Capitulo 3

2643 Words
Jonatan —Raquel, dijiste que podíamos irnos hoy. —Lo sé. ¿No puedes darme un día más? Volví para que pudiéramos hacer este viaje, pero sabes que la recepción no será la mejor una vez que estemos en el bote. Déjame descargar todo. No me mires así—. Pongo los ojos en blanco y me voy. Estoy enfadado por muchas razones. Ya hemos cancelado y reprogramado este viaje dos veces debido a su trabajo. Es asistente jurídica, pero suele trabajar en equipo. No entiendo por qué no puede tomarse tiempo libre. Por otro lado, una parte de mí desearía que no se tomara tiempo libre. Que me empujara a hacer exactamente lo que sugirió por teléfono, ir a solas con Javiera. Cuando pienso en mi hijastra, tengo que apretar los dientes y controlar mi cuerpo. La conocí en persona hace menos de cuarenta y ocho horas, pero menudo viaje ha sido. Es el sueño húmedo de todo hombre. Parece una de esas mujeres sexys pin-up de los años 40. Pero es la chica más inocente e ingenua que he conocido. Está tan dispuesta a aprender. Se arrodillaría encantada para mí, que era exactamente la siguiente lección que iba a enseñarle cuando Raquel decidiera volver a casa de su viaje de negocios para poder cumplir su promesa. Al principio iba a ser una escapada romántica. Luego se convirtió en una especie de viaje para conocernos ahora que Javiera vivirá con nosotros en un futuro próximo. Cuando entro en la sala de estar, la encuentro mirando todos los libros de la estantería. Lleva una faldita corta como la que llevaba cuando llamó a la puerta. Cuando me oye acercarme, mira por encima del hombro. —Hola, papi—, dice en voz baja. Si fuera cualquier otra persona en el mundo, diría que estaba usando ese tono tímido para ponerme aún más duro de lo que ya estaba llamándome papi. Le había hecho la sugerencia como un comentario malicioso después de pelearme con su madre por teléfono, pero ella se lo había tomado al pie de la letra. Una vez que la palabra salió de sus labios carnosos, me di cuenta de que habíamos tropezado con algo que me excitaba más que cualquier otra cosa que hubiera encontrado. Y sólo unos minutos después, la estaba besando. Y luego había llegado a tocar esas deliciosas tetas suyas. Hay una ventaja de estar con alguien completamente inocente, como Javiera. Como ella sabe que técnicamente no debería estar haciendo nada de lo que estamos haciendo, así que no se contiene. Por ejemplo, hice que se corriera casi por completo jugando con sus pezones. La única estimulación adicional que tuvo fue frotarse contra mí como una gata callejera en celo. Fue ardientemente increíble. Cuando me mira preocupada, me doy cuenta de que no le he respondido. —Hola, cariño. ¿Qué estás mirando?— Sus mejillas se tiñen de rosa y su mirada se desvía. —Díselo a papá—, susurro. —Mamá tiene muchas novelas románticas. —¿Quieres leer una? Ella asiente. —¿Cuál?— Pregunto mientras me acerco, presionando mi pecho contra su espalda. Se muerde el labio inferior y se vuelve hacia la fila de libros. —No sé. ¿Son... son sucios?—. Susurra la última palabra en voz tan baja que el sonido se instala en mis pelotas, poniéndome aún más duro. Me acerco más y le hablo al oído. —¿Es eso lo que quieres? ¿Un libro sucio? Respira entrecortadamente cuando muevo la mano hacia su costado y la deslizo por debajo de la camisa. Quiero apretarla entre las piernas para ver si le palpita como a mí, pero tengo que ir despacio. Sobre todo cuando su madre está en casa. Bajo mis caricias, se queda quieta, pero su respiración es agitada. Deslizo la mano cada vez más arriba hasta que le acaricio el pecho cubierto de algodón. Su pezón está duro y se me clava en la palma cuando lo aprieto suavemente. Su culo redondo presiona hacia atrás, rozándome el muslo. Presiono mi mano libre contra mi erección con un gemido bajo. Sus sinceras reacciones a mis caricias me van a matar. Pellizco y tiro de su pezón, arrancándole un pequeño gemido. Inclina el pecho hacia delante, apretándose más contra mis caricias. Pero lo hago con ligereza, burlándome mientras paso al otro pezón. Lo acaricio y rodeo la punta. Javiera echa la mano hacia atrás. Creo que quiere agarrarme el muslo, pero en lugar de eso, rodea mi erección con la mano y aprieta. Exhalo un silencioso —Dios—, mientras mis caderas se sacuden hacia delante, buscando más de su tacto. —Lo siento—, dice y retira la mano. —No lo sientas, cariño. Hiciste que me sintiera muy bien. Levanto el brazo y estoy a punto de volver a poner su mano en mi polla cuando la voz de Raquel rompe el hechizo entre nosotros, llamando a Javiera por su nombre. Saco un libro y trato de sostenerlo despreocupadamente delante de mi polla justo cuando mi mujer entra en la habitación. —Aquí están los dos. Siento necesitar un poco más de tiempo para descargarlo todo, pero eso no significa que no podamos salir a comer. ¿Les apetece? Miro a Javiera, que me lanza una mirada. No sé si salir los tres es buena o mala idea, pero le dejo la decisión a ella. Al final asiente. —¿Voy a cambiarme?