XIMENA
Estábamos en el piso, queriendo que me llenara y no solo de besos, estaba dispuesta, quería ser suya, quería que entrara en mi ser y entré. Pero inoportunamente mi amiguita Mia, que intentando no interrumpir, se quedó parada en la puerta, creyéndose invisible, dándole vuelo a sus pasiones voyeristas y a Ángelo parecía no importarle, pero a mí sí, claro, yo no era capaz de estar con un hombre a solas y menos ahora con un tercero observándonos. Lo apartó; aunque se resistió, parecía un bebé desesperado porque le quitaban el seno. Mire mal a mi amiga, que hizo un gesto de morderse la lengua. Alzo los hombros diciendo: —Por favor, me disculpan, yo subí a buscarlos, pues la cena se está enfriando, qué pena, no quería interrumpirlos,
La muy maldita, la odié en ese momento, se sintió mal y se desapareció; solo escuché sus tacones al bajar la escalera, estaba dispuesta a seguir hasta las últimas consecuencias y podía ver el fuego en su mirada, Ángelo estaba que explotaba. De pronto sucedió lo que menos esperaba; sentí un líquido que me bajaba en mi parte íntima, y un dolor. No podía ser, mi periodo se había adelantado, de pronto se debía al estrés que tuve debajo del mar. Como la sirenita, ahora en lugar de escamas me salía otra cosa debajo de la cintura. Ahora menos podía estar con Ángelo. Me daría vergüenza que se dé de cuenta, así que me paro rápido a la vez que lo saco a empujones diciéndole: —Vete, qué vergüenza con mi amiga, quién sabe qué pensará, vete, me voy a cambiar—. Le cierro la puerta en la cara para entrar a comprobar que, efectivamente, Andrés, que llega cada mes, me la ha jugado y decidió adelantarse. No estaba preparada para esto, no traje toallas ni nada parecido, y me toco recurrir al viejo truco de papel higiénico envuelto, quitándome la opción de seguir exhibiéndome en vestido de baño.
Comimos rumbo a la isla, donde caí rendida en mi habitación. Sentí que alguien llegó a mi cuarto tratando de abrirlo. Pudo haber sido Mia o él. Me aguanté las ganas de quitar el seguro, ya que no podría hacer nada. Me tocaría esquivarlo mientras me dure eso. Quiero que todo sea perfecto, que nuestra primera vez sea inolvidable; trate de relajarme para que se me quitara rápido, y con dificultad me quede dormida.
El siguiente que recuerdo es que veía pasar dos filas de luces cuadradas, yo iba en una camilla; observo unos señores con gorro y tapabocas de tela; deben de ser médicos, trato de levantarme para buscar a Ángelo y de nuevo la luz se apaga. Vuelvo en sí, mirando a mí alrededor. Estoy sola en un cuarto de hospital, me siento muy débil y eso que tengo una bolsada de suero. Entra el doctor y me saluda feliz: —— Hola, bella durmiente, Veo que ya te recuperaste, debes de tranquilizarte, te estamos haciendo unas pruebas.
—Doctor, ¿qué me sucedió?— le pregunté aún sintiéndome en un sueño, debía ser por la medicina.
—Señorita, creemos que algún animal la pudo haber picado o algo le hizo daño. Tuvo una hemorragia vaginal; su amiga, la señora Mía, nos contó que tuvo una mala experiencia de buceo donde por poco pierdes la vida. Pudo ser eso, sumado a que eres de otro clima y los mariscos, hay muchos que somos alérgicos. Aquí en una isla es difícil esa situación, te juro que de no ser porque me encantan las olas, me trastearía a una ciudad como Bogotá donde coma solo A.C.P.M.
—Doctor, qué pena, en Bogotá se cocina con gas natural, hace mucho que se dejó el cocinar con gasolinas.
—No, A.C.P.M. quiere decir arroz, carne, papa y maduro, es un pequeño chiste que me enseño un amigo colombiano, mejor llamo a tu amiga Mia.
Ella entró emocionada y preocupada. Me alegró verla, pero yo solo tenía una pregunta que me colgaba en la punta de la lengua y no me dejaba pensar en otra cosa: —¿Y dónde está Ángelo?
