ALINA La competencia había comenzado. Mauricio se había quitado los zapatos, quedando en puros calcetines para poder correr mejor. Era el único participante que se había presentado en traje y aún así no tenía pena de haber entrado de esa manera con mi hija. Sarah lucía radiante sobre los hombros de Mauricio, que corría despavorido tratando de ganar el primer lugar para la niña. Mi pecho explotaba de emoción al ver que mi hija estaba disfrutando su día. No sabía cómo tomar el gesto de ese hombre. Lo único que sabía era que había una cosa más a la lista por agradecerle. *** MAURICIO No podía dejar a la niña llorando y con su día arruinado a causa del pedazo de i***t*a que era su padre. No sabía por qué, pero en el fondo me había ganado mi corazón de pollo de solo imaginarla llorando