—, pregunta. —¿Por qué?— pregunto en respuesta. Raquel esboza una sonrisa de complicidad. —Es lo que llevaría una típica chica de dieciocho años. De hecho, como verás cuando salgamos, probablemente sea bastante soso. —De acuerdo—, dice Javiera. —Pero puedes cambiarte si te hace sentir más cómoda—, añado. La mirada de Javiera va y viene entre Raquel y yo mientras se lo piensa un momento. —Estoy bien—, dice ella. —Vámonos. *** Javiera Mientras papi nos lleva a un restaurante, no deja de mirarme por el retrovisor. Se me calientan las mejillas al pensar en cómo me tocaba. Supongo que lo hará menos ahora que mamá está en casa.. Aunque sigo diciéndome que debería avergonzarme, el deseo de las caricias de papi es más fuerte que mi deseo del afecto de mi madre. Cuando mamá se fue, simplemente me preguntó si quería quedarme o irme, nada mas. Mamá se limitó a preguntarme si me quedaba o me iba, como si le diera lo mismo. Y cuando le dije que me quedaba, asintió con la cabeza como si eso fuera lo esperado antes de volverse a recoger sus cosas. Fue entonces cuando me di cuenta de que su marcha venía desde muy antes. No era una decisión reciente. Llevaba mucho tiempo alejándose de nosotros. Y el hecho de que fuera tan desinteresada sobre mi deseo de quedarme sólo puso de relieve que en realidad no quería que fuera con ella. Sé que mi abuela quería que me quedara allí, pero no porque me quisiera y me echara de menos. Quería que me quedara para poder controlar lo que hacía. Su nueva narrativa era que ella había estado allí para criarnos bien a pesar de mi madre, así que nos quedamos. Por eso se puso furiosa cuando decidí irme. Y estoy agradecida de que madre se fuera, o no habría sabido que era realmente posible. La abuela se apresuró a decirme que mi madre no me quería y que no tendría adónde ir. Así que por muy agradecida que esté a mi madre por dejar que me quede con ella, no me queda mucha lealtad. Levanto la vista y veo a papi estirándose un poco y dejando que su mirada recorra mi cuerpo. Es entonces cuando me doy cuenta de que tengo las piernas demasiado abiertas para llevar una falda tan corta. Estoy acostumbrada a las faldas hasta los tobillos y a los vestidos que lo ocultan todo. Conteniendo las ganas de cerrarme las rodillas, me quedo quieta y dejo que papi mire. En el siguiente semáforo, se vuelve y me dedica una sonrisa que casi parece de orgullo. Como si supiera lo difícil que es intentar ser sexy para él. Luego sus ojos bajan hasta donde mis pezones duros se clavan en la camiseta de algodón que llevo puesta y hasta donde mis piernas siguen abiertas. Miro a mamá y veo que está mirando por la ventana sin prestarnos atención. Pronto, papá entra en un aparcamiento. La luz del sol se apaga mientras nos adentramos en la sombra de la estructura. —¿Dónde estamos?— Pregunto. —Esto es un centro comercial al aire libre—, dice papá. —Tienen muchas opciones de comida y podemos elegir lo que queramos. —¿Qué te apetece?— pregunta mamá mientras todos bajamos del auto. —Comida chatarra—, digo automáticamente. Mamá se ríe entre dientes. —Claro. ¿Qué te parece la comida reconfortante de calidad? Siguen siendo patatas fritas y batidos, pero bien echas. Asiento con la cabeza. —De acuerdo. Vivir con la abuela significaba comidas caseras, lo cual es estupendo, pero se esperaba de nosotros que hiciéramos la mayor parte de la comida. Salir a comer fuera era un lujo que rara vez nos permitíamos. Y cuando lo hacíamos, solía ser comida barata para llevar. Era algo que siempre esperábamos con impaciencia. Con un gesto decidido, mamá toma la delantera. Mientras la seguimos, papá desliza sus dedos por mi brazo desnudo. Se me erizan todos los pelos del cuerpo. Mientras caminamos, papi no deja de tocarme. Para una persona ajena, las caricias probablemente parezcan accidentales. Pero cada vez que miro a papi, su mirada se posa en mi boca, mis pechos, mis piernas. Nos sientan enseguida. Y a pesar de que el restaurante aún está lo bastante lleno, aun alcanzamos a sentarnos en una mesa circular en el que caben fácilmente seis personas. Con una tímida sonrisa, me coloco al lado de papi mientras mamá se coloca al otro lado, dejando a papi en medio. Cuando cojo el menú que me tiende la camarera, me levanto un poco. Cuando voy a sentarme, papi me rodea la cadera con la mano y me acerca un poco más. Mientras mamá mira el menú, yo le sonrío. —¿Qué vas a querer?— Mamá pregunta. Me apresuro a mirar las opciones. —Voy a pedir pollo y de esos waffles cuadrados. Siempre he querido probarlos—. —Buena elección—, dice papá. —¿Qué vas a querer?