ALINA Había llegado a la ciudad con las ojeras y los ojos hinchados de tanto llorar. Quería a mi hija de vuelta y es lo único en lo que pensaba. Mi estómago estaba cerrado porque no había más que pena en mi cuerpo. Mi niña estaba en quien sabe dónde, y no sabía si algún día la iba a volver a ver. Mientras caminaba hacia el pasillo para descender del avión, no pensaba en otra cosa que no fuera que era una pésima madre por haber dejado a mi chica en vez de habermela llevado conmigo. Lo único que quería era recuperar un poco de estabilidad mental para ser una mejor madre para ella... pero las cosas habían cambiado de manera drástica y Leandro había involucrado a nuestra hija en un problema que solo nos correspondía a nosotros dos. En cuanto salí del avión eché a correr empujando a las pe