8. ¿FUIMOS O SEREMOS?

1074 Words
Afuera de la habitación, Marco no sabía que debía hacer, si entrar a hablar con ella o esperar a que Isabella quisiera verlo, así que debía esperar a que Katerina y Cristóbal salieran de aquella habitación. Tampoco sabía si sus padres estaban decepcionados pues aún no conversaba con ellos, después de todo y aunque faltara poco tiempo para recibir su grado universitario, el ya era un joven responsable de sus actos. —Si sigues parado acá afuera, nunca vas a encontrar la respuesta que necesitas. —Tía Kat —se sorprendió el joven. —Ya no soy tu tía, ahora seré tu suegra. —Tengo miedo. —¿De qué? —Si hago todo mal, hace muchos años lo arruine y fui un imbécil. —Hace muchos años eras un niño Marco, eran presa de las hormonas y fuiste víctima de los celos, ahora eres un adulto, debes ser responsable y hablar con la verdad. Si no la amas díselo, pero no la hagas vivir de falsas esperanzas, la última vez la daño mucho. Claro que Marco sabía a lo que la hermosa mujer se refería, por años humilló y se rio de Isabella, aunque en el fondo se moría de celos o de tristeza por no poder contar con su amiga. Lo que no sabía Marco era que Katerina tenía pleno conocimiento de lo que había sucedido con su hija en aquella habitación, ella sabía que él había sido el primero para su pequeña, el despecho, las lágrimas, la falta de apetito en ella y la tristeza eran visibles. Así que como madre indago hasta qué obtuvo respuesta y pudo apoyar a su hija, hasta hacerle entender que algunas cosas en la vida no salían como se esperaban. Sin darle más vueltas al asunto, entró a la habitación, se acercó a la camilla en la que reposaba el cuerpo tranquilo de Bella, como a veces le gustaba decirle y acaricio su mano. —¿Por qué tardaste tanto en entrar? —el joven se sorprendió, porque la pensaba durmiendo. —Yo, tenía miedo. —Yo tengo miedo —lo miró fijamente—. Estamos hablando de un bebé. —Lo sé, pero tu sabes que te amo y... —No lo sé, es decir Marco, llevamos poco menos de dos semanas viviendo juntos y aún no hemos hablado muchas cosas. —Soy firme contigo, es todo lo que puedo decirte por ahora. —Gracias, creo. Pero sin embargo necesito que sepas que aún no se si quiero tener el bebé. —Pero Isabella —pronunció el nombre casi como un reproche. —¿Qué? tengo derecho. —Y yo igual —replicó con ahínco. —Tu no sabes lo que quieres. —No digas eso, se que me he equivocado muchas veces —suspiro y froto el puente de su perfecta nariz con fuerza—. Siempre lo he sabido, solo que nunca luche por ello. Hasta hace poco y tampoco creo Justo que yo deba cargar con eso a cuestas como una cruz, te he pedido disculpas y estoy dispuesto a hacer lo que sea para que me creas. —Marco ¿Fuimos o seremos? —Seremos —respondió sin titubeos, lo que tranquilizo un poco a la joven—. No se como, pero Seremos. Ninguno tenía la cereza del futuro, tampoco sabían si las decisiones que tomaban eran las correctas, pero si algo sabían de forma independiente era que se amaban aunque aún no estuviesen con la suficiente madurez para decírselo. —Tus padres ¿lo saben? —fue tímida al preguntarle a Marco. —Si, mamá vino corriendo desde su fundación y papá estaba de turno hoy. Pero también lo sabe tu tía Ana que llegó con tu mamá y tu tío Martín. —¡Dios! Son insoportables. Ambos jóvenes se reían con muchas ganas, pues desde pequeños consideraban enfermizo esa necesidad de sus mayores de permanecer juntos, de hacer todo juntos. Pero es que los jóvenes aún con 20 años, no comprendían que todos ellos habían pasado por cosas dolorosas y fuertes, cosas que los habían unido más que nunca. Todo eso los hizo volverse una familia, una que para algunos de ellos no habían creído posible. —Lo sé, pero con lo que les hizo mi abuela y la ex novia psicopata del tío Martín, tienen razones de sobra, aunque me sigue pareciendo un exceso. —Por cierto, tu tío Martín estaba de pelea con Ana. —No es raro en ellos últimamente, desde que su pequeño decidió irse de intercambio la tía Ana está insoportable. Pero te aseguro que en unas horas estarán dejando la oficina del tío llena sexo y... —Oye no quiero tanta información, sabes que tu tío es mi jefe y tengo que entrar a su oficina de manera concurrida. —Bueno, la proxima vez no olvides tocar o tu sucederá lo mismo que a mi. Isabella recordaba de forma divertida el día que entro como un vendaval a la oficina de su tío, haciendo caso omiso a lo que su asistente le pidió, "tú tío no podrá atenderte, espera en la sala". La asistente de Martín, sabía que lo que estaba pasando en esa oficina no era propio para una niña, pues lo que había comenzado como gritos y peleas, luego de un rato fueron gemidos ahogados que su jefe creía que no se escuchaban y movimientos bruscos que sería difícil de descifrar si se trataba del escritorio o alguna de las finas sillas de cuero. De igual forma Isabella entro y la imagen por más que lo intento, no logró borrar de su cabeza. Su tío estaba metido entre las piernas de Ana, que gemía mientras colocaba una mano de Martin en uno de sus redondos pechos, "gracias a Dios estaba cubierto", pensó en ese entonces la chica. —Isa, te prometo que no fallare —Marco hizo que volvieran a la realidad. —No prometas, no me gustan tus promesas —para ese momento la joven pareja estaba acostada sobre la camilla. —Lo sé, pero ten en cuenta que en dos semanas ge logrado más de lo que nunca hubiese logrado en todos esos años. Isabella sabía que marco tenía razón, si lo de ellos hubiese seguido el rumbo que tanto esperaban, es probable que no estuviesen juntos, debían vivir o por lo menos aprender a vivir separados, para saber que seguían necesitando el uno del otro.
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