Después, de que la pequeña se enteró de lo que había sucedido, le dijo a su abuelita que se tranquilizara, que sus padres eran unos ángeles y que la protegerían en todos sus caminos. La pequeña luego de ese incidente, maduró mucho y empezó a realizar terapia para volver a caminar y ser una chica normal de nuevo. Paso un mes y la pequeña Astrid ya estaba sana y le dieron de alta para que se fuera a su casa con su abuela Amelia. La señora estaba muy feliz, porque ya podía estar con su nieta nuevamente en casa y por lo menos ya no estaría más sola. En ese instante ella le dijo: —¡qué bueno que ya podremos ir a casa amor, sé que tus padres no estarán allá y todo va ser muy diferente a partir de ahora pero no importa, entre las dos lucharemos para estar bien ¿no crees mi vida?! — la pequeña con voz un poco triste le dijo: —¡si abuelita, sé que mami y papi no estarán cuando llegue a casa, pero de seguro nos están acompañando cuando vayamos camino a ella. Por ese lado estoy un poco más tranquila, ¡mis angelitos siempre están conmigo! — su abuela mirándola melancólicamente se le sale una lagrima, y Henri el nieto de su amiga Petra, va en su carro y las busca, ya que la señora Amelia nunca quiso aprender a conducir, pero en su casa quedó el carro de helena como recuerdo.
Ese mismo día, llegan a casa y Astrid comienza a llorar de nuevo, por el shock de ver que sus padres habían muerto y que no regresarán. Su abuela le dice: —¡si mi niña, es normal que llores, es natural, mira que han pasado solo un mes de que te enteraste que tus padres murieron, pero no te preocupes, como lo dijiste anteriormente, son unos ángeles que te están cuidando desde arriba, así que tranquila ve a tu habitación, todo está igual. Si quieres te das un baño y te colocas una piyama para que descanses, yo luego subiré a acompañarte, ¿qué quieres que te haga de comer hija mía?! — la pequeña con voz triste le dice: —¡nada abuelita, no tengo hambre, solo quiero descansar, voy a ducharme, aun huelo a hospital! — su abuela muy triste le dice: —¡debes comer algo, mira que allá en el hospital no probaste ningún bocado, luego te vas a enfermar y no quiero que te suceda nada, voy hacerte tu comida favorita, pancakes con queso, miel de maple y chocolate caliente para este frio, no me tardo! — ella con voz sutil le dijo: —¡está bien abuelita! —
Henri el nieto de su amiga Petra, empieza a meter el equipaje que Astrid y la señora Amelia tenían en el hospital, luego la señora Amelia en la cocina le dice a Henri—¡estoy un poco triste por la nueva situación de Astrid, ya no sonríe como antes, me rompe el corazón ver su carita así de alargada, nada la contenta, pero no es para menos, perdió a sus padres y yo perdí a mis dos hijos. ¡Helena su madre era como mi hija también, pero bueno esa es nuestra nueva realidad! — mientras sacaba todos los ingredientes de la cocina para hacer los pancakes. Luego Henri le dice: —¡señora Amelia, ¿y si celebramos el cumpleaños de Astrid?, usted antes del accidente le comentó a mi abuela que ella estaba muy emocionada por ese evento, quizá se alegre un poco al sí le hacemos un gran pastel entre todos y los amigos de sus padres, ¿ que dice?! — la señora se queda sorprendida y se voltea un poco rabiosa y le dice : —¡NO, ESTAS LOCO, mi niña creo que no tiene el ánimo de celebrar una fiesta, y menos si sus padres no están, más bien le dará mucha nostalgia y se sentirá mucho peor, así que no es muy buena idea Henri! — Henri muy apenado se disculpa con la señora Amelia: —¡oh disculpé señora, que cabeza la mía, no pensé en esa situación, tiene mucha razón. Yo también me sentiría muy mal si me celebraran un cumpleaños y que mis padres no estuvieran allí, eso debe ser espantoso. ¡Y más i no sabes que van a regresar! —
Astrid va al baño y al salir, busca una piyama para dormir, era la primera vez que lo hacía, ya que su madre siempre le buscaba que vestir. luego en el fondo de su closet, ve una bolsa de regalo, y busca un banquillo para poder alcanzarla, ya que esta se encontraba muy lejos de donde ella estaba, así que con todas sus fuerzas logra alcanzar la bolsa, y nota que allí estaba el celular que su padre y su madre le iban a regalar. Era el mismo modelo que ella había pedido; plateado de color rosa y se pone a llorar muy fuertemente.
