Indirectas directas

1176 Words
ÁNGELO —Vivían, creo que estoy enamorado. Al fin, después de tanto tiempo, encontré el amor, justo en este momento en que tengo tantos problemas. —Ángelo, me alegra, el mejor momento para conseguir el amor es el ahora; él después nunca llegará, ¿yo conozco a la afortunada? ¿Acaso seré yo, maestro? —No vivían; tú sabes que somos amigos, jefe y asistente, que cometimos el error de excedernos en confianza debido a la soledad y por el deseo, ya que eres una mujer muy hermosa y ningún hombre se resistiría a tus encantos. Lo que sucedió es que nos conocimos desde pequeños y primero fuimos amigos, que nos dejamos llevar por nuestros impulsos como borregos, fue algo muy diferente. —Eso es lo que tú supones y no por eso quiere decir que sea cierto. Si yo no hubiese sentido algo más que amistad por ti, no me hubiera internado en los mares de tus sabanas. Ahora estamos aquí solos, yo como una boba esperando a que me rasgues el vestido y, en cambio, tú me lanzas esa bomba de crueldad. —Vivían, por favor, discúlpame, nunca quise herirte, para mí eres mi mejor amiga y más que eso. —Sí, claro, Ángelo, más que amiga que no alcanzara a ser novia y menos esposa. —Vivían, ambos estuvimos de acuerdo a que no nos complicaríamos, la verdad, no quiero hacerte daño, me gustaría hacerte feliz, aunque no puedo de la manera en que tú deseas. —Ángelo, tú raramente piensas en mí, en mis sentimientos; la verdad me has dañado estos días. No sabes cómo sufrí imaginando como la hiciste tuya miles de veces; ni siquiera supongo que te metiste al mar, debido a que no salieron de su cuarto. La verdad, lloré en silencio, me encerré en el baño, evitando que los muchachos me vieran; siendo la jefe, tengo que parecer fuerte, y lo soy, pero aun los armadillos tienen el corazón blando. —Lo siento, no creí que mi alegría fuese tu tristeza; suponía festejar contigo esta nueva sensación que ojalá algún día experimentes. Esperaba, aunque fuera, una felicitación o una bendición; en cambio, encuentro muros desalentadores de despecho y sinrazón. —Ángelo, pues te felicito, ojalá te cases con ella, tengan muchos hijos y vivan felices para siempre y a mí que me coma un perro, caeré en desgracia a un basurero y moriré sola, atragantada por mi dolor. —Tampoco seas tan dramática. Vivían, mejor recordemos nuestro pasado con alegría y atesoremos los cambios que vienen. Con tu belleza no te será difícil conseguir tu príncipe azul; solo tienes que abrirte a esa posibilidad. —Por abrirme es que estoy metida en esta encrucijada. —Vamos, no te hagas la víctima, eres una mujer empoderada y eso es una de las cosas que más me gusta de ti. —Bueno, Ángelo, querido, de todas formas no te has casado todavía, podemos seguir como vamos, yo te haré una despedida de soltero muy especial y después veremos qué pasa, si el agua sigue corriendo aun cuando se canaliza el río. —Vivían, tu imaginación vuela a velocidad luz; mejor quiero que me des el reporte de mi encargo. —por supuesto jefe, pues, dimos con la cloaca donde se escondían. Hallamos las pistas en los computadores que incautamos. Era una organización de alta peligrosidad y efectivamente tenían en su poder las placas del carro de Ximena, fotos de su casa, además de videos de seguimiento y otras cosas. Nos dieron pelea, fue una balacera como de una hora, tuvimos dos bajas, pero los exterminamos a todos y quemamos el lugar borrando toda evidencia, creo que su enamorada está fuera de peligro. —¿Creo o estás segura? —Estoy segura por este lado, no sé por el otro; la familia de ella tiene una empresa de joyas y tienen en concesión una mina de esmeraldas en Maripi; eso ya es otro nivel de rencillas. —Sí, claro, que es complicado, y supongo que cuadraste lo de los caídos en combate. —Por supuesto, me encargué de costear en totalidad las exequias y les envié una compensación económica a las viudas y familiares. La mayoría son de Italia, deberíamos de conseguir gente de aquí para simplificar esos procedimientos. —Sabes que es complicado conseguir gente de confianza; aquí la debe de haber, solo que es difícil encontrarla y no sea que un policía se nos infiltre o uno de nuestros enemigos o peor mi exmujer. —Ángelo, por fortuna eres muy lindo porque dices chistes malísimos. A propósito, tu abuelo llamó y mencionó que tu esposa está que te busca para que firmes de una buena vez los documentos del divorcio; es que no comprendo la razón de que esquivas esos mendrugos papeles, ¡vamos! Cierra ese círculo de una buena vez; no te podrás casar con Ximena si estás en matrimonio; eso es bigamia, en muchos países es considerado delito y además don Joseph es capaz de colgarte de tus cositas. —Te lo juro, Vivían, que es un asunto sumamente complejo. Esto me retuerce las tripas, no sé qué hacer, a veces quisiera salir corriendo sin rumbo. —Ahora tú eres la víctima, pobrecito Ángelo, con tanto dinero, poder y belleza, como sufres. —Te lo aseguro. Vivian, muchas veces he querido dejar esta vida, desintegrar estos entramados. Lo único que me detiene es mi abuelo Joseph, con su vaina de que son los negocios familiares creados por sus antecesores, que yo no debería, que dejaría a mucha gente sin trabajo. Pero mira lo que les pasó a esos dos tipos, ese es el destino que todos compartimos. De que nos sirve tener dinero para vivir bien cinco vidas, si no tenemos la tranquilidad, la esperanza de morir de viejos, tengo fe que un día de estos disolveré esta organización o se la daré a otro, a Luis o a ti, y me dedicaré a lo que me gusta. —Ángelo, y de seguro sabes lo que es, serías capaz de dejar una vida de lujos por ser profesor y boxeador, vaya combinación tan sólida, deberías de dar un curso de la psicología, de dar y recibir golpes. —Eso debe ser, había pedido permiso para ausentarme unos días de las clases de la universidad, incluso había conseguido un reemplazo, mejor voy, dar clases me tranquiliza, compartir mi conocimiento me ayuda a sobrellevar tantos cargos de conciencia que día a día llevo a cuestas. —No te las des de mártir, cruel Ángelo, que nunca has matado inocentes, cada hijo de madre que ha pasado por nuestras balas, es porque se han merecido cada gramo de plomo; a propósito, me gustaría inscribirme en tus clases, solo para sentarme al frente tuyo en esta minifalda hasta que te fijes que no llevo calzones, al igual que en este preciso momento. —Vivían lo que me dices, me preocupa, esta ciudad es muy fría y que tal te dé un resfrío o algo. Chao, mejor me voy a la universidad.
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