Un Avión aterrizó en Londres, la madrugada era inclemente, el frío era normal y Jareth se sentía bien recibido por el clima, era su favorito. Esa agradable sensación de regresar a su tierra natal se borró rápidamente al mirar por la ventana del avión, justo antes de bajarse, divisó el auto de su madre, era un clásico y era tal vez su la posesión más preciada de la mujer.
—¿Qué hace acá? —Jareth miró con dureza a su asistente, que le respondió con lo que parecía una ligera sonrisa malvada.
—Quiere hablar con usted, Dijo que era urgente.
—¿Y no se te ocurrió avisarme? —pregunto con fastidio, ya no tenía opción de huir— Pensé que eras mi asistente, no el de mi madre.
—¿Para qué? Tendría que haber abandonado el avión en mitad del vuelo cuando me llegó la notificación y ella no me hubiese
