuando intentaran ser “amigos”.
—Ambos estábamos ebrios, así que fue un error, podemos hacer de cuenta que nada pasó —dijo con una voz un tanto divertida, que molestó a Marco.
—Yo no estaba ebrio, Isabella —acaricia sus sienes con desesperación—. Lo mejor es que me vaya —Isabella pudo notar que la molestia de Marco era real, lo conocía desde pequeña.
Salió por la puerta tirándola con fuerza y haciendo que sonara como un estruendo, el sonido la asustó y la hizo brincar en su lugar. Pero en seguida y como por una reacción en cadena, la puerta se volvió a abrir se escucharon pasos subir y la puerta del baño, al que acababa de entrar la joven se abrió.
El sensual cuerpo de Isabella estaba cubierto solo por una toalla enrollada en su pecho, Marco la recorrió con la mirada, no solo la amaba, también la deseaba, cada segundo que pasaba lejos de ella o cerca era vivir una tortura.
—No fue un error Isabella, para mi no fue un error —Marco le expresó sus sentimientos a Isabella y por primera vez ella no supo descifrar su expresión.
—Marco yo…yo creo que no debes sentirte culpable, ambos somos adultos y fue solo sexo, no por haber pasado una noche juntos…
—¡No me siento culpable! —El muchacho se estaba exasperando— Siento que simplemente no fue un error Isabella y lo sabes, lo sabes tan bien como yo. Pero creo que me rindo. Si para ti fue un error, no puedo insistir más, aunque he insistido realmente poco y lo de anoche fue una casualidad inesperada, pero era algo que yo necesitaba, lo necesitaba para decirte lo que siento, lo que he tenido guardado por años.
Isabella se sintió triste su pecho se estrujo y sintió cómo su corazón se aceleró, por un impulso ella salió de la regadera, no pensó con claridad sus acciones pero lo tomo por el brazo, los dos estaban como suspendidos por el tiempo, eran como estatuas, ninguno se movía y solo se escuchaban sus respiraciones.
La toalla que cubría el cuerpo de Isabella cayó al piso con delicadeza y lo que pudo parecer un accidente en realidad no lo fue, ella así lo quiso.
—Mírame.
Marco giró su cuerpo por completo para quedar frente a la chica que robaba sus sueños desde que tenía memoria. Isabella sabía que intencionalmente estaba usando una estrategia muy sucia para evitar que aquel muchacho que ella amaba desde siempre no se fuera, la verdad era que ella no quería que se fuera, por primera vez sintió que lo tenía para ella justo como siempre lo soñó.
—Estoy confundida y sabes que tengo todo el derecho —los ojos de la chica se cristalizaron y eso rompió el corazón de Marco.
—Isa, sabes que lo lamento muchísimo, sabes que no voy a alcanzar a disculparme nunca por todo lo que pasó, pero lo de anoche no fue un error, para mi no —las disculpas de él eran reales, eran sinceras, por primera vez quería ser sincero, pues estaba cansado de cargar la fachada de playboy.
—¿Cuál es la diferencia entre lo que pasó anoche y lo que pasó hace tantos años? —Esa pregunta le demostró a Marco que estaba molesta.
—Ninguna —Isabella no sabía si molestarse un poco más o sentirse ofendida. Ella no entendía a que estaba jugando, pero conocía a Marco y sabía que estaba siendo honesto—. En ambas ocasiones yo…siempre he estado enamorado de ti Isa, solo que aquella vez no fui capaz de decirlo, pero hoy sí, hoy no puedo dejar que creas que todo es igual que antes.
El shock la hizo callar, habría imaginado cualquier otra respuesta, pero no esa, jamás imaginó que el joven se confesara de esa manera.
La dejó sin palabras, no podía ni pensar, no sabía que quería, no sabía qué hacer tampoco, Marco se inclinó para tomar la toalla entre sus manos y la cubrió, amaba ver su cuerpo, amaba sentir su piel, no era la primera vez que aquello pasaba. Pero sabía que si quería hacer lo correcto, la mejor manera no era desnudos.
—No se que decirte.
—No tienes que decir nada, para mi esto no es pasajero, entiendo que no hice las cosas de manera correcta en el pasado y no puedo pedirte que estés conmigo de la noche a la mañana, pero al menos podríamos intentarlo.
—Si es que tu grupo de fans nos deja —el comentario sarcástico y el rostro molesto, le provocó una risa a Marco.
La abrazo y en un susurro le prometió que haría su mejor esfuerzo, pues sabía que ella solo se merecía lo mejor.
—No quiero perderte nuevamente, Isa.
—Nunca me has tenido Marco.
El abrazo se aligeró al escuchar estas últimas palabras, él no entendía porque ella decía eso si para el no había nadie más en este mundo que pudiera poseerlo como lo hacía Isa.
—Isa, yo...yo no entiendo.
—Marco, te entregue todo hace mucho tiempo. Desde que éramos unos niños y lo sabías, sin embargo decidiste hacer trizas todos mis sentimientos, por favor no me pidas cosas que no puedo darte ahora mismo.
—¿Tus sentimientos han cambiado en algo?
—En nada, pero no significa que seré la misma tonta de hace tiempo.
—Nunca te considere una tonta, el imbécil fui yo.
—Eso lo se, pero no quiero que me lastimes, quiero darme la oportunidad de amar Marco y por primera vez estaba considerando salir con alguien, por que por primera vez estaba logrando sacarte de mi cabeza, era como si estuviese bloqueada constantemente y boom llegas tu en una noche y alborotas todo.
—¿Con quien querías salir?
—¿En serio solo escuchaste eso?
—No, es decir si —se puso nervioso y se alejó de Isabella—. Recuerdas en la secundaria nuestro último año, los rumores decían que todos se morían por salir contigo, hiciste un click desde la fiesta, te veías tan diferente y atractiva —se sentía frustrado, pero sabía que tenía que ser honesto con ella—. Me di de golpes con la mitad de nuestros compañeros, tuve que amenazarlos o comprarles cosas para que no se atrevieran a siquiera pensar en salir contigo.
—Esa era la razón por la que estabas todo el tiempo metido en la oficina de la rectora.
—Si, nunca te he querido cerca de nadie, solo de mi.
—Pero tampoco fuiste valiente como para...
—Como para quedarme, lo se.
Marco abrazo nuevamente a la mujer que amaba desde que era una niña.
—Estamos juntos otra vez y no voy a dejar que eso cambie.