—Te ayudo a traer, se quedó contigo día y noche, a pesar de que su teléfono no paraba de sonarle; al parecer se le presentaron una serie de problemas que lo obligaron a marcharse en medio de su preocupación. A pesar de esa llamadera, Ángelo solo se marchó en el momento en que el doctor dijo que estabas fuera de peligro. Te lo juro, amiga, fue horrible, al principio creímos que no te levantabas por el cansancio, después que estabas de haragana y al no contestar los golpes en la puerta. Ángelo decidió forzar la puerta, al abrirla, prendimos en pánico al verte pálida con las sabanas lavadas en sangre, él te alzó sin una pizca de asco y te llevó en un carro a toda máquina. Inclusive un policía nos paró por exceso de velocidad. Le explicamos la situación y a la vez Ángelo le dio un fajo de billetes. El policía en agradecimiento nos escoltó hasta esta clínica. No nos dejaron estar contigo en los cuidados intensivos, el pobre de Ángelo andaba de un lado para otro agarrándose el cabello, hasta que los doctores salieron a decirnos que estabas fuera de gravedad y que podíamos verte. Sin embargo, debíamos esperar a que volvieras en sí; más encima, ese teléfono no paraba de sonar con problemas de sus negocios; solo escuché algo de una cosa con un tal Max, y te juro que nada de asuntos de esposa o de hijos.
—Mia, solo soñé con él, de pronto me estoy obsesionando.
—Ximena, lo que pasa es que está como quiere, además es atento, caballeroso y con mucho dinero.
—Mia querida, a mí no me importa lo del dinero desde que me sea sincero. Crecí en un orfanato donde aprendí a soportar las carencias y ahora que poseo riquezas, no las veo como un todo.
—Es mejor que los dos tengan dinero, no que digan que te casas por interés, como te pasó con tu exmarido.
—Eso es Mia. Le diste un clavo en mi alma, te felicito, tienes un buen don, aunque recuerdo que soñé con algo de eso.
—Ximena, cuéntame, también tengo un don para interpretar los sueños, lo heredé de mi abuela gitana.
—Soñé que me casaba con Ángelo y en el momento en que el cura decía si alguien se opone que hable ahora o calle para siempre, aparecía mi exmarido diciendo que se oponía porque todavía estábamos casados. Todos en la iglesia me insultan, volteo al ver al cura y es el asqueroso de mi tío que se carcajea. Salgo a correr y soy detenida por unos hombres armados que tienen logos con un fusil, los mismos que asesinaron a mis padres. Me empieza a llover algo parecido a arroz, solo que cuando cae al piso se transforma en un polvo blanco que se me mete por la nariz, haciéndome acelerar el mundo, viajando a un viejo castillo donde está don Joseph esperándome con té y galletas; eso es lo que recuerdo.
—Guau, Ximena, eso está complicado y preocupante, mi abuela decía que si uno sueña con una boda habrá un funeral, también deberías regresar a Florencia a averiguar si estás separada y de paso saludas a don Joseph, me has hablado mucho de ese señor, amiga, se me ocurre algo, te acompañaré para aconsejarte.
—Espera, Mia. Primero, que todo es Sicilia, no Florencia, y pues deje firmados esos papeles. Ese idiota debió firmarlos, nuestro matrimonio no le importó un carajo, en cuanto a don Joseph sí me gustaría visitarlo, aunque me da miedo que sea tarde; el viejito vivía muy enfermo. Ese señor fue un amor conmigo, me ayudó a soportar todas esas cosas absurdas.
—Ximena, yo no entiendo bien ese enredo de tu boda arreglada.
—Mía, te lo he contado muchas veces, necesitaba casarme para recuperar las empresas de mis verdaderos padres, estaba en una cláusula.
—Pues te hubieras casado con otro tipo.
—No amiga, tenía que ser con el nieto de don Joseph. Resulta que mis padres son de verdad, ellos le salvaron la vida y él en agradecimiento decidió pactar la unión de las familias mediante una unión sacramental, solo que no salió como él quería. Alguna vez me dijo que admiraba a mi padre, por su valentía y a mi madre por su inteligencia, que quería nietos con esas cualidades que ayudaran a mejorar su familia de ególatras.
—Vamos, Ximena, viajemos para allá.