Dos días, llevaban encerrados el par de jóvenes que recién se habían “reconciliado”, después de todo la madre de Isabella tenía, razón, hablando se llega a roma.
Fueron dos días, de los cuales, desaparecieron del mapa, de sus familiares y amigos, estaban metidos en una nebulosa que los envolvía cálida y gloriosamente.
Además de grandes dosis de sexo, que no habían podido disfrutar en tiempos pasados.
No contestaban el teléfono, ni mensajes, ni r************* , solo existían ellos dos, la comida chatarra y el sexo, porque la ropa tampoco era muy necesaria.
—Mi padre debe estar preocupado —resopla Isabella, mientras devora la hamburguesa con malteada que acababa de llegar.
—tu tío Martín, debe estar buscándome por cielo y tierra.
—¿Por qué?
—Hoy empezaba mis prácticas en su hospital.
—Mierda —susurra la joven.
Empezaban a darse cuenta, que debían volver a la realidad, que esa nebulosa llena de pasión y felicidad no podía ser eterna. Ana tenía responsabilidades con sus padres, pues esa semana debía empezar las prácticas junto a su madre y a su tía Ana, eran tremendamente poderosas en lo profesional y ella solo anhelaba ser como ellas.
—Debo avisarle a mi madre, que mañana empezaré.
—¿Mañana? ¿Tan pronto? —la cara de niño berrinchudo de marco exasperaba a la castaña.
—Por Dios marco, no podemos dejar que esto nos supere, la realidad siempre supera a la ficción.
—Te voy a mostrar mi realidad.
Sin mediar más palabra, el rubio se lanzó sobre los labios de su ahora enamorada y la beso con tanta pasión y desenfreno como su cuerpo le pedía.
Luego de unos días, cada uno se encontraba en sus respectivos nuevos lugares de trabajo, adaptarse no había sido fácil, pues estaban siendo tratados como uno más del personal y no como los niños consentidos que siempre habían sido.
Isabella, se dio cuenta que la dulzura de su madre, solo estaba reservada para los momentos de familia y marco se dio cuenta, que su padre lo engaño, cuando le dijo que su tío Martín era la persona más amable y gentil del mundo. Pues estaba siendo tratado casi con crueldad, según él.
Dos semanas después, tuvieron un ligero fin de semana de descanso, que no fue muy provechoso, pues isabella estaba realmente indispuesta, una posible intoxicación, o una ligera resaca, arruinaba por completo sus planes de un fin de semana de sexo y comida, tal como era costumbre en ellos.
—Creo que mejor te llevo al medico.
—No es necesario —respondió molesta Isabella, pues detesta ir al médico.
—Pues no me importa, has vomitado más de lo que has comido.
Marco, no lo dudo más y la tomó entre brazos, era tan ligera como una pluma en ese justo momento, la llevó hasta el hospital de Martín, por supuesto fue más que bien recibida y fue ingresada para hacer los respectivos exámenes y dar con el origen de su malestar.
La zozobra del joven, lo mantenía muy ansioso, no sabía si debía avisar a sus padres, pero se dio cuenta que todo estaba perdido, cuando vio entrar a Katerina y a Ana por las elegantes puertas del impecable lugar.
—¿Qué sucede, Marco? —La mirada de Katerina, produce un miedo inexplicable en el joven.
—Ana —La voz de Martín es fría y su mirada aunque inexpresiva, se mantiene fija sobre Ana, que le corresponde visiblemente molesta.
—¿Cristóbal va a venir?
—Si, debe estar por…
—Aquí estoy, ¿Qué sucede con mi princesa? —El pobre hombre, no es más que un manojo de angustia.
—Marco. ¿No quieres llamar a tus padres? —el amable médico rasca su nuca, visiblemente incómodo—. Se que ustedes son adultos, pero conociendo a mi hermano…
—¡¿Qué le hiciste Marco?! —la fuerza que ejerce sobre el joven, los acude y lo asusta.
—Suéltalo y calmate —Katerina es firme y calma de algún modo al que es su gran amor—. Martín aún no dice que sucede.
—Isa…Isa…
—Habla maldita sea. ¿Todos estos años no te han enseñado que los problemas se deben afrontar? —la mirada ofuscada e inyectada de rabia que brinda Ana, les produce terror a todos, menos a Katerina que se ríe entre dientes como una chiquilla.
—Isa, está embarazada.
La furia de Cristóbal, era poca, considerando el miedo que acababa de invadir el cuerpo de Marco, que esperaba cualquier cosa, menos ser padre.
—¡Mierda! —dijo Katerina, pálida y empezando a considerar todas las variables de la situación.
Así era ella, le iba dando solución a los problemas en medio de la marcha, pero en esta ocasión su ágil mente le estaba jugando una mala pasada, pues no se le ocurría mucho. Salvo que su hija que estaba por cumplir los veinte iba a ser mamá.
—No puede ser, mi niña...
—Tu niña no es virgen, así que no vayas a hacer comentarios estúpidos —las palabras de su esposa fueron como dagas que lo traían a la realidad, Isabella ya no era una niña.
Por primera vez, las miradas de los cuatro adultos presentes se centran en marco, que está pálido, a punto de desfallecer.
—¡Maldito hijo de...
—Cálmate —le dice Gustavo el padre de Marco a Cristóbal.
—¿Qué me calme? ¿Tienes idea de lo que hizo este salvaje?
—¡Cristobal Laponte! —la voz de su esposa fue más un grito.
—¿Que sucedes con Isa? —la siempre voz suave de Alison parece calmarlos y traerlos de nuevo a la realidad.
—Esta embarazada, mamá —por primera vez Marco usa su voz.
—¡Mierda! —Dice Alison, abriendo mucho los ojos.
—Eso mismo dije yo.
—Voy a ser papá.
El silencio invadió la lujosa sala de espera y Martín en un último intento por calmar la situación, terminó de arruinar todo.
—El papá debe acompañarme.
Y por supuesto que tanto Cristóbal como Marco se encaminaron detrás del sexy médico, provocando pequeñas risas, que lo hicieron girar y darse cuenta, que a pesar de los años continuaba siendo realmente torpe.
—Lo siento hermano, esta vez quién debe acompañarme es Marco, el padre del bebé.
Nadie jamás se había enfrentado a un rostro tan molesto como el de Cristóbal ese día.