4. MIEDOS

1052 Words
Isabella admiraba a Marco desde que tenía uso de razón, siempre lo vio con los mejores ojos y nunca dudó de él, hasta que las cosas entre ellos se fragmentaron de una forma horrible y dolorosa. De niños fueron cómplices, amigos de travesuras, que por cierto eran muchas, confidentes cuando las cosas se complicaban para ellos e inclusive la joven podría decir que fue su mejor amigo. Porque si, Marco era su mejor amigo, tenía la capacidad de escuchar, entender y aconsejar. La admiración que sentía ella por él, era demasiada, desde su capacidad para ser tan perfeccionista y al mismo tiempo tan “sexy”, era el mejor en lo que hacía y su disciplina y ganas por ser el mejor lo hacían un chico excepcional. Por lo general, cada vez que nos veíamos envueltos en problemas era culpa de ella, pero él siempre llegaba y estaba listo para salvar el trasero de la castaña en caso de ser necesario, muchas veces se llevó todos los regaños y todos los castigos. Lo que podría parecer cruel por parte de isabella, era para marco un acto sin importancia, pues mientras el era castigado y ella librada de culpa, lo que en realidad sucedía era que el joven la estaba salvando del riesgo de ser enviada a un exigente y estricto internado para señoritas, idea que se maquinaba en la cabeza de Cristóbal al sentir que perdía el control de su hija. Situación contradictoria, pues su madre era igual o peor de incontrolable. Durante su paso por la primaria, las peleas con las chicas que intentaban pasarse de listas con ella, eran el pan de cada día pues no soportaba que la insultaran o la hicieren sentir menos solo por sus pocos deseos de parecer una muñeca bien vestida todo el tiempo, o por que sus calificaciones no eran precisamente las más altas, o porque justo 2 años antes de terminar la preparatoria decidí aprender a montar moto con la mejor profesora que el mundo me pudo dar. Mi madre. Todo eso y más lleno de razones a Cristóbal, que la única manera de apaciguar su mal humor era con unas dulces palabras de sus esposa. Pero en definitiva, lo que mantenía dentro de las líneas de lo correcto a isabella, tenía nombre propio, Marco, él era incorruptible, era muchísimo mejor que ella en muchos sentidos y luego de batallar contra lo imposible, dejó de negar su amor y aceptó que estaba enamorada de él. Sentía miles de cosas cada vez que acudía en su ayuda, para estudiar cualquier cosa que yo no quisiera aprender, química, cálculo, física, biología, Si algún tema no le interesaba siempre estaba él para ayudar y explicar y dejar claro todo. Era como un profesor particular. Pero todo se fue por el caño, el día que tomó la decisión de dejarla sola en medio de esa fiesta luego de que un imbécil que se creía el más lindo de todos, intentara besarla a la fuerza, se sentío usada y burlada en toda dimensión. Por su cabeza solo pasaba una pregunta ¿Dónde está marco? Pero él nunca apareció, no esa noche y las siguientes veces que se vieron, era obvio que la amistad se había resquebrajado. Una vez que ella volvió a su casa lo vio bajar del segundo piso, la miró con rabia y ella sentía su pequeño cuerpo frío, casi adolorido. —Me dejaste sola —le recrimino, justo cuando sus labios más temblaban y las lágrimas estaban por salir de esos claros ojos. —Estabas bien acompañada, hasta un beso te dieron. Es obvio que no me necesitas Isabella —Escucharlo decir su nombre de esa manera tan fría y con rabia, en vez de usar esa dulce voz que siempre tenía para ella incrementó si sentimiento de tristeza. Los chicos en la escuela al día siguiente se reían de ella, por dos cosas, la primera porque Marco le había dejado plantada en la fiesta para irse con la estúpida de Karen y la segunda porque Elkin, la había besado a la fuerza y yo lo había rechazado. —De verdad que eres tonta Isabella. —¿Qué te pasa? —Llegaste con el nerd más sexy de la escuela y luego fuiste besada por el playboy de la escuela y sin embargo te quedaste con ninguno —la rabia y las lágrimas llegaron a ella inevitablemente. Se levanta con furia del lugar que ocupaba en la cafetería y se acercó peligrosamente a la rubia plástica que tenía en frente. —Lo que pasó es que un idiota me dejo tirada, eso no es propio de un caballero y lo segundo es que un imbécil se propaso conmigo e intento hacer cosas que yo no quería, a diferencia tuya yo hago respetar mi cuerpo —Isabella le derramó un vaso de jugo sobre el brillante peinado—. ¡Nadie tiene derecho a decidir por mi! y si yo no quiero que me toquen, pues no me tocan. Los compañeros de clase, se reían alrededor del enfrentamiento, que era visible estaba ganando Isabella, hasta que unas palabras hirientes la atacaron directo a la yugular. —¿Y ahora quién se va a culpar por ti? —la rubia señaló su cabeza lleno de jugo y papitas— Marco ya no está tras tus faldas, para defenderte. Se mordió los labios y suspiro pesadamente. —Estoy sola y me defiendo sola, ve a poner tantas quejas como quieras, no necesito que nadie me proteja. La historia se regó como si el fuego persiguiera a la gasolina, sin embargo Marco no hizo nada. Se mantuvo distante y vio como fue sacada del salón, por el director, sabía que el castigo no iba a ser fácil, pues hacía poco había escapado con ella y los habían descubierto. Esa misma noche sus padres estaban cenando y compartiendo como era costumbre, las lágrimas en los ojos de Isabella mientras su padre la reprendía, hicieron mella en Marco, sin embargo su orgullo no lo dejo auxiliarla. Isabella podría sentir mucho amor por marco y luego de por fin hacer el amor, era obvio que sentía aún más de lo que era capaz de reconocer, pero el miedo, ese era igual de grande al amor y ese si que dañaba sentimientos.
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