Engaño después de hacer el amor
ALINA
Fui despreciada por mi marido cuando me dejó con una deuda millonaria y abandonada por una mujer más joven que yo. Lo que no sabía es que después de sobrevivir con un corazón roto y una hija a la que mantener, mi vida cambiaría drásticamente en un noche de copas.
Creí que Leandro era el hombre perfecto. Amable y cariñoso conmigo, atento con los demás. Aunque algunas veces tenías un malo genio.
Conocí a Leandro Godoy en la universidad donde comenzamos a salir. Nuestra relación iba tan bien, que casi al terminar la escuela, me pidió que me fuera a vivir con él. Comenzamos a trabajar en un proyecto juntos, que pronto se convirtió en un emprendimiento y finalmente en una empresa con un crecimiento acelerado.
Todo iba bien y mejoró en cuanto me embaracé de nuestra hija Sarah. Fuimos los más felices del mundo en cuanto supimos la noticia de que seríamos padres, y que nuestra vida al fin estaría completa.
Después del nacimiento de nuestra hija, dos años después, finalmente en un viaje a Bali me propuso matrimonio. Fui la mujer más feliz del mundo. Esa noche hicimos el amor como nunca hubiera imaginado que podríamos hacerlo, rodeados de pétalos de rosas y una luz tenue que iluminaba la habitación. Sentirlo a él con esa delicadeza con la que me estaba tocando me hizo sentir amada. Fue especial, de verdad que así lo sentí.
— ¿Planeaste todo esto con mi mamá? ¿Por eso se quedó con Sarah? —habíamos despertado después de una buena sesión de s*x*o. El amanecer estaba pegando en nuestros rostros.
Él me tenía abrazada con mi cabeza recargada en su pecho.
— Era la única manera de pasar un momento a solas tú y yo. Además quería darte el anillo y hacerlo especial. Debí hacerte mi esposa desde hace mucho tiempo atrás, pero nunca es tarde para hacerlo. —Me depositó un beso en la frente.
— Es perfecto. —Murmuré cerrando los ojos, agradecida por tener a un hombre como Leandro.— Tenemos una hija y una empresa, además de que hemos permanecido juntos desde la universidad, creo que es lo mínimo que puedo hacer por ti.
Publiqué en mi instagra*m una foto de nosotros dos con el anillo de promesa. Pronto las felicitaciones sobre nuestro compromiso nos empezaron a llegar deseándonos lo mejor en esa nueva etapa. Habíamos estado viviendo en unión libre por cinco años y al fin seríamos esposos ante la ley.
Al llegar a la ciudad de inmediato mis amigas me contactaron para que les diera todos los detalles de mi compromiso. Habíamos quedado de vernos en el brunch.
— ¡Ay, la nueva novia! —gritaron Martha y Tatiana al mismo tiempo. Eran las fiesteras del grupo y las que ya estaban casadas, pero sin hijos.— ¡Qué emoción!
— Qué emoción que al fin Leandro se animó a darte el anillo —Me dijo Imelda. Era adicta al trabajo y siempre clamaba que sería la eterna tía borracha y soltera.
— En hora buena Carolina, me da mucha emoción que el día de la boda llegue. —Agatha tenía un caso muy particular, pues su novio la había abandonado y tenía cuatro meses de embarazo. Decidió ser la mamá soltera que vería por su hijo. Algo que admiraba mucho en ella.
— Estoy que no quepo de la emoción y me gustaría que todas ustedes fueran mis damas de honor. Sé que esto es una locura, pero me gustaría casarme antes de fin de año.
— ¿De verdad quieres planear tu fiesta en tiempo record? —preguntó Imelda, que abrió los ojos bastante al escuchar mi locura.
— Tengo pensado expandir la empresa y el siguiente año será imposible poder casarme. Por favor chicas, no me dejen morir sola en esto. —Les rogué.
— Bueno, la ventaja es que la boda será antes de que mi hijo nazca. —Agatha estaba resignada a hacerlo. Sonrió a todas. No la estaba pasando nada bien y sin embargo, sabía que esto le daría una distracción.
— Pues hagámoslo —Dijeron Martha y Tatiana al mismo tiempo.
Hacer una boda en tiempo récord no era una tarea fácil. Comencé a pasar más tiempo con mis amigas que con Leandro. Sarah estaba pegada a mí en las reuniones que tenía con mis damas de honor. Había sido un trabajo arduo, pero estaba contenta porque en verdad había sido un día que había esperado con mucha emoción.