Henri y su abuela la escuchan, y dejan todo lo que estaban preparando en la cocina, y se dirigen velozmente hacia la habitación donde estaba Astrid. Su abuela le dice: —¡¿qué sucede mi princesa? ¿Por qué lloras, recordaste a Helena y a Felipe de nuevo? Recuerda que ellos son unos ángeles y te están cuidando, no estes triste! — la niña estaba parada frente al closet llorando y la señora ve que ella tenia un celular en su mano, y le dice: —¡mira abuelita, es el celular que les pedía a mis padres mientras estábamos en el auto, siempre me lo habían comprado, no puede ser, si me hicieron caso, ¿será que se convirtieron en ángeles y me lo pusieron aquí?! — su abuela muy sorprendida, porque no tenia idea, y tampoco había visto la bolsa de regalo se sorprende y le dice : —¡quizás hija mía, pero mira, esta destapado, creo que ellos lo abrieron, pero huele a nuevo y aquí está la caja, seguramente lo iban a forrar de nuevo o quien sabe. ¡Vamos a encenderlo! — al encenderlo ven que en el protector de pantalla estaba una foto de ambos y los tres se echan a llorar. Por la triste situación que los acongojaba
Astrid le dice a su abuela: —¡viste abuela, ellos son unos ángeles, ahora estoy más tranquila esto me hace entender de que sí. Mira también esta su número telefónico, quizás es para que los llame en momentos que me sienta sola o deprimida. ¡Pero bueno me alegra mucho saber que ellos están conmigo abuelita! — y le da un fuerte abrazo muy alegremente. Henri al ver toda esta situación le dice a la pequeña: —¡oye Astrid ¿te gustaría celebrar tu cumpleaños? ¡Es que te veo contenta y pues me gustaría saber qué opinas! — su abuela abre los ojos como dos huevos fritos y le da un pequeño golpe a su cabeza y le dice: —¡deja de decir bobadas Henri, esa cabezota que tienes a veces como que no te funciona, no te dije hace rato que Astrid quizás no quiere que celebremos su cumpleaños! — y ella los queda mirando a los dos y le dice a su abuelita: —¡si abuelita, si me gustaría celebrarlo. Mis papis estarán conmigo, aquí tengo su foto en mi celular, podemos celebrar con un pastel, pero solamente estarán tú, Henri y la señora Petra, nadie más. No quiero que venga mucha gente. ¡A mamá no le gustaría, recuerdo que a ella no le gustaba mucha gente en la casa! — la señora Amelia se queda asombrada y le dice, bueno linda, tu cumpleaños es mañana, entonces bueno, vamos hacerte un pastel para celebrar tus 10 años, ya tienes tu regalo en la mano, por lo tanto, ya tu sorpresa lo que mas querías lo tienes en tus manos.
Astrid le dice: —¡si está bien abuela, pero sabes qué? Yo misma voy a preparar ese pastel, así que no te preocupes, quiero que sea de chocolate blanco, con cobertura blanca. Henri por favor, compra los ingredientes, para preparar todas las cosas para mañana ¿sí?! — colocando sus dos manos en su cintura en forma muy mandataría. Henri sonríe y le dice: —¡está bien Astrid tu eres la jefa, voy a comprarte todos esos ingredientes, ese va a ser mi regalo. ¡Tengo varios ahorros, los voy a gastar y te comprare esas cosas! — la señora Amelia le vuelve a dar otro golpecito mas a su cabeza y le dice: —¡no muchacho no gastes de tu dinero, yo te voy a dar para que compres las cosas, ya tú has hecho mucho por nosotras dos, quédese quieto juuuuum! —
Henri sonriendo le agarra la mano a la señora Amelia y le dice: —¡o se preocupe señora Amelia, yo lo hago con mucho gusto, para mí esto no es nada del otro mundo, voy a comprar los ingredientes para que Astrid haga su propio pastel el día de mañana, recuerde que usted siempre nos decía, que cocinar es lo que más a ella la alegra, y hornear pasteles aún mas ¿esa es tu especialidad no pequeña Astrid! — y cariñosamente, aprieta la nariz de la pequeña. Ella muy alegre les dice: —¡si es verdad, esa es mi especialidad, de todas maneras, yo le iba a decir a mis padres que yo misma iba a preparar mi pastel de cumpleaños. ¡Me voy a sentir mucho mejor preparándolo yo misma! — luego su abuela le dijo: —¡está bien cariño. Bueno Henri ve a comprar las cosas, y yo me voy a preparar tu cena oíste querida. ¡Sonríe un poco para tu abuela anda! — y la niña hizo una sonrisa sin mostrar sus dientes, pero ya no lo hacia como antes debido a la tristeza que la abrumaba.