— pregunto. —Pastel de pollo—, dice mamá. —Voy a pedir un filete. El tuyo viene con patatas fritas, pero espera a probar su puré de papas. —¿Vas a compartir tu puré de patatas?— Mamá se burla. —Nunca los ha probado. Puede que te dé un bocado a ti también—, dice papi. —Bueno—, dice mamá. —Esta sí que es una ocasión especial. —Luego no podemos olvidarnos de añadir los batidos—, añade papi. Estar en este restaurante con papi y mamá, en un ambiente familiar, esperando a comer pollo frito, es algo que puede parecer algo muy mundano o cotidiano para alguien mas, pero es un aspecto al que no estoy acostumbrada. De donde mamá y yo venimos, estudiamos mucho. Además de la escuela, tenemos que estudiar la Biblia desde que sabemos leer. Y cuando no estamos estudiando, trabajamos. Cuando no trabajamos, hacemos actividades extraescolares. Todas las actividades que hacíamos eran ofrecidas por la iglesia. Así que ballet fue lo mío. Nada de sacudir el trasero. Y los niños más pequeños fueron divididos por género. No había grupos mixtos. La única excepción fue durante la escuela secundaria, se nos permitió tomar bailes de salón. A mí no me dejaban porque la abuela no lo aprobaba. Y aunque intento responder a todas las preguntas de mamá, me distraigo. Al principio es simplemente el calor corporal de papi que irradia lo que me distrae. Y puedo olerlo. No sé si es jabón, jabón líquido o colonia, pero papá huele fresco y me gusta. Estamos hablando de posibles carreras universitarias cuando papi mete la mano por debajo de la mesa y me recorre la cara interna del muslo con uno de sus dedos. Me agarro al borde de la mesa porque todo mi cuerpo quiere volverse hacia él, abrirse para él, suplicar que me toque. Mamá parece confusa por un momento, pero luego se gira para ver que el camarero nos trae la comida. Se ríe como si eso fuera lo que tiene a mi cuerpo enloquecido. Por mucho que esperaba la comida, apenas puedo saborearla. Toda mi atención se centra en los movimientos de papi. Mientras come con la mano derecha, la izquierda sube y baja por mi pierna. Con cada vaivén, se acerca un poco más a mis bragas, a mis bragas mojadas. Intento quedarme quieta, comer como él. Intento apreciar la comida, pero deseo más el tacto de papá que el pollo frito. Mis caderas se mueven inquietas sobre el falso cuero del asiento. De vez en cuando cruje bajo mis movimientos, pero mamá no parece darse cuenta. Ni siquiera me doy cuenta de que hago ruido hasta que mamá comenta lo mucho que estoy saboreando la comida. Inclino la pelvis hacia la mano de papi, esperando que se acerque, que vaya más rápido, pero él sigue alargándola. Lo alarga tanto que me preocupa que nunca vaya a estar donde lo necesito. No tuvo ningún problema en tocarme los pechos. Incluso me dijo que me frotara contra él. ¿Es ahí donde traza la línea? Espero que no. Cada vaivén me desespera. Tengo la tentación de meterle la mano justo donde la necesito. Cuando suena el teléfono de mamá y se da la vuelta para rebuscar en el bolso y contestar, por fin hago lo que me había estado impidiendo. Me deslizo hacia delante en el asiento cuando la mano de papi se desliza por mi muslo. Mis bragas están empapadas. Estoy muy nerviosa. Cuando por fin noto el contacto de los dedos de papi en mi cuerpo, respiro agitadamente. Mamá nos lanza una mirada de disculpa y levanta un dedo, diciéndonos que le demos un minuto mientras contesta a la llamada. La mano de papi se tensa. Sus dedos aprietan el punto más sensible y luego lo frotan en círculos. Mis muslos tiemblan alrededor de su muñeca. —Tan jodidamente húmeda—, susurra. —No puedo esperar a probarte. Son esas palabras las que me llevan al límite. Gimo largo y tendido. Mamá ni siquiera nos mira, simplemente se tapa la oreja que no está pegada al teléfono. No se da cuenta de nada mientras estoy sentada preguntándome cómo es posible que todo el restaurante familiar no sepa que estoy teniendo una experiencia s****l extracorpórea. Mi visión se vuelve blanca y borrosa mientras mi cuerpo se estremece. Papi deja caer el tenedor sobre la mesa y se lleva la mano a la entrepierna mientras sigue arrastrando mis bragas mojadas por mi carne sensible. Finalmente, es demasiado, así que me echo hacia atrás y me desplomo contra el cojín del respaldo, jadeando. Cuando papi levanta los dedos por encima de la mesa, no me sorprendo, pero cuando se los lleva a la boca y se los lame, me escandalizo. Sorprendida y... excitada otra vez. —Creo que soy una maníaca s****l—, susurro sobre todo para mí misma. Papá se ríe mientras se gira hacia mí. —¿Por qué? —Porque te quiero otra vez, ya. Con una sonrisa perversa, papá me toma la mano y la presiona contra el bulto e sus pantalones. Lo agarro, lo aprieto y deseo que estemos solos.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD