Capítulo 3. Astrid va por helado

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  Astrid, hablaba muy elocuentemente, a pesar de su corta edad, a lo que su madre le decía: —¡juuuuum, deja de estar pensando en recetas en plena clase, debes prestar atención a tus deberes, no quiero que bajes tus calificaciones! — a lo que su abuela le respondió —¡tranquila Helena, ella va muy bien, si no que eso es lo que a ella le apasiona, la  gastronomía, cuando Astrid sea grande, ella será una gran chef, y ustedes estarán muy orgullosos de ella, ya lo verán, prueben la comida que ella les hizo, vamos a empezar a comer! — en ese instante la pequeña con una gran sonrisa vio a sus padres comer y ella se alegró mucho verlos comer con gran apetito, su deliciosa creación. Pasaron 5 años más, y ya Astrid tenía 10 años. Era otoño en aquella época, las hojas caían y todo era anaranjado y marrón. Villa Catalina se caracterizaba por tener muchos árboles, y un otoño muy hermoso; muchas personas viajaban hacia ese lugar, cuando llegaba la estación de otoño, para tomarse muchas fotos, y enviar postales a sus familiares y amigos. Por esta razón Felipe y Helena años atrás decidieron mudarse allí, para que su hija fuera testigo de ese otoño tan maravilloso. No obstante, ese día, Helena y Felipe decidieron salir del hermoso suburbio, para ir a la ciudad a comprar una nueva unidad de calefacción para su hogar, porque se acercaba el invierno, y cuando este llegaba era muy gélido. Por lo que todas las familias, debían tener una muy buena calefacción cuando llegara esa estación. Ese día le dijeron a Astrid que se quedara con su abuela, mientras ellos iban a la ciudad, pero ella les dijo: —¡NO MAMI Y PAPI, YO QUIERO IR CON USTEDES!, ¡quisiera comer un Helado de menta con chocolate, y me gusta ir a la heladería del señor Schaefer, ese es el mejor helado de chocolate en el mundo, así que quiero ir, necesito comerlo! — haciendo un berrinche y tirándose en el suelo les decía eso. Su abuela estaba amasando un pan y viendo la escena, les dice a los padres: —¡llévense a la pequeña a comer su helado, no le quiten las ganas, yo también he tenido antojos de comerme un croissant con chocolate de una panadería francesa, y no he podido porque queda muy lejos, ahora la pobre Astrid, que tiene esa heladería a una hora. Vamos llévensela y cumplan su antojo. ¡Además, se lo merece porque ella ha sacado buenas notas! — Helena y Felipe, quedan viendo a Astrid y a la vez escuchando a la abuela y deciden llevársela por el helado, y exclaman los dos al mismo tiempo: —¡vamos pequeña, vamos a comer el helado que tanto quieres! — a lo que ella dice: —¡siiiiiii iré por mis cosas, por mi iPod y mi oso de peluche! —después de ir por sus cosas, su madre la peina con dos coletas porque ella se lo pide. La pequeña tenía una hermosa cabellera rubia, la cual todo el mundo tenía que ver con ella. Su cabello era muy largo y muy liso, de tal modo que toda su familia, les encantaba su linda cabellera. Pasados varios minutos, su padre le dice que, si ya están listas, y Astrid se despide de su abuela con un beso y un abrazo y va corriendo hacia al auto donde están sus padres.  Al conducir, su madre ve que el clima ha empezado a cambiar y le dice a su esposo: —¡oye cariño, ¿tú crees que llueva hoy?! — a lo que él le responde: —¡mmmmm creo que no, hay veces que el cielo se nubla, pero no llueve, además no ha llovido desde la semana pasada, así que no te preocupes, sé que le temes al conducir con lluvia, por el accidente que tuviste cuando estabas adolescente, en donde murió tu hermana menor, pero tranquila, nada nos sucederá! — Astrid esta atrás escuchando la conversación de sus padres y le pregunta a su mamá —¡oye mami, ¿quién murió en un accidente? ¡Nunca me habías contado eso! — su madre responde de manera un poco nerviosa y mirándola por el retrovisor del auto: —¡ohh no pasa nada, cariño no te asustes, cuando estaba pequeña tuve un pequeño accidente, pero mírame aquí estoy, no me paso nada y pues tu tía, es nuestro ángel guardián. Ella está en un mejor lugar ahora, no hay que estar tristes por eso. Cuando las personas se mueren, pasan a ser ángeles guardianes, ¡así que tranquila! —   La pequeña hace una mueca colocando su boca de lado, y bajando la cabeza de manera triste dice: —¡espero que ustedes sean eternos, y vivan hasta que yo esté viejita, no quisiera que se murieran nunca, yo los amo mucho! — su madre se voltea y exclama: —¡ si nos morimos algún día, cuando estés viejita, seremos tus ángeles y te cuidaremos, así estes anciana, por lo tanto no te inquietes amor, siempre estaremos contigo, en todos tus momentos más especiales, y cuando te conviertas en una gran chef.! — Su padre conducía, y la veía por el espejo retrovisor, al mismo tiempo veía a su esposa y le agarró su mano, mientras ella le decía esas palabras a su hermosa y adorada hija. Asimismo, les expresó: —¡bueno, basta de cosas tristes, dentro de poco llegaremos a la ciudad, e iremos por ese helado de chocolate con menta que tanto deseas hija! — Ella le contesta: —¡si papi lo anhelo con ansias, no saben cuántas ganas tengo de ir a la heladería! — y conducen hasta la ciudad sin mucho afán.   Mas tarde, llegan al lugar donde venden la calefacción para colocar la casa calientita para el invierno. El señor la compra y su esposa con la niña pasean por el centro comercial, para ver las tiendas que hay por allí cerca. Era el año del 2007 y ella quería un celular de color plateado, con rosado para su cumpleaños, en ese mismo instante, toma a su madre de la mano y corriendo se dirigen a la tienda donde venden esos celulares, y le dice: —¡mami, mami mira, ese es el celular que yo quiero para mi cumpleaños, me encantaría tenerlo, anda convence a papi para que me lo compre, por favor siiiii! — colocando sus manos en forma de plegaria. Su madre la ve y le dice —¡no te prometo nada, pero vamos a ver que dice tu padre, de todas maneras, cuando estemos camino a casa, le dices a ver qué opina sobre si estas preparada para tener un celular! — ella le responde: —¡si estoy preparadísima, además, si lo tengo, seré una de las niñas más populares. Mi compañera de clases Michelle Brown, es una de las más codiciadas porque ella tiene un celular, ¡así que me gustaría estar en ese clan! — Su madre le expresa: —¡bueno, no lo sé, deja de estar imitando a los demás, mira que eso no es bueno, pero te entiendo, también fui niña como tú y también quise ser popular. Vamos a convencer a tu padre para que te lo compre, eres su única hija así que, ¿no creo que se niegue a comprártelo no crees?! — y le guiña el ojo. Lo que Astrid no sabe, es que sus padres, escucharon una conversación que ella tuvo hace tiempo con su abuela, de que quería ese celular para su cumpleaños, y ellos se lo habían comprado y lo tenían guardado en la habitación de ellos. Ya el celular tenía grabado el número telefónico y una foto de los dos, que ellos se habían tomado para que ella los tuviera guardado en su galería. Paso una hora, y todos fueron a la heladería, para que Astrid comiera su helado, luego decidieron ir a pasear un rato, y cuando ven la hora se dan cuenta que está ya por atardecer. Entran al auto, y van rumbo hacia su hogar. En el auto, la niña va cantando muy fuerte, porque tenía sus audífonos puestos, y va cantando a todo pulmón una canción de un grupo que estaba muy famoso en aquella época. Su madre se voltea y le quita un audífono y le dice: —¡oye niña deja de cantar tan fuerte, sé que estas medio sorda porque no escuchas tu propia voz, pero trata de tener un solo auricular, para que escuches lo fuerte que cantas! — la pequeña coloca los ojos en blanco, en forma de molestia y le dice: —¡está bien mami lo que tu digas, no cantaré tan fuerte y me colocare un solo auricular! — y luego comienza a bailar. Su madre la mira, y suelta una carcajada y le dice: —¡jajajaja mira como bailas niña consentida! — su padre la observa por el retrovisor del carro y exclama: —¡déjala mujer, no vez como goza, ella es una niña muy alegre, además, esa canción de ese grupo se la enseñé yo, a los dos nos gusta esa canción, es muy armoniosa! — su madre se expresa: —¡juuuuum, bueno está bien, los dos son tan parecidos! — En ese instante, Astrid le dice a su padre:  —¡oye papi, sabes que quiero para mi cumpleaños un teléfono celular, ya voy a tener 10 años de edad, así que me vendría bien un celular, creo que me lo merezco, me he portado bien, ¿qué opinas de eso?! — a lo que su padre le contesta: —¡aun no lo sé, no te puedo decir nada por los momentos, pero cuando venga el día de tu cumpleaños habrá una gran sorpresa! — la pequeña contesta: —¡wow, quien sabe que será me muero de la curiosidad! — Luego, su madre ve que el clima empieza a cambiar, y le dice a su esposo: —¡amor, creo que va a llover, deberías conducir un poco más rápido, mira que ahora anochece más rápido que en meses anteriores y ya el sol se está ocultando! — el señor conducía un sedan rojo muy elegante, él estaba muy orgulloso de su auto, por lo que le dijo: —¡mujer deja la angustia, no quiero que le pase nada a mi auto, así que no te preocupes, vamos a llegar bien, además, yo me conozco esta autopista de memoria, ya hemos vivido por más de 10 años aquí, por este motivo, no hay apuro! — Helena llena de temor, por el trauma que tuvo cuando era niña, ve caer gotas de lluvia, y se empieza a preocupar. Su esposo la mira, y la toma de la mano para que ella se calme. Paulatinamente, empieza a llover, y el cielo se oscurece un poco. La pequeña en ese instante, está en la parte de atrás del auto escuchando sus canciones y observa una camioneta azul muy grande, que viene atrás del auto de su padre a toda velocidad. El vehículo luego se les adelanta, y adentro, en cuestiones de segundos, ella observa al conductor, el cual era un señor como de unos 60 años, con cara de villano y con un tatuaje de un águila con una corona en su cabeza. El tatuaje se le veía, porque el señor tenía una camisa de manga corta; a lo que ella se preguntó mentalmente: «ese señor tiene cara de villano, ¿Por qué tendrá esa camisa de manga corta, si no estamos en verano? Mmmm a lo mejor es para mostrar su feo tatuaje, ¿y porque estará tan apurado?, ¿será que está huyendo de algo?». Y también ella se da cuenta, de que las manos del señor están llenas de sangre, por lo tanto, ella se asusta y le dice a su madre: —¡mamá, ese señor tiene las manos llenas de sangre.! —, Helena ve y se queda horrorizada al ver a este señor conducir de manera imprudente, y ensangrentado. La madre le dijo — ¡mi niña abróchate el cinturón de seguridad, uno no sabe que pueda pasar! —, la señora estaba muy nerviosa ya que no se veía mucho la carretera. En ese mismo instante Felipe exclama ­—¡ayy este hombre de verdad no sabe conducir, que le sucede, algo feo habrá hecho, será que asesinó a alguien y está huyendo. Debe estar muy apresurado para adelantarme, miren que esta carretera es de cuidado gracias a los muchos hoyos que hay. ¡Espero que tenga cuidado! —  
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