Su abuela esa noche le prepara su comida favorita, y al subirla ve que ya Astrid se había quedado dormida viendo la foto de sus padres. La cara de su abuela se llenó de lágrimas al saber que su nieta está sufriendo por la muerte repentina de ellos. En ese mismo instante escucha el timbre sonar, y luego ve que era Henri con los ingredientes del pastel de chocolate que Astrid iba a preparar para el día de su cumpleaños. Llego el gran día, y su abuela Amelia, Henri y la señora Petra la despiertan con la canción de cumpleaños, ella se despierta y les dice: —¡wow todos están aquí tan temprano, que lindos globos. ¿también los compraste Henri?! — y él le dice: —¡si Astrid también los compré ¿son rosados como tu color favorito verdad?! — —¡sí, el rosa es mi color favorito en el mundo. Mi mami me dijo que antes de nacer, yo me moví en su vientre después que ella miró el color rosa en una tienda, por eso decidió decorar todo de color rosa para mí, ¿qué lindo no?! —
Su abuela Amelia con lágrimas en sus ojos le dijo: —¡lo creo, lástima que yo no estuve presente cuando tu mami estaba embarazada; ese debió ser un momento muy alegre para ellos! — luego la señora Petra le dijo a Astrid: —¡¿sabías que tus padres hicieron una gran fiesta cuando naciste? Es que ellos no podían tener hijos, y te buscaron por muchos años, por eso es que eras su hija consentida, ¡porque a tu mami le costó mucho estar embarazada de ti mi pequeña! — ella muy sorprendida con la boca abierta le dijo a su abuela: —¡¿es verdad eso abuelita?, mami nunca me contó eso ¿porque me lo ocultó?! — su abuela la coloco encima de sus piernas y le dijo: —¡si mi niña, tus padres sufrieron mucho al buscarte, por eso eras la más consentida de ellos y todo lo que pedias ellos te lo daban, porque tu madre duró 12 años para poder quedar embarazada, desde el momento que se casaron! —
La chiquilla muy sorprendida dijo: —¡no puede ser no sabía que mi mami y mi papi habían sufrido tanto para tenerme, bueno, gracias a Dios yo nunca fui mala con ellos y siempre me porté bien, ¿no abuelita?! — —¡así es hija mía, así es! — susurró su abuela. En ese mismo instante la señora petra le dice a Astrid: —¡bueno querida a lavarse la cara y colocarse muy bonita, es un milagro del cielo que estes viva. Hoy es tu cumpleaños vamos a dejar las tristezas a un lado y a celebrar la vida, ¡que todo saldrá bien de ahora en adelante! — la señora Petra, coloca sus dos manos en el rostro de la pequeña y le dice: —¡debes ser una gran chef, eso vas a prometérselo a tus padres, a tu abuela y a nosotros ¿promesa?! — y coloca su dedo gordo en el dedito gordo de la pequeña en señar de promesa. Ella lo hace y le dice: —¡se los prometo. Voy a ser una gran chef. Bueno salgan de mi habitación, voy a arreglarme para hacer mi pastelito, ¡espérenme abajo en la cocina! — ella toma el celular y ve la foto de sus padres y también les hace la promesa. —¡mami, papi, les prometo que voy a ser una gran chef reconocida en todo el mundo. Ustedes se sentirán muy orgullosos de mi allá en el cielo así que se los prometo, voy a estudiar y ser la mejor en todas las cosas que me proponga, solamente para ustedes, ¡ya que ustedes son y serán siempre mi todo! — y besó la pantalla del celular. Pasados unos minutos, la pequeña ya estaba lista y bajó a la cocina donde estaba su nueva familia.
Y comenzó a preparar ese pastel como toda una profesional. Henri la abuela y la señora Petra, se quedaron muy anonadados al verla como hacia todo. Lo hacía como si fuera una persona de más edad, como lo haría un chef. La señora Petra le dice: —¡oye niña ¿y donde aprendiste hacer todas esas cosas? ¿quién te las enseñó eh?! — ella mezclando los ingredientes, muy concentrada le dice: —¡pues mi abuelita, la televisión y los libros. También algunas veces, mi papi me llevaba a su restaurant, donde él trabajaba, y de ahí aprendí como los chefs de allí agarraban las cosas las espátulas, y las ollas, y más prestaba atención cuando hacían los pasteles. ¡Ese restaurant era más divertido que ir a la escuela! — su abuela al escuchar esas palabras se sorprende mucho, pero en tono de regaño le dice: —¡oye princesa mía, no menosprecies la escuela, mira que si no vas a ella no te contratarían en ningún lado; así tengas el mayor conocimiento del mundo. Siempre un certificado o un título te va abrir muchas puertas, por lo tanto, debes estudiar para que esto suceda! — ella le dice entre dientes: —¡está bien abuelita lo que tu digas! —
Y termina de preparar el pastel. Una vez estando listo, Henri, la señora Petra y su abuela decoran la mesa, mientras Astrid le da los últimos toques al pastel. El pastel era blanco, estaba finamente decorado, como si lo hubiera hecho un profesional, solo lo había hecho una niña de 10 años. Todos se sorprendieron mucho. Luego en ese instante colocaron las velas y le cantaron feliz cumpleaños. Antes de soplar las velas le dijeron a Astrid que pidiera un deseo ella dijo en voz alta: —¡que aparezcan mis padres nuevamente! — y soltó una pequeña carcajada en tono de broma. Luego cerro sus ojos y dijo mentalmente: espero convertirme en una gran chef, y ser reconocida en todo el mundo para que mis padres, mi abuela, Henri, y la señora Petra, se sientan muy orgullosos de mí. Abrió sus ojos y terminó de soplar las velas. En ese mismo momento picaron el pastel, y todos quedaron sorprendidos de su delicioso e impactante sabor.