ALINA
Desperté con la cabeza de Mauricio clavada en mis pechos. Nunca me había imaginado que ni noche terminaría durmiendo con él como si fuera parte de una vida cotidiana entre nosotros.
Por un momento había creído que iba intentar algo conmigo, y a pesar de que en el fondo quería que así fuera, me alegraba mucho saber que podía controlarse. Estaba respetando mis deseos, y eso daba mucho que decir de lo caballero que en realidad era. Habíamos pasado una noche cenando juntos, platicando, y viendo una película antes de quedarnos dormidos.
Odiaba admitirlo, pero había pasado una de las mejores noches de mi vida. Nunca me había sentido tan tranquila y cómoda como estando en compañía de él.
Acaricié su cabello una vez más grabándome la esencia de su shampoo y levantándome de la cama con