Pudimos lograr hacer la organización y todo lo que conlleva en tiempo record. Estaba muy feliz porque habíamos terminado cada detalle de la fiesta dos semanas antes de la boda, Incluyendo mi vestido que ya había llegado a mis manos listo para ser usado.
— ¿De verdad lograste organizar todo? —me preguntó Leandro.
Estábamos recostados en la cama luego de haber tomado una copa de vino y fondue para celebrar que la boda estaba lista, antes de pasar a la cama y hacer el amor.
— Sí. Eso significa que podemos pasar más tiempo juntos con Sarah antes de la luna de miel. —Le di un beso en los labios al verlo con una sonrisa pícara.
— No me puedo resistir a tal oferta si eso implica que la luna de miel solo seamos los dos. —Me regresó el beso lanzándose de nuevo a mi cuerpo para hacer el amor una vez más.
Nos quedamos dormidos abrazados, aunque unas horas después sentí la necesidad de levantarme para ir a orinar. De los dos, era la que más vino había tomado.
Al regresar a la cama me paré al lado de Leandro para verlo dormir. Le acaricié la mejilla, mientras lo observaba descansar en un sueño profundo. Me sentía dichosa de que había logrado formar una familia maravillosa, y ese hombre era todo lo que había pedido en la vida.
Estaba a punto de regresar a mi cama cuando la pantalla de su teléfono, que estaba en la mesita de noche que estaba al lado de su cama, brilló al entrar una notificación de un mensaje de w******p. Al principio no le tomé importancia hasta que vi que el mensaje que le había llegado era de Agatha.
Agatha: ¿podemos hablar?. Me urge.
No era de las mujeres que acostumbraba a revisarle el teléfono a su pareja, pero me causaba ruido que Agatha le estuviera escribiendo a Leandro por la madrugada. ¿Se trataba de alguna sorpresa que estaba preparando para el día de la boda?.
Tomé uno de los dedos de Leandro, que roncaba plácidamente, para desbloquear su teléfono. Abrí la conversación de Agatha, y entonces me llevé el mayor golpe de la vida. El pecho me vibraba con fuerza mientras mis ojos leían con la vista borrosa por las lágrimas la conversación que ella y Leandro estaban teniendo desde hace meses.
Agatha: ¿De verdad te vas a casar con ella?. No me puedes hacer esto Leandro...
Leandro: Tú sabías desde un principio que estoy con Alina, y que lo nuestro fue un plan para pasarla bien un rato, nada más.
Agatha: Han sido tres años, tres años que te he dado de mi vida. ¿Acaso se te olvidó que por eso me metí a trabajar a tu empresa para estar cerca de ti?
Leandro: Agatha, deja el drama. Soy un hombre mayor que tú, y sabías que estaba en una relación con Lina, era lógico que tarde o temprano terminaría casándome con ella.
Me llevé una mano a la boca al descubrir que habían entablado una relación tres años atrás, mientras ella trabajaba como mi secretaria. Le había dado la oportunidad porque que vi que era una mujer joven y con muchos deseos de salir adelante, pues con ese sueldo se estaba pagando la universidad. Se había vuelto mi amiga y poco a poco la había incluido en mi círculo social. Siempre me había dado una buena cara y estaba al pendiente de cualquier cosa que necesitara. Incluso mis amigas la habían acogido de buena manera al ver lo inteligente que era.
Agatha: Nunca pensaste que eres un hombre comprometido cuando te metiste en mi cama. Estoy esperando un hijo tuyo, no me puedes hacer esto.
Leandro: Te dije que no te hicieras amiga de Alina, estas son las consecuencias. No me voy a desentender de mi hijo, le voy a dar manutención, te he acompañado en cada ecografía, pero no puedo darte más.
Por dios, sentí que el pecho me apretaba y que el aire no alcanzaba a llenar mis pulmones al ver la noticia de que el padre de su hijo era Leandro, el hombre con el que me casaría en dos semanas. Por eso el novio de Agatha había cortado con ella, porque lo más seguro es que haya descubierto la infidelidad con mi prometido. Las lágrimas no paraban de desfilar sobre mis mejillas en silencio.
El hombre perfecto se había desvanecido ante mis ojos con tan solo un par de minutos. Dejé el teléfono en su lugar y tuve que encerrarme en el baño para llorar en silencio por lo que acababa de descubrir. Una de mis mejores amigas y el amor de mi vida me habían traicionado matándom*e en vida.
Lloré tanto esa noche que no quedaron lágrimas para seguir haciéndolo. Tenía que pensar qué haría con mi vida a partir de ese momento.