Pasaron los tres días, y la bebé estaba con ellos en casa, luego Felipe ve que a Helena le hace falta un poco de compañía, ya que él tiene que trabajar dentro de unos días. Sus vacaciones postnatales ya estaban por terminar, por esta razón, él no podía ayudarla con la nenita y las cosas del hogar, por lo que decide contratar a una niñera. La esposa, estaba un poco triste porque su familia se mudó a Italia, ya que su madre tenía cáncer, por lo tanto, los Martini (la familia de Helena) decidieron irse para allá por si son los últimos días de su madre, así que la familia de ella estaba un poco preocupada, pero a la vez contentos, por el nacimiento de Astrid. Pero debido a la enfermedad de la madre de Helena, no podían ir a visitar a su hija y ni tampoco sus hermanas podían ir a ayudarla con los cuidados postnatales.
Por esta razón, Helena no tenía familia y estaba sola. Viendo esta situación, Helena le dice a su esposo: —¡yo no quiero ninguna niñera, no quiero una mujer extraña aquí con nosotros, debe ser un familiar! — Al oír esto, Felipe decide llamar a su madre Amelia, para cuidar a su única hija. la señora decide que sí, así que toma todas sus cosas y se muda de Francia donde estaba morando, hasta Bélgica para ir a cuidar de Helena y a la bebé. Al día siguiente la madre de Felipe ya está aterrizando a Bruselas, donde vive la familia Becker y le hace una llamada a su hijo, anunciando que ya está por llegar.
«RING RING» suena el teléfono que esta abajo en el recibidor, y Felipe baja alegremente a contestarlo. Al atender el teléfono, oye que es su madre, y con una sonrisa en sus labios le contesta:
—¡Hola madre, a qué hora llegas, estamos muy emocionados por tu visita, ya queremos que estés aquí con nosotros, ¿Cómo ha estado el vuelo? ¿quieres que te vaya a buscar al aeropuerto?! —
Su madre le contesta: —¡no hijo mío, no te preocupes, yo estoy bien, así que tranquilo, voy a tomar un taxi y dentro de 30 minutos ya estaré en tu casa, traigo mucho equipaje, por lo tanto, debes estar pendiente para que ayudes al conductor a bajarlo! —
Felipe exclamó: —¡ok madre, no te preocupes, nosotros estaremos pendiente cuando llegues! —
Pasó media hora, y la señora Amelia llegó, ese día ella usaba un cárdigan tejido anaranjado, con grandes botones de color azul oscuro, un sombrero tejido color marrón, un jean color azul oscuro, y unas botas largas color marrón. La señora era de unos 60 años de edad, y Felipe era su único hijo. Su aspecto parecía al de una señora de la sociedad, ya que ella le gustaba conservarse bien. Su cabello era corto, un poco rizado, canoso y tenía pocas arrugas a pesar de su edad. Sus ojos eran azules, muy grandes y siempre tenía una mini sonrisa en sus labios. Su voz era un poco grave y fuerte, si estabas a unos metros de distancia, podrías escuchar hablar a la señora Amelia. Así que ella con su fuerte tono voz dijo: —¿Dónde está mi adorada única nieta Astrid? ¡Ya llego su abuela querida! — Su nuera estaba amamantando a la pequeña, y cuando escuchó esos gritos se asustó un poco y la bebé se puso a llorar, así que le dijo a la niña: —¡no llores corazoncito, ya tu abuela llegó, así que debemos acostumbrarnos de ahora en adelante a ella! — y la bebé empezó a calmarse un poco.
Felipe abrazó a su madre y le dio un gran abrazo y un beso en su mejilla, y en ese momento ayudaba al conductor del taxi a recibir el gran equipaje que traía su madre desde Francia. Y le dijo: —¡oye madre, pareciera que trajiste toda tu casa en estas maletas, gracias a Dios nuestra casa es grande y hay mucho espacio para todas tus pertenencias! —
Él no sabía que su madre había quedado en bancarrota hace 1 mes atrás, por una deuda de apuestas que había dejado su difunto padre, así que ella se iba a quedar en la calle, por lo que el ofrecimiento de su hijo al quedarse en su casa, le cayó como anillo al dedo, ya que la casa donde vivía en Francia, la había vendido para pagar esa gran deuda que había dejado su marido. Luego, Al escuchar lo que le dijo Felipe acerca de su equipaje, la señora un poco nerviosa, moviendo sus ojos para ambos lados, le dijo: —¡si hijo mío, tú sabes que soy una mujer muy precavida, así que me gusta llevar conmigo muchas cosas, mujer preparada vale por dos, por lo tanto, quiero estar muy cómoda aquí con ustedes, no quiero molestarlos mucho, así que, por esta razón, traje muchas cosas conmigo, pero bueno, cambiemos de tema, vamos a ver a mi adorada nieta, en el avión estaba muy emocionada por llegar pronto, así que vamos a subir ! —
Su hijo le contestó: —¡ok mamá no te preocupes, bueno después organizamos todo, vamos a ver a la beba, tu nuera y tu nieta te están esperando desde hace rato! —. Subiendo las escaleras, se acercan a la habitación, y ambos tomados de la mano llegan donde estaba Helena y la pequeña. Ambas estaban dormidas, ya que la noche anterior Helena estaba muy cansada, porque su hija no la dejó dormir. La señora con una sonrisa en sus labios, se puso muy contenta por cómo se veían ambas y le dio un beso a la niña, y caminando lentamente hacia atrás, fueron saliendo de la habitación, junto con su hijo, y suavemente cerraron la puerta.
Minutos más tarde, Felipe observa que su madre está un poco angustiada, viendo todas sus cosas de manera melancólica, va hacia donde ella, se sienta a su lado y toma su mano y le dice: —¡oye madre, ¿Qué te sucede? Desde que llegaste a casa, te noto un poco rara, cuéntame, ¿algo pasó en Francia?! — su madre, empieza a llorar y le dice que ha perdido su casa, debido a que su padre, antes de morir de cáncer de hígado, se volvió adicto a los juegos de azar; y apostó su hogar a unos mafiosos que iban cada rato a su casa a amenazarla. Ella se sintió muy asustada y angustiada todo este tiempo, por lo cual decidió venderla o si no iban a atentar en contra de su vida, y le dijo: —¡hijo, nunca te dije nada porque no quería preocuparte con mis problemas, tu tenías los tuyos, así que por esta razón, decidí callar y aguantarme todo yo sola, pero no te preocupes, ya estoy bien, y te confieso, que me cayó como anillo al dedo tu ofrecimiento de venir a vivir aquí con ustedes, así que tranquilo, esos mafiosos no me hicieron nada, sólo me quitaron mi casa, pero estoy bien y mi salud está bien! —
Su hijo queda estupefacto al escuchar esto, y con cara de asombro le dice a su madre: —¡Madre mía, como pudiste ocultarme todo esto! Entiendo que yo estaba pasando por una situación un poco triste, porque no podíamos tener a la bebé, pero el hecho que unos mafiosos querían matarte por culpa de algo malo que hizo papá, no tiene ninguna lógica que me lo hayas ocultado, no puede ser madre, como viviste toda esta situación tu sola. Bueno, ahora te vas a quedar viviendo aquí con nosotros y vas a ver a tu única nieta crecer, así que quédate tranquila, vas a vivir con nosotros muy feliz, ¡eso te lo aseguro mi querida madre! — y le besa la mano a su madre y le da un gran abrazo. La señora le dice: —¡hijo, esta situación me da mucha vergüenza, así que, por favor, no le cuentes nada a tu esposa acerca de esto que me sucedió, tu solo dile que me quieres aquí, y que voy a vivir con ustedes, no quiero que ella piense que soy una mala influencia para la niña, por lo que hizo tu padre, y crea que yo también estaba envuelta en ese problema! —su hijo le responde: —¡ tranquila madre, no hay problema, ese secreto estará con nosotros, ella no se enterará de todo esto que hemos hablado, así que, quédate tranquila! —
Mas tarde, Helena y la bebé se despiertan, y ella baja y deja a la nenita durmiendo en su cuna, y le da un gran abrazo a su suegra. Ella estaba muy cansada porque tenía días sin dormir, así que la señora ve su semblante y le dice: —¡oye hija mía, te vez muy mal, deberías descansar mucho más, bueno no solo tú, también tú hijo mío! Pero no se preocupen, ya estoy aquí para cuidarlos a todos, así que si quieren descansen, mientras yo les preparo una sopa reparadora, para el almuerzo, ¡vayan, vayan y duerman un poco! Yo sé cómo son los primeros días de ser padres, es algo nuevo y un poco estresante —. Helena, con un poco de sueño, observa que la señora trajo mucho equipaje y entrecerrando los ojos de manera dubitativa, le dice: —¡oye suegrita, te trajiste casi que toda tu casa aquí, parece que te vas a quedar por mucho tiempo, ¿no es así Felipe?! — a lo que él le contesta un poco nervioso: —¡si mi vida, deseo que mi madre se mude aquí con nosotros, ella nos ayudará mucho, además, no tenemos mucha familia aquí en Bruselas, por lo que no me parece mala idea que mi mamá se quede con nosotros hasta que la niña crezca, de paso no lo veo mal, ella no es una extraña, es su abuela. Además, tu dijiste que no querías niñeras ni ninguna extraña, ¡así que mamá estará muy bien en este hogar! —
Su esposa le dice: —¡mmmmm, está bien amor, tienes razón, no quiero otra mujer, que no sea tu madre en esta casa! — y se ríe y le agarra el mentón de forma posesiva. La señora estaba muy nerviosa cuando su nuera vio todo el equipaje, creía que se iba a molestar, o que iba a dudar si ella estaba huyendo de algo, por lo que, al escuchar las palabras de Helena, se sintió muy aliviada, así que en ese instante bajó y les preparó el almuerzo, a su hijo y nuera.
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Pasaron 5 años, y la señora Amelia, Felipe y Helena vivían felices, y veían a la niña crecer. Por otra parte, La señora formó un lazo muy fuerte de madre e hija con Helena, la cual había perdido a su madre de cáncer años atrás. Por lo tanto, Helena, no tenía una familia cercana; y su única familia era su suegra, su esposo y su hija. Mientras su nuera y su hijo trabajaban, ella se quedaba con su nieta, así que la pequeña era muy unida a su abuela más que con su madre. La señora era muy buena en la cocina, ella le encantaba preparar muchas recetas que veía en la televisión, y por revistas de cocina, por lo tanto, ella y Astrid de 5 años, preparaban todos los días distintos platos para sus padres. La pequeña era muy inteligente, a su corta edad. Captaba con atención, los pasos a seguir de cada una de las recetas que hacía junto con su abuela. Ella le decía que tenía un don innato para la cocina, que quizás era una pequeña prodigio para la gastronomía, por lo que se desenvolvía muy velozmente para la preparación de diferentes platos. La señora Amelia, llevaba a su pequeña nieta todos los días al colegio, a las 8:00 am y la pequeña siempre estaba impaciente en el salón de clases por salir, para ir a preparar recetas con su abuela cuando llegara a casa. Cuando llegaban sus padres, ella les decía: —¡mami papi, abuelita y yo les preparamos esta comida deliciosa, espero que les guste, la preparamos con mucho amor. Cuando estaba en clases con la señorita Johnson, tenía en mi mente este plato que les preparé! —