MAURICIO Me estaba dando algo. ¡Ay dios mío! ¡En verdad me estaba dando algo en el pecho! Sentí como la misma sangre que corría por mis venas me estaba abandonando ante el problema que estaba cada día más grande. "Ay Mauricio, en qué te has metido", me dije a mí mismo. Volteé a ver a Alina que no movió un solo músculo y tenía una expresión de "te lo dije" en la cara. Debí haberle hecho caso y simplemente irme de ahí cuando ella me lo planteó, pero era ese gato curioso que a cada rato se estaba dando en la madre él solito. Quería que la tierra me tragara y escupiera en otro lado. Las señoras siguieron hablando, habían sido muy amables y simpáticas conmigo, pero yo había perdido toda la concentración por voltear a ver a Lina. Así que era mamá... Mi-er-da. No tan solo había